A todos nos duele algo... Y todos tenemos la posibilidad de elegir qué hacer con ese dolor

Iris Rubaja, terapeuta y escritora, autora del libro “Puente” Un viaje del dolor al amor, nos convoca a pensar sobre el duelo, las heridas y la decisión de sanar.

como dejar de sobrepensar las cosas

Dicen que cuando algo se rompe es por ahí donde entra la luz, pero que poco sabemos de caminar las heridas, de mirar a la cara al dolor y, así, atravesarlo. A veces nos parece demasiado, nos sentimos hundidos, sin recursos emocionales, o simplemente quedamos entrampados en el, y el dolor se vuelve sufrimiento.

Es aquí donde la vida nos convoca a tomar una decisión. ¿Nos hundimos o nos transformamos? He aquí el camino de oruga a mariposa. Un viaje despojado de creencias, de mandatos y de excusas, un verdadero volver a empezar.

Debo decir que, para sanar, es obligatorio sumergirse en el dolor. Aquí se abre la puerta a nuestra vulnerabilidad, nuestra blandura. Entonces, vamos percibiendo que el dolor nos vuelve más humanos, más empáticos, más compasivos.

Habitar el dolor requiere de una profunda entrega, un proceso que nos invita a rendirnos ante él. Así, si permanecemos y nos atrevemos a integrarlo, nos percibimos completos, entendiendo que el amor también incluye al dolor. Somos todo eso.

Resignificar el dolor es el camino posible a la sanación. Y, como todo, es proceso. Un proceso que nos empuja a aceptar. No tiene sentido luchar contra lo que es. Las cosas no son como nos gustarían o como hubiéramos querido... Y eso duele, claro. Pero duele más resistirnos a la verdad, aunque no nos guste.

Abrazar lo que es, entonces, es la más profunda aceptación. Y, también, como todo proceso, nos convoca a confiar. Por eso ser valientes se vuelve imprescindible. Atrevernos, ser resilientes, darle espacio a la transformación porque ya no somos los mismos. Y también abrazarnos por el camino.

Y así, vamos reinventándonos, siendo ave fénix. Resurgiendo, buscando nuevos recursos, personas, palabras, caminos de sanación para nuestro corazón abollado pero que late y, en cada latido, nos recuerda que la vida sigue, y que es hermosa.

Y, de repente, sentimos esperanza. Nada dura para siempre. Es posible que no logremos reconocernos y eso es una buena noticia, pues las viejas estructuras se han caído y ahora se abre un espacio para volver a elegir, para resignificar, para conectar profundamente con el amor que nos habita.

Al final, todas las respuestas radican en ese amor que somos. Con esta mirada, todos tenemos la posibilidad de transformarnos. Todos somos resilientes. Lo que hacemos es una decisión y lo que no hacemos también lo es

Todos tenemos la posibilidad de elegir qué hacemos con lo que nos pasó. Las decisión es nuestra. Trabajar en nosotros y nuestras propias heridas nos va a permitir aceptar e incluir al dolor. Al fin y al cabo, vivimos el duelo como elegimos vivir la vida.

Por eso las decisiones se van afilando y ese es nuestro preciado poder personal. Es una decisión vivir desde el amor, una decisión que nos eleva, que nos expande, que nos invita a vivir con consciencia, en sintonía. Cada movimiento es una danza entre la coherencia, el amor y el respeto hacia nosotros mismos. Por eso, el viaje nos convoca a pensar elecciones conscientes y alineadas al corazón.

Es ahí donde podemos empezar a habitar nuestra libertad, que también lo incluye todo. El amor, el dolor, la aceptación y la transformación. Y aquí deviene el privilegio de ser quien decidamos ser. Porque el dolor no nos define.

Es importante comprender que somos mucho más que lo que nos está aconteciendo. Somos los creadores de nuestros pensamientos, de nuestras creencias y de nuestras
experiencias

El dolor duele. Es parte de la vida, resistirnos a él no lo hace desaparecer. Es como querer tapar el sol con la mano. Podemos hundirnos, enojarnos, patalear, maldecir, odiar la injusticia... Claro que podemos, y vale. Pero que dure poco porque la vida sigue. Mejor nos hacemos cargo, nos arremangamos y, amor mediante, salimos a sanar la herida y a salvarnos todos.

  • Por  Iris Rubaja, terapeuta y escritora. Autora del libro "Puente" Un viaje del dolor al amor. Su Instagram.

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