Si todos los abuelos se pusieran de acuerdo para darnos un solo consejo, probablemente sería: “dejá de sonarte los dedos, te va a dar artritis”. Cuando sos chico, ni siquiera sabés lo que quiere decir “artritis” pero suena al cuco de los dolores musculares.
Pero, ¿qué tiene de cierta esta afirmación? ¿Sonarnos los nudillos puede generar un daño a largo plazo?¿Qué pasa cuando lo hacemos?
Tenemos articulaciones por todo el cuerpo: en los dedos, en las caderas, en los hombros, el cuello y las muñecas. Cada uno de nuestros dedos tiene tres articulaciones. Pero cuando “crackeamos” nuestros dedos estamos lidiando solo con dos: el metacarpofalangeal y la interfalangeal. Cada una de estas articulaciones está formada por dos huesos con un cartílago en cada extremo. Toda la estructura está sostenida por una capa de ligamentos llamada “cápsula”.
¿Sonarnos los nudillos puede generar un daño a largo plazo?¿Qué pasa cuando lo hacemos?
Estas articulaciones necesitan lubricación. El líquido es generado por las membranas internas de la articulación. Cuando doblamos nuestros dedos, este fluído libera pequeñas burbujas de gas que vienen y van muy rápido.
Durante años, científicos han discutido por qué se genera ese ruido al sonarse los nudillos. Algunos dicen que se trata de una burbuja que se forma entre los huesos y otros que el ruido se debe a que la burbuja explota entre los nudillos.
Por suerte, la tecnología actual nos permite ver qué es lo que efectivamente sucede cuando “crackeamos” nuestros nudillos.
La imagen analizada por expertos médicos demuestra que cuando sonamos nuestros nudillos en lugar de generar pequeñas burbujas de gas, nuestro organismo forma una sóla pero grande que tarda más en disiparse (por eso tenemos que esperar para volver a sonarnos los dedos).
Pero entonces… ¿nos hace daño? No, sonarse los dedos no genera ningún daño permanente y así lo demostró la ciencia. Solo se trataba de otro invento que nuestros abuelos usaban para que dejaramos de molestar cuando eramos chicos.
