Estrés, aburrimiento, tristeza, incertidumbre. Son muchos los factores que en momentos de tensión o angustia nos llevan a sentirnos insatisfechos o inquietos y nos hacen comer por ansiedad. Nos llevamos algo a la boca una y otra vez, aunque sólo haya pasado un rato desde la última comida.
La clave está, según los expertos, en escuchar al cuerpo y cuidar nuestra mente. Te contamos por qué nos pasa esto y cuáles son las mejores formas de evitarlo.
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Qué vas a encontrar en esta nota:
Por qué la ansiedad nos da hambre
El hipotálamo es quien desde nuestro cerebro se encarga de controlar las reservas de energía que tenemos en el organismo. Cuando las reservas disminuyen, esta glándula se encarga de dar señales que se traducen en ganas de comer. Lo mismo sucede a la inversa cuando el estómago está lleno y envía señales al hipotálamo para decir que ya no hay necesidad de comer más.
El asunto es que el hipotálamo además de cumplir esta función, recibe toda la información relacionada con las emociones. Cuando sufrimos ansiedad, estrés o tristeza, las señales se confunden y es más difícil que la glándula pueda regular correctamente su actividad.
El hambre emocional suele suceder cuando sentimos la necesidad de comer de forma impulsiva y descontrolada con el objetivo satisfacer “algo” que nos molesta o incomoda.
Durante un ataque de ansiedad el cuerpo reacciona generando sensación de hambre y al comer, sentimos que llenamos ese vacío. Claro que esto es un engaño que dura tan sólo un rato.
Lo normal es que estas tentaciones se vinculen a alimentos poco saludables como galletitas, productos procesados, dulces, snacks o panificados. No es común que alguien tenga un ataque de ansiedad y busque esa lechuga que está hace días esperando en la heladera. ¿Por qué? Porque junto con la alteración de las emociones los niveles de glucosa de nuestro cuerpo disminuyen y es por eso que sentimos la necesidad de ingerir dulces y carbohidratos para recuperar el equilibrio.
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La realidad es que la comida no es solamente energía para mantenernos vivos, sino que también da placer y calma internamente en momentos difíciles. Lo importante es que podamos identificar el verdadero hambre y hagamos lo posible por controlar adecuadamente qué y cuánto comemos para que la comida no se transforme en un problema.
Hambre o ansiedad: cómo identificarlo
Por todo lo que dijimos antes, lo más importante es aprender a diferenciar cuándo tenemos hambre real porque nuestro organismo necesita alimentarse y cuándo es sólo ansiedad. Identificando ésto, vamos a poder evitar más fácilmente sumar calorías que no precisamos. Las señales básicas del hambre por ansiedad son:
Necesidad de comer aunque no sientas hambre en tu estómago.
Comer impulsivamente y sin control. En general se come más rápido y más cantidad de lo normal.
Ganas de comer alimentos específicos que suelen ser poco saludables. Cuando tenemos ansiedad, no nos da lo mismo cualquier comida sino que queremos algo en particular para que nos brinde satisfacción.
Sentimiento de culpa después de comer. Esto sucede porque el origen del ataque no fue hambre, sino otra situación que afecta las emociones.
Cómo controlar la ansiedad por comer
Si estás comiendo más cantidad o peor de lo normal, te dan ataques de “hambre” o antojos a cualquier hora y no sabes cómo calmar la ansiedad por comer, presta atención a estos consejos que te van a ayudar a controlarlo:
Arma un plan de comidas diarias
Algo muy importante es que tu mente esté tranquila de que hay suficiente comida y que vas a poder a alimentarte bien. Para esto, una buena idea es planificar.
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Organiza las compras que tienes que hacer, cocina verduras para congelar, asegúrate de tener frutas frescas, cereales, carnes magras, lácteos descremados y otros productos saludables que vas a necesitar durante la semana. Sin excesos, por supuesto. De esta forma, si armas un plan alimenticio acorde a tus gustos y necesidades, vas a tener menos tentación de picotear cosas que salgan de tu organización.
Evita tener golosinas y chocolates
Una buena idea para controlar la ingesta excesiva de comidas poco saludables es no comprarlas o tener poca cantidad en nuestro hogar. La idea no es restringir absolutamente todo alimento rico en carbohidratos o azúcares porque esta prohibición nos va a generar malestar y mucha más ansiedad. Lo mejor en estos casos es ser medidos a la hora de comprarlos y evitar tenerlos al alcance de la mano.
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Como dijimos antes, el hambre por ansiedad está generalmente relacionado con los antojos de alimentos dulces y azucarados. Si eres de los que tienen ataques de comer tortas, helados, alfajores o galletas, nuestra recomendación es que intentes reemplazarlos por versiones más saludables. Frutas, cereales con miel, yogures, gelatinas light, jugos naturales de frutas, smoothies son buenas alternativas.
No saltear comidas
Los médicos recomiendan hacer hasta 5 y 6 comidas al día no sólo para reducir el hambre sino para acelerar el metabolismo, mantener el cuerpo activo y no estar tanto tiempo sin ingerir alimentos. Si nos salteamos alguna de las 4 comidas principales, lo más probable es que lleguemos a la siguiente con muchísimo más hambre y ansiedad.
Toma más agua
Mantener la hidratación de nuestro organismo va a ayudarnos a controlar el hambre. Muchas veces, cuando el cuerpo se siente deshidratado, puede enviarnos la falsa sensación de que tenemos hambre. Una forma de evitarlo es tener siempre a mano una botella o vaso de agua para ir bebiendo a medida que hacemos nuestras actividades diarias.
¡Entrena!
Armar un plan de entrenamiento es muy recomendable para reducir la ansiedad, subir las energías y sentirse más positivo. Es totalmente verdad que el ejercicio físico ayuda a calmar las emociones, segregar la hormona de la felicidad y sentirnos mejor con nosotros mismos.
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Elegí una actividad que te guste, arma una rutina de ejercicios o busca videos con coreografías para bailar frente al televisor. Es hora de correr los muebles y mover el cuerpo. Mantenernos motivados y activos es una forma genial de estar animado y de paso, mejorar la figura.
Hacer juegos y actividades entretenidas
Si vivís con tu familia, en pareja o con amigos, una excelente forma de despejar la mente es jugando. Juegos de mesa, de roles, de movimiento, caseros o inventados. Todos son útiles a la hora de entretenerse y olvidar esa ansiedad fastidiosa e irritante.
Calma, descanso y paciencia
Vivir un poco más relajados y comer tranquilamente son puntos básicos a la hora de controlar el hambre. Además, dormir 7 y 8 horas al día es fundamental para reducir el estrés y sentirse con más energía.
Por último y muy importante, no seas tan estricto con vos mismo. Estos son tiempos difíciles y está bien darse gustos y concederse algunos antojos que dan felicidad y ayudan a controlar nuestras emociones y sentimientos.
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