¿Cuánto vale una sonrisa? No tiene precio ¿Cuánto puede cambiar el día de una persona? Absolutamente todo.
Caminaba un día muy temprano por la mañana por un parque de la ciudad de Buenos aires, mascullando malestar por motivos pequeños, era un día de malhumor y pocas pulgas.
Cabeza gacha, me despabiló un grito y un saludo inesperado: un hombre que dormía bajo un árbol, se despierta, se levanta, grita: "Buenos días a todos", con una sonrisa ancha como el árbol que lo cobijaba.
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Esa sonrisa cambió mi mirada. Levantó los brazos, comenzó a hacer saludos al sol y sentí: "Soy un imbécil". Peleado con la vida vaya a saber por qué cuestiones nimias, este hombre me volvió al eje.
Sin nada por perder desde la mirada observadora del afuera, pero con todo por agradecer, regalaba un "buen día" gigante a cambio del sol en la cara y las sonrisas que despertó en los que por allí pasábamos. Ese hombre, a quien no volví a ver más, cambio mi día, con una sonrisa y sus ganas de contagiar lo lindo del vivir.
Pequeños gestos
Si tan solo tuviéramos dimensión de lo que podemos generar en los demás con pequeños gestos, con un mimo imperceptible que nos conecte desde lo más amoroso.
Tengo en mi cuenta de Instagram una sección en la que la consigna es generar pequeños gestos en lo cotidiano que puedan sacar una sonrisa en quienes tenemos alrededor, contribuyendo a crear "un mundo de ojos brillantes".
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Los resultados son bellos y alentadores. El objetivo es activar la empatía y la conciencia de que podemos con muy poco hacer mucho en lo que a la gestión de las emociones en la vida en comunidad se refiere.
Estudios científicos demuestran de manera clara la importancia de la sonrisa en la vida de las personas.
Beneficios de la sonrisa
De acuerdo a la ciencia, está demostrado que:
- Mejora el sistema inmunológico porque estimula la producción de endorfinas, encargadas de la defensa del organismo.
- Fortalece el corazón: la risa ayuda a mejorar la oxigenación de nuestro organismo, regulando de esta forma el pulso cardíaco y disminuyendo la presión arterial.
- Relaja el sistema muscular y libera la tensión gracias al ejercicio de los músculos faciales.
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- Mejora el estado de ánimo: el acto de reír proporciona un buen humor y una visión positiva de lo que nos rodea.
- Posibilita la creatividad y productividad: la adrenalina ayuda a estar más receptivos y aumenta la creatividad.
- Alivia el dolor: las hormonas actúan como analgésico natural, provocando un estado de pasividad y calma.
- Mejora las relaciones interpersonales: facilita las relaciones sociales y la capacidad para hacer amigos.
Dar lugar a la tristeza
Por supuesto que no siempre tenemos motivos para sonreír, la tristeza es parte también del vivir y tenemos que gestionarla, aunque no nos guste. Pero aún así, en las situaciones más complejas y dolorosas de la vida también podemos intentar aportar una sonrisa para suavizar lo que nos pasa.
A veces nos damos permiso para ir con cara larga como si fuéramos inmortales, a veces nos permitimos regodearnos en nuestro malestar como si no tuviéramos otra opción.
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El estar malhumorados se vuelve zona de confort, la rumiación de la queja se torna parte del paisaje, nos habilitamos un statu quo que nos encierra cada vez más en nuestro pesar y contagia alrededor. La buena noticia, somos protagonistas de nuestra historia, no espectadores.
La sonrisa como bandera
Les comparto un cuento que escribí hace poco tiempo.
Hacía mucho no se la veía por su rostro. No porque algo estuviera particularmente mal. No lo estaba, todo lo contrario. Simplemente no sucedía.
A veces asomaba tibia, perezosa y se guardaba antes de terminar de ser. Las cosas en la vida están muy lejos de ser como las matemáticas. No funcionan así las emociones. No obedecen a la razón, no es la usina del sentir aquello que sabemos. La conexión sucede de otra manera.
Le habían pasado cosas difíciles de digerir. Siguió adelante contra viento y marea. Siguió adelante a pesar de todo. Lenta, muy lentamente todo volvía a estar en su lugar. Pero no era el tiempo aún de que suceda. La magia está o no está.
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Y un día sucedió.
Las chispas se encendieron, sonó la melodía que tenía que sonar, vibraron las cuerdas que tenían que vibrar, se encontraron las palabras que tenían que ser dichas. Y entonces sí, su rostro se iluminó. Y volvió, ese día volvió, con toda la fuerza, con todo el color, el calor y amor.
Porque la sonrisa, y de ella se trata, se fabrica allí donde sentimos, se enciende en lo más profundo del corazón. El sendero más hermoso que podamos imaginar, con árboles plateados y grises. Con sabores, olores y texturas que nos recorren.
La sonrisa empieza a dibujarse en su rostro tímida al comienzo, más firme luego, llega para quedarse. Porque algo ha sucedido allí en la cavidad de las cosas lindas que se sienten cuando lo lindo de la vida sucede.
Algo se conecta y brillan los ojos. Algo se despierta y se hamacan las comisuras de los labios en un vaivén sensual y mágico.
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Cuando la sonrisa se enciende brilla lo que puede brillar. Y sucede, simplemente sucede, porque volvió a casa. Volvió a sentir lo que estaba dormido, agazapado, esperando nacer. Y la vida nos regala esa fichas pero eso sí, tenemos que estar dispuestos a vivirlas, a jugarlas.
Y claro que lo estaba, y sonrió. Y las agujas del reloj hicieron una pausa, guiñaron sus ojos y entendieron que tanta cosa linda no entraba en un minuto, en una hora, en un día o en quince.
Y sonrió, y fue feliz, y pensó una vez más que la vida es larga pero no tanto y que cuando el corazón dice "escuchá, sentí, viví", hay que hacerle caso, porque ¿si no, para qué? Por algo estamos, pensó, y a vivir, con esa sonrisa puesta y las ilusiones intactas.
Caja de herramientas
Armemos caja de herramientas para cultivar la sonrisa como bandera cada vez que podamos.
- Seamos conscientes de nuestros gestos y de lo que estos generan.
- Mirémonos cada mañana al despertar y practiquemos la amorosidad con nosotros mismos en primera instancia y luego hacia el afuera.
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- Pidamos feedback a nuestro entorno más cercano respecto de cómo nos ven, a menudo la gente que más nos quiere trata de decirnos como se sienten respecto de la interacción cotidiana, pero no solemos hacernos el tiempo para ese intercambio.
- Regalemos cuando nosotros estamos de buen humor sonrisas a quienes tenemos cerca, y prestemos atención a los efectos que estas generan.
- Sumemos para un mundo de ojos brillantes, ya lo decía Galeano: "Hombres pequeños en lugares pequeños haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo".
Podemos, claro que podemos, que la vida es larga pero no tanto. Está en nuestras manos y la rueda gira para adelante.
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