Compartimos un hermoso de Lorena Pronsky, psicóloga, que alumbra las profundidades más bellas de la bondad verdadera. Autora de libros que fueron best sellers, como "Rota se camina igual", "Despierta" y "Flores en el barro", en sus textos reflexiona sobre la resignificación de las heridas, la importancia de los buenos vínculos y el tejido de buenas redes de sostén, compañía y cuidado.
Te acercamos un texto que subió a sus redes. Se llama "Quiero gente buena". No te lo pierdas.
Puedes leer: 7 cosas que me enseñaron mis pacientes terminales y que me ayudan a vivir mejor
Quiero gente buena
Sin fuerza para el engaño. La mentira. La falsedad.
Buena como esa madera que no se pudre a la primera gota de agua que le cae encima y te arruina el resto del cajón de manzanas. Esa madera que resiste los cambios climáticos. Tus cambios climáticos. Esos que de repente te hacen una persona vulnerable a las tormentas de la vida.
A veces, primavera; otras, verano. Y cada tanto un huracán imposible de poder ingresar.
Gente buena.
Hecha de plomo. De fuego. Tierra. Gente que firma con sangre una amistad para toda la vida sin la ocurrencia de descartarte si tu piel se manchó por una raya que te pintaste vos mismo, ahí, cuando fracasaste. Fallaste. Erraste. Pero te aguanta. Pero no cualquier aguante. El que te sostiene. El que te eleva. El que confía en que la vida es ensayo y error y entonces, no te tira porque apuesta al reciclaje.
Gente dónde la magia la vuelve más linda cada vez que te ve feliz. Más hermosa. El orgullo de tu bienestar le da vida.
Vivimos en un mundo urgente. Donde la urgencia de definir si entonces si, o si entonces no, depende de un solo disparo que salió para el lado equivocado y se da más importancia al disparo que a la equivocación.
Todo es urgente. Mundo de ruido. De papel. De aire.
De llamas que consumen lo que un día fue lo más importante. Así dicen. Así te dijeron. Así te hicieron sentir.
Mundo extraño que frente a cada nuevo tajo te pone a prueba la resiliencia y la fortuna de romperte para volver a construirte con cimientos más fuertes pero igual de vulnerables.
Gente buena.
Que te impulse esa risa en tu cara que mira a la nada. Que no utiliza el castigo de la distancia como resarcimiento frente a tu pie, metido en el barro.
Gente que no se cobra tus errores. Que te cuida a pesar de tus baches. Tus días de invierno. La locura temporaria. Las ganas de desaparecer.
Gente que te trae de nuevo a la vida que a veces y sin saberlo, con un beso en la frente y un "quédate tranquila", te pone otra vez el corazón en tu sitio.
Mundo del descarte. De lo efímero. Donde lo que vale dura un tiempo y lo mata lo que sigue. En un rato. Mañana. Pasado.
Mundo barato. Influenciable.
Necesito gente señal.
De esas que tienen amor que no caduca. Que no se vence. Que no se juega en una ficha de la ruleta.
Puedes leer: "Hacerse cargo del deseo exige duelos, pero es el camino hacia la existencia verdadera"
Gente que se llama valor.
Que es incapaz de dejar a un adjetivo sin su nombre al lado. De sacarte el refuerzo, el amoroso, claro.
Honesta. Que camina de frente y no de espalda. Que los cuchillos los usa para cortar la comida y no para clavártelos cuando te ve tierna. A punto. Jugosa. Indefensa.
Quiero gente que no se esconda detrás de la máscara de la falsa bondad. De una solidaridad temporal. Del silencio y la ausencia que te ponen arriba de la mesa como cartas posibles a apostar en un juego que nunca estuviste jugando.
Gente sana.
Que le dé sentido.
Que tenga sentido.
Que no hiera.
Que conozca tus espinas y las pueda acariciar, aunque pinchen, porque saben que son parte de toda la flor que eres. Gente que no la devuelve. Que no se apodera de un vínculo al matarlo.
Gente de bien.
De bien corazón.
De bien querer.
De bien acompañar.
De bien. Para bien. Por tu bien. Gente que le da el sentido cuando a vos te falta.
Gente que no juzga.
Que no confunde comprensión con agarrar dos remos y se adjudica la hazaña de intentar salvar un barco que nunca jamás se iba a hundir.
Porque hay barcos que nunca se hunden. Tan solo de vez en cuando se amarran por un tiempo porque la marea se complica.
Pero no se hunden. No se pierden. No se tiran.
Barcos que duran a pesar de las ráfagas de viento por el simple hecho de llamarse amistad.
Puedes leer: Cómo lograr Lunes Felices: una invitación a soltar lo que nos hace mal
Gente que firma su permanencia con la pluma del para siempre a pesar de los nunca que hacen cortocircuito.
Esos que no se van.
Que no te echan.
Que te esperan.
Que te quieren.
A pesar de. A raíz de. Por el bien de.
Seguí leyendo
- Somatizar las emociones: cuando el cuerpo habla lo que la palabra calla
- Resiliencia, una capacidad que puede desarrollarse
- 10 claves para ser feliz y dejar la tristeza de lado
- Gracias a la vida: claves y secretos para envejecer más feliz
- Para vivir feliz el presente, hay que afrontar el pasado
- Cómo mejorar la autoestima: consejos para quererte mejor
- Facundo Manes: cómo distinguir entre tristeza y depresión
- Depresión: las señales del cuerpo que no es bueno ignorar