¿Hechás humo cuando alguien se mete delante de tu auto en medio de un tránsito caótico? ¿Te sube la presión arterial cuando tu hijo se niega a cooperar? La ira es una emoción normal y sana, pero es importante afrontarla de forma positiva. La ira incontrolada puede afectar tanto a tu salud como a tus relaciones con los demás.
¿Estás preparado para controlar tu carácter? Estos 10 consejos que nos proponen los especialistas de Mayo Clinic para manejar la ira son el mejor modo de empezar a ponerle coto a las reacciones desmedidas de enojo.
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Pensá antes de hablar
En el calor del momento, es fácil decir algo de lo que más tarde te arrepentirás. Tomate unos momentos para ordenar tus pensamientos antes de decir nada, y permití que el resto de las personas implicadas en la situación hagan lo mismo.
Una vez te hayas calmado, expresa tu enfado
Apenas empieces a pensar con claridad, expresa tu frustración de manera firme, pero sin confrontaciones. Explica cuáles son tus preocupaciones y necesidades de manera clara y directa, sin herir a los demás ni intentar controlarlos.
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Hacé ejercicio
La actividad física puede ayudarte a reducir el estrés capaz de irritarte. Si sentís que te sigue subiendo la mostaza, salí a dar una caminata enérgica, a correr, o ponete a practicar cualquier otra actividad física que disfrutes.
Aíslate un rato
La técnica del aislamiento temporal no es sólo para los niños. Toma descansos cortos durante los momentos del día que suelen ser estresantes. Pasar un rato en calma puede hacer que te sientas mejor preparado para manejar lo que sigue, sin irritarte ni enfadarte.
Identifica posibles soluciones
En lugar de centrarte en lo que te enfadó, hacelo en resolver el problema que ha surgido. ¿Te enloquece el desorden en la habitación de tu hijo? Cerrá la puerta. ¿Llega todas las noches tarde tu pareja a cenar? Fijen la hora de la cena para más tarde o lleguen al acuerdo de que comerás solo algunas veces por semana. El enfado no arreglará nada y podría empeorar la situación.
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Siempre hablá en primera persona y diciendo “yo”
Para evitar criticar o culpar (lo que posiblemente solo aumenta la tensión), hablá en primera persona cuando expliques el problema. Sé respetuoso y específico. Por ejemplo: "yo estoy enfadado porque te levantaste de la mesa sin ofrecerte a ayudar con los platos", en lugar de decir "Nunca haces nada en la casa".
No albergues resentimiento
El perdón es algo muy poderoso. Si dejás que la ira u otros sentimientos negativos desplacen a los positivos, podés verte absorbido por tu propia amargura o por una sensación de injusticia. Pero si podés perdonar a quien te hizo enfadar, quizás ambos aprendan algo de la situación. No es realista esperar que todo el mundo siempre reaccione exactamente como queremos.
Usa el humor para liberar la tensión
Restarle seriedad al asunto puede ayudar a dispersar la tensión. Dejá que tu sentido del humor te ayude a enfrentar lo que te está enojando y, posiblemente, cualquier expectativa no realista que tengas de cómo deberían ir las cosas. Sin embargo, evita el sarcasmo, porque podría herir los sentimientos y empeorar las cosas.
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Practicá técnicas de relajación
Cuando tu carácter salga a flote, poné a trabajar tu capacidad de relajación. Practicá ejercicios de respiración profunda, imaginá una escena relajante o repetí alguna palabra o frase tranquilizante, como "tomalo con calma". También podrías escuchar música, escribir un diario o hacer un poco de yoga, lo que necesites para fomentar la relajación.
Aprendé cuándo debes buscar ayuda
Aprender a controlar la ira es un reto para todos, en su momento. Considerá buscar ayuda si ante un problema te parece que tu carácter se descontrola, te mueve a hacer cosas de las que te arrepientas o lastimás a quienes te rodean.