Uno de los mayores desafíos a los que debemos enfrentarnos como sociedad en nuestros tiempos globalizados es al de poder producir y consumir alimentos de calidad.
Las constantes luchas entre grupos ambientalistas y diferentes empresas productoras de alimentos nos ponen en alerta sobre prácticas que podrían estar afectando nuestra salud de modo directo o indirecto. Es decir, consumiendo alimentos nocivos o en su defecto viéndonos afectados por los residuos químicos que estas empresas generan.
Por ello, para poder dar una respuesta a esta situación, en muchos lugares se está pensando en reducir la escala de la producción para que sea más accesible a cada uno de nosotros el poder alimentarnos un poco más sano. Es decir, tener cierta soberanía alimentaria, mejorando el control sobre los alimentos que consumimos y reduciendo la dependencia del exterior.
Y esa posibilidad la tenemos al alcance de la mano. La puesta en marcha de macetohuertos, sea tanto una humilde botella reciclada ubicada en el alféizar de la ventana hasta una exuberante azotea totalmente cultivada en macetas, aportan innumerables beneficios a la calidad de nuestras vidas.
De hecho, a pesar de que se trata de un sistema bastante artificial, nos puede proveer de alimentos de calidad si tenemos un buen sustrato, lo fertilizamos con abonos orgánicos y cultivamos variedades tradicionales de hortalizas y hierbas.
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Otra de las ventajas de armar un macetohuerto es la de ahorrar energía ya que estas plantas aportan un aislamiento térmico interesante. En el balcón o en el patio de la casa pueden actuar como barrera natural de las temperaturas exteriores lo que nos permite reducir el consumo energético de las casas y edificios.
Por otro lado, estaremos estableciendo en nuestros vidas una actividad que genera ocio de calidad. Un macetohuerto es un espacio que puede tener otros usos, pudiendo utilizarse como espacio de reunión, lectura, reposo o donde tomar el sol.
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La contribución de estos espacios no solo es para nosotros mismos sino que también está dirigida al resto de la comunidad ya que a partir de estos reductos urbanos de vegetación podremos colaborar con mejorar el clima urbano. Un pulmón verde, por pequeño que sea siempre hace bien y es bienvenido. Porque en cierto modo estos espacios compensan el espacio verde natural perdido a causa de la urbanización, proporcionando una hábitat natural alternativo para animales y plantas, haciendo el mundo un poco más habitable.
En ese sentido, los macetohuertos también nos permitirán mejorar el reciclado doméstico. Mediante el compostaje podremos aprovechar los restos orgánicos de la cocina, ya sea que provengan de frutas y hortalizas que compremos o procedentes de nuestro propio macetohuerto, lo cual generaría un excelente bucle de retroalimentación ecológica. También podemos poner en práctica un sencillo sistema casero de recuperación del agua de lluvia, que es mejor para el riego.
Como podemos ver, las ventajas son enormes tanto para nuestra salud física como social puesto que nos estaremos alimentando mejor y colaborando con el resto de la comunidad.
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