7 cosas que me enseñaron mis pacientes terminales y que me ayudan a vivir mejor

Mariana Jacobs, psicooncóloga, escribió un texto conmovedor en Facebook, donde cuenta lo que aprendió en su trato con pacientes cuya vida estaba apagándose.

empatia perdonar navidad

Mariana Jacobs es psicooncóloga y trabaja en cuidados paliativos, que es una especialidad de la medicina que se encarga de aliviar el dolor físico y psíquico en enfermedades graves y de acompañar a pacientes en los tramos finales de una enfermedad terminal.

Mariana compartió un texto conmovedor en Facebook, donde cuenta todo lo que aprendió en su trato cotidiano con personas que atravesaban los últimos momentos de sus vidas. Quiso compartir esa experiencia que sacude hasta la fibra más íntima y nos pareció importante llevar lejos su hermoso mensaje.

Podés leer: Rota se camina igual: una maravillosa invitación a resignificar las heridas

"Va el post más largo del mundo para todos aquellos que me piden que me siente a escribir. Espero que les guste, pero por sobre todas las cosas, espero que les sirva. Lo llamaré las 7 cosas que me enseñaron mis pacientes antes de morir (y que me ayudan a vivir mejor):

  1. El trabajo es lo que hacés, no lo que sos

Bajá cincuenta cambios. No importa lo grave que te parezca que es lo que pasa hoy en el trabajo; creéme que no lo es. Tu trabajo es lo que HACÉS, pero no es lo que SOS. Parece una obviedad, pero no lo es. Hacer identidad en el trabajo es una fuente asegurada de sufrimiento. Todo lo que sucede cuando salís del trabajo es lo que valorás cuando se acaba todo. Eso es lo único que realmente importa.

Nunca, en todos los años que hace que acompaño personas a morir, oí a alguien que me dijera que le daba pena morirse porque le hubiese gustado trabajar más, ganar más plata o tener un mejor puesto en una empresa. Nunca. Ni una sola vez. Y me cuesta creer que alguien alguna vez lo haya dicho.

Podés leer: El lenguaje positivo, una puerta para mejorar tu vida y tus vínculos

Con esto de ninguna manera quiero decir que el trabajo no importa. Aquel que se esforzó en su trabajo y lo disfrutó suele sentirse muy orgulloso de eso al final de su vida, pero lo que mis pacientes me transmiten una y mil veces es que lo que verdaderamente nos hace sentir vivos y plenos, lo que inclina la balanza, no es lo que pasa en el trabajo, no importa cuánto nos guste, no importa cuánta vocación tengamos.

Lo que nos llevamos es lo que pasa cuando volvés a casa. No importa cuánto ganes o cuanto creas que necesitás. Cuando se acabe todo, vas a haber querido pasar más tiempo en tu casa panza arriba mirando las estrellas. Vas a desear haber pasado más tiempo cenando con tus amigos y más domingos con tus viejos. Vas a desear más horas en la cama con tu pareja y más tiempo jugando en el pasto con tus nietos

El auto, la cantidad de empleados a tu cargo, las sucursales que abriste, el cuadro del empleado del mes y los metros cuadrados de tu casa te van a importar absolutamente nada. Estamos a tiempo. Pongamos el foco en lo que verdaderamente importa.

2. Conformate menos (también conocido como “escuchate más”)

Es muy común que mis pacientes se arrepientan de haber sostenido situaciones (personales o de laburo) que no les hacían bien durante mucho tiempo. Somos de aferrarnos, de aguantar, alargamos los procesos, nos justificamos o justificamos al otro o la situación. Nos cuesta patear tableros. Y cuando el tiempo que queda es poco, solemos lamentarnos del tiempo perdido.

Podés leer: Cómo vencer los miedos y romper con los mandatos

No tengas dudas de que el tiempo es lo más valioso que tenemos. “Me tendría que haber animado”. "No se por qué no mandé todo a la mierda”, “No sé por qué me banqué eso todos esos años”. “Pospuse lo que era importante para mí”. Hay algo que no nos deja darnos cuenta de que ese tiempo no vuelve, que es valiosísimo… Es la vuelta de calesita que nos queda. No la desperdicies.

Si hay algo que sentís con todo tu cuerpo que no te hace feliz, no sigas aguantando. No importa el motivo: te aseguro que te vas arrepentir. No te aguantes por miedo a cambiar, ni por sostener una apariencia, ni por comodidad, por fiaca, ni por no ir en contra de la corriente. Porque todo ese miedo y esa fiaca y esa zona de confort la terminás pagando carísima y, cuando te das cuenta, ya es tarde.

Desmalezá, pateá un par de tableros, quedate con lo bueno, lo que te hace bien, lo que te hace crecer, lo que te hace reír, lo que te hace sentirte interesado y curioso. ¡Y a vivir!

3. No te quedes con cosas por decir

De las cosas mas comunes que me encuentro diciendo a mis pacientes es… “y esto que me estas contando…alguna vez se lo dijiste a él/ella? ” y es NO la respuesta lamentablemente mas frecuente. Algunas veces, con algo de suerte, estamos a tiempo para repararlo y hablar, en la mayoría de los casos no. Ese momento ya pasó. Quien sea que teníamos algo para decirle que era importante se fue, o se murió, o ya no podemos contactarla. Ok. Ahora podés. Y tal vez pienses que se te va a pasar o que no es tan importante o que si decís lo que tenés para decir alguien se va a ofender o temés su reacción o no te animás a quedar tan expuesto….bla bla bla.
Me toca decirte que es probable que te acuerdes de eso mas adelante y te arrepientas. Lo oigo todo el tiempo, creeme. Decí lo que tengas para decir.

4. Perdoná ya mismo a todo el mundo... ¡Y basta!

¿Te estafaron? ¿Te metieron los cuernos? ¿Te mintieron? ¿Te maltrataron? Perdonalos a todos. Ya está. No estoy diciendo que te tenés que abrazar con el tipo que te faltó el respeto o la mujer que no te cuidó. No estoy diciendo que tenés que dejar pasar todo. Lo que digo es que lo tenés que soltar. De lo contrario, es como ir en un tren cargando una mochila llena de ladrillos en la espalda.

Yo solo te digo que vas a viajar mejor si, en vez de cargarla, la apoyás en el piso. Lo que te pasó es parte de tu historia pero no lo cargues más

Mis pacientes me dicen “creo que me enfermó la bronca que me dio lo que me hicieron”. “Estuve tan triste y tan angustiada que creo que me terminé enfermando por eso", o "pasé años angustiado por lo que me hicieron, perdí una década amargado en vez de disfrutar de lo que tenía.”

Podés leer: Dejar atrás los rencores y la amargura: el impacto de perdonar y dar vuelta la página

5. Guardar rencor enferma (no lo digo yo, lo dicen ellos). Yo creo que la gente se enferma por muchas cosas. No creo que sea la angustia la causa de todas las enfermedades. El mundo está lleno de deprimidos saludables, pero lo que creo que lo que mis pacientes me intentan decir es que el no haber podido soltar algo doloroso que les pasó, les hizo daño.

Por eso, dejalo ir. Dejalo ser. Perdoná a quien tengas que perdonar. Por vos, no por ellos. Aunque no te lo pidan. Todos tenemos alguien que nos hizo daño, alguna cicatriz

Apoyemos la mochila en el piso y miremos por la ventana, porque el tren sigue viaje y, como dice Charly García, “es mejor no estar atado a nada”.

5. Decí gracias. Todos los días. Todos los días. Sí, los 365

Las cosas más comunes que oigo son: “no me daba cuenta todo lo que tenía. Vivía pendiente de lo que me faltaba”; “me quejaba todo el tiempo por pavadas y ahora me doy cuenta de lo afortunado que era"; "recibí miles de cosas de mis viejos y me doy cuenta de que nunca les dije realmente gracias”; “mi mujer/mi marido/mi hermana me acompañó en miles de cosas y creo que nunca se lo agradecí como se lo merecía”.

Resumen: tenés tu salud, decí gracias. Tenés una familia, decí gracias. Tenés un techo y agua potable, decí gracias. Tenés trabajo y comida, decí gracias. Tenés piernas que te llevan adonde querés ir, una genialidad, decí gracias. Tenés a alguien, aunque sea una sola persona, para la quien sos importante, decí gracias. Pudiste ir a la escuela, decí gracias. Hoy a la mañana te levantaste y no te dolía nada, decí gracias. ¿Abriste los ojos a la mañana? Decí gracias. Todos los días, cuando te levantes, ¡gracias!

6. Ok, una difícil

No puedo aconsejarles que recen ni que tengan Fe. Nadie puede hacer eso por consejo. No se le puede decir a alguien que Crea en Algo… Porque la espiritualidad pertenece a una esfera de la vida que no puede seguirse como un manual. Pero yo solo puedo decirles que, en mi experiencia de acompañar en el final, el tener una experiencia de Dios, o alguna relación con lo Sagrado, o con algo que concibamos como más importante y más grande y amplio que todos nosotros y todo el universo, hace toda la diferencia.

Podés leer: La mejor rutina matutina en tres simples pasos para prepararse para el día

Tal vez sea porque el haber cultivado alguna relación con algo más trascendente que nosotros, algo más importante que todo lo que hacemos y lo que somos, nos da la posibilidad de entender con el corazón que nada de lo que creemos que somos se termina realmente.

Esa conexión con el “todo” puede tener muchos modos de expresarse. Puede que sea por medio de la religión, o la práctica de la meditación o alguna filosofía, o por el respeto profundo de la naturaleza o el silencio. Creo que son todos caminos diferentes pero igualmente válidos. Es solo cuestión de encontrar cuál es el propio, y seguirlo.

7. Cierro con una que es mucho más cursi de lo que me gustaría ser, pero tal vez sea la más importante de todas

Hay una canción muy buena que lo dice: “measure in love” (algo así como medí en amor). ¿Medí qué? La vida. El peso específico de la vida se mide así: en el amor. Es absolutamente cierto. Hace años que lo compruebo, en cada una de las vidas que he tenido el honor de acompañar en su cierre.

Hacé lo que tengas que hacer, pero asegurate de dar y recibir todo el amor que puedas. En todas las formas que puedas. En el rol que tengas, como madre, padre, hija, tía, sobrino, abuelo, amigo. Cuidá con amor a alguien, y a algo, un cactus, a tu perro, o a la naturaleza en general. Dar y recibir.

Podés leer: La base de un cerebro sano es la bondad

Si lo pienso, todo lo que me enseñan mis pacientes son distintas versiones de esto mismo: oírse, escucharse a uno mismo es amarse. Pasar tiempo con quienes uno ama, es amar. Ser agradecido es sentirse amado y en el gracias estamos amando a quien nos da.

Perdonar es ver en el otro su limitación y lograr tocar esa limitación con compasión. Perdonarse a uno mismo, es una importantísima forma de amor

En el fondo… Es tan simple. Así de simple. Eso me enseñan mis pacientes. Así vamos a medir la vida. Así vamos a poner las cosas en la balanza...

En resumidas cuentas, para morirse bien es importante vivir bien. Hace poco un paciente muy querido me dijo antes de morir: “trabajé tantos años para que mi vida sea maravillosa, que ahora que me tengo que ir me da pena dejarla… Me salió tan linda…”. Hicimos silencio un rato contemplando su vida juntos, sentados en ese misterio… Y me dijo: “Lo hice bien. Valió la pena cada minuto”

Eso es señores, a vivir".

"And in the end... The love you take… Is equal to the love you make”
(The Beatles)

Muchas emociones, muchas enseñanzas. ¡Gracias Mariana por compartir tantas cosas tan pero tan importantes. Todos somos más ricos y apreciamos más la vida desde tus palabras. Gracias.

Te puede interesar: 

magnifiermenu linkedin facebook pinterest youtube rss twitter instagram facebook-blank rss-blank linkedin-blank pinterest youtube twitter instagram