
Podemos devorar delicias de panaderías, no dejar pasar ni una sola oportunidad para comer una pizza, y alegrarnos y hasta sentir un profundo estremecimiento al saber que alguien nos está comprando un helado.
Sin duda, estas son las trampas de oso de los productos alimenticios y también quizás son la fuente más habitual de desaparición de las dietas, pero una investigación publicada en la revista PLoS ONE sugiere que la culpa no es toda nuestra, sino que algo de esa culpa va compartida con los propios alimentos.

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Los alimentos altamente procesados (es decir, grasos y azucarados) plantean problemas similares de vida a las personas afines a la adicción, según revela el estudio de la Escuela de Medicina de Icahn. Los científicos son reacios a colocar la adicción a la comida en el mismo campo de juego que el alcohol o las drogas, pero este estudio concluye que las conductas y actitudes que rodean el consumo de ciertos alimentos están estrechamente relacionados con los patrones de adicción.
Los investigadores pidieron a 400 participantes que usen la Escala de Yale de Adicción a la Comida para identificar qué alimentos les preocupan más, pidiéndoles que contaran el número de veces que han comido hasta el punto de sentirse físicamente enfermos o pesado. Esta escala consiste en una serie de 25 items que hace mensurables los comportamientos alimenticios y la dependencia de sustancias.

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En lugar de comparar cada alimento uno contra el otro, se les pidió a los participantes que calificaran qué tan probable era experimentar problemas, como se describe por el YFAS, con cada uno de los 35 alimentos en una escala de Likert de 1 (no es en absoluto problemático) a 7 (muy problemático).
Los 5 alimentos más adictivos
Pizza: Este popular alimento combina una base de masa refinada, salsas ricas en sodio y grasas saturadas provenientes de quesos y embutidos. Su alto contenido calórico y de carbohidratos simples puede provocar picos de glucosa en sangre, seguidos de caídas que incentivan el consumo repetido. Además, la combinación de grasas y carbohidratos refinados activa los centros de recompensa del cerebro, contribuyendo a su potencial adictivo.
Chocolate: Especialmente el chocolate con leche, contiene altos niveles de azúcar y grasa, lo que lo hace altamente palatable y potencialmente adictivo. El azúcar provoca una rápida liberación de dopamina, un neurotransmisor asociado al placer, reforzando el deseo de seguir consumiéndolo. Además, el chocolate contiene pequeñas cantidades de compuestos psicoactivos como la teobromina y la cafeína, que pueden estimular el sistema nervioso central.
Papas fritas (chips): Las papas fritas son ricas en grasas trans y sodio, y su textura crujiente las hace especialmente atractivas. El alto contenido de sal puede alterar los mecanismos de saciedad, llevando a un consumo excesivo. Además, la combinación de carbohidratos simples y grasas favorece la activación de los circuitos de recompensa en el cerebro, aumentando su potencial adictivo.
Galletas (cookies): Las galletas suelen contener grandes cantidades de azúcar, grasas saturadas y harinas refinadas. Esta combinación no solo las hace altamente calóricas, sino que también puede provocar fluctuaciones rápidas en los niveles de glucosa en sangre, generando una sensación temporal de energía seguida de fatiga, lo que puede incentivar un consumo repetido.
Helado: El helado es una mezcla de azúcares y grasas que lo convierte en un alimento altamente palatable. Su textura cremosa y su dulzura pueden estimular la liberación de neurotransmisores relacionados con el placer, como la dopamina, reforzando el deseo de seguir consumiéndolo. Además, su baja temperatura puede tener un efecto anestésico en la boca, lo que podría contribuir a su consumo excesivo.

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Los 5 alimentos menos adictivos son
Arroz integral: A diferencia del arroz blanco, el arroz integral conserva el salvado y el germen, lo que le aporta mayor contenido de fibra, vitaminas y minerales. Su índice glucémico es más bajo, lo que ayuda a mantener estables los niveles de azúcar en sangre y proporciona una sensación de saciedad más prolongada. Además, su textura más firme y sabor más intenso pueden hacer que se consuma en porciones más moderadas.
Manzanas: Las manzanas son frutas ricas en fibra, especialmente pectina, lo que contribuye a la salud digestiva y proporciona una sensación de saciedad. Además, contienen antioxidantes como la quercetina y vitamina C, que apoyan el sistema inmunológico. Su dulzura natural y la necesidad de masticarlas bien pueden ralentizar su consumo, reduciendo la probabilidad de comerlas en exceso.
Porotos (frijoles): Los porotos son una excelente fuente de proteínas vegetales, fibra y diversos micronutrientes como hierro y folato. Su alto contenido de fibra ayuda a regular los niveles de azúcar en sangre y promueve la saciedad. Además, requieren preparación y cocción, lo que limita su consumo impulsivo.
Zanahorias: Las zanahorias son bajas en calorías y ricas en beta-caroteno, un antioxidante que el cuerpo convierte en vitamina A, esencial para la salud ocular. Su textura crujiente y el tiempo necesario para masticarlas pueden contribuir a una mayor sensación de saciedad y a un consumo más consciente.
Pepinos: Los pepinos tienen un alto contenido de agua, lo que los hace muy hidratantes y bajos en calorías. Son una buena fuente de vitamina K y contienen antioxidantes como los flavonoides y taninos, que combaten el estrés oxidativo en el cuerpo. Su sabor suave y textura crujiente los hacen ideales para ensaladas y refrigerios saludables.

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