Psicología de la queja: el desgaste mental y emocional de lamentarse por todo

El lamento crónico tiene un impacto significativo en la salud emocional, mental e incluso física, tanto de quienes se quejan como de quienes reciben.

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La queja proyecta una larga sombra sobre ti y sobre los demás, no te deja ser feliz, te hace sentir amargado y desanimado. Foto: Bigstock

"Imaginemos una situación de lo más común. Dos personas que caminan apresuradamente se cruzan por la calle. Pueden ser amigos, compañeros de trabajo o conocidos. Uno de ellos saluda con un 'hey, ¿qué tal estás?' o '¿cómo te va?' Automáticamente, el otro responde: 'Vamos tirando' o 'vamos, que no es poco'. Poco después, cada uno sigue por su lado. El breve encuentro está marcado desde el principio por la queja sistemática".

Así arranca María J. García-Rubio, profesora de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de Valencia y Codirectora de la Cátedra VIU-NED de Neurociencia global y cambio social, su columna publicada en The Conversation.

como dejar de quejarse
Es importante entender qué sucede en el cerebro cuando nos quejamos y por qué es un hábito que daña la salud mental.

En pleno siglo XXI, dice, "las sociedades desarrolladas aceptan este tipo de actitud como una forma rutinaria de interacción social. De hecho, es bastante frecuente escuchar quejas sobre el tráfico, el clima, el trabajo o las dificultades económicas. Para muchos, es algo inofensivo e incluso terapéutico, porque les sirve de desahogo emocional".

Sin embargo, explica García-Rubio, se ha demostrado que el lamento crónico tiene un impacto significativo en la salud emocional, mental e incluso física tanto de quienes se quejan como de quienes reciben los comentarios pesarosos.

Qué es la queja y por qué es un hábito que daña la salud mental

Antes de saber cómo dejar de quejarse es conocer qué es la queja. La queja es un discurso interno (lo que nos decimos a nosotros mismos) o externo (lo que les contamos a otros), que se trasmite con la intención de expresar, aliviar un malestar, dolor, sufrimiento o con la intención de criticar algo o a alguien.

Expresar es bueno, pero diferenciemos entre:

  • Quejas funcionales o justificadas, que nos ayuda a recibir atención y apoyo cuando es necesario, y a detectar lo que no está bien para poner en marcha soluciones.
  • Quejas disfuncionales, las que nos cargan de energía negativa, nos alejan de la búsqueda de soluciones y producen malestar y estrés entre las personas que te rodean.
¿Qué es quejarse de algo?

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¿Por qué nos quejamos?

Es importante pensar por qué nos quejamos... Por qué esa mala energía se apodera del discurso cotidiano... Porque lo hemos aprendido (lo hemos escuchado desde pequeños de los padres o de algún familiar o de otras personas y, sin darnos cuenta, continuamos con ello toda la vida). Por hábito: a veces no sabemos como empezó, pero forma parte de nuestra manera de ser y relacionarnos. Por tener un tema del que hablar, porque tendemos a ser pesimistas, porque somos perfeccionistas y exigentes, por falta de empatía...

¿Vale la pena? ¿Suma? ¿Nos hace bien? ¿Cómo impacta en nuestras relaciones con los demás? Veamos un poco qué hay detrás de la psicología de la queja.

Psicología de la queja

García-Rubio analiza "la expresión repetida de insatisfacción, frustración o malestar por situaciones percibidas como negativas. Se trata de un fenómeno casi universal que puede extrapolarse a contextos familiares, laborales y sociales. Lejos de una visión catastrofista, quejarse ocasionalmente es una parte normal de la experiencia humana. El desgaste emocional y fisiológico ocurre cuando ese talante negativo invade nuestras rutinas diarias".

¿Cuál es el significado de quejarse?

Pero ¿por qué nos quejamos tanto? Algunos expertos consideran que actúa como un mecanismo de afrontamiento a través del cual liberamos tensión o buscamos validación. Concretamente, se ha observado que mediante la queja buscamos que aprueben nuestra opinión o percepción, como si se tratara de un bucle.

Hasta aquí, funciona como una estrategia de presentación ante nuestro grupo social; es una función adaptativa del ser humano, dice García-Rubio. "El problema es cuando se cronifica y extiende a numerosos contextos. Es una situación que empeora con el uso y abuso de las redes sociales, donde es frecuente que personas influyentes en las poblaciones más jóvenes dediquen gran parte de su contenido a despotricar sobre esto y aquello como estrategia de captación de seguidores o para crear debate e intercambio de comentarios".

Investigadores de la Universidad de Stanford descubrieron que exponerse a quejas durante 30 minutos al día puede dañar físicamente el cerebro, afectando las neuronas del hipocampo, esencial para la resolución de problemas y el funcionamiento cognitivo.

Impacto en el cerebro y la salud mental

Aunque es un campo de investigación pionero y requiere más estudios, la neurociencia ya se ha adentrado en la etiología y las consecuencias de la queja.

Diversas investigaciones han confirmado que el cerebro humano está diseñado para identificar amenazas y problemas, lo que explica por qué es tan fácil centrarse en lo negativo y por qué algunas personas tienden a quejarse más que otras. Se trata de un mecanismo evolutivo con un origen protector: el cerebro tiende a fijarse en lo negativo porque le permitía enfrentarse a un peligro real hace miles de años y aumentaba las opciones de supervivencia, dice García-Rubio.

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Este efecto, denominado sesgo de negatividad, puede volverse contraproducente en el entorno moderno, ya que focalizarse en lo malo de manera continua puede alterar la forma en que las personas ven el mundo y promover así nuevas interacciones como las que se basan en la queja.

Algunos estudios señalan que el acto de lamentarse puede provocar cambios estructurales en el cerebro que, a su vez, generan problemas en la resolución de problemas y la función cognitiva. Esto significa que las personas quejumbrosas pueden ver mermadas funciones como la resolución de problemas, la toma de decisiones o la planificación. Esto genera aún más frustración y, en consecuencia, más quejas.

Además, se ha observado que la queja cotidiana se correlaciona con la sintomatología ansioso-depresiva. En concreto, con pensamientos intrusivos, rumiaciones, baja autoestima, cansancio y fatiga mental. Por ello, los individuos que no paran de lamentarse por todo suelen ser más pesimistas y menos resilientes frente a las adversidades.

Consecuencias negativas de la queja

En resumen, cuando nos quejamos tenemos consecuencias negativas de las que en ocasiones no somos conscientes:

  • Favorecemos un estado de ánimo negativo. Cuando esto sucede, es más probable que interpretemos lo que nos pasa también de forma más negativa.
  • Creamos un mal ambiente entre nuestros amigos, compañeros, pareja, conocidos o familiares. Los que nos rodean se cansan de nosotros, nos evitan, porque no somos buena compañía o por cansancio. A nadie le gusta estar junto a un amargado o quejoso, sobre todo si es algo permanente. ¿Tú elegirías tomar un café con alguien que no sonríe y que se queja de todo?
  • Nos hace pasivos porque mientras nos quejamos no resolvemos.
  • No aprendemos nuevas formas de abordar los problemas.
  • La queja produce estrés en ti y en los que la escuchan o la “sufren”. Y recuerda que el estrés afecta a nuestra salud.

Abandona la queja: estrategias para cambiar de actitud

A continuación explicamos algunas de las formas de interacción y afrontamiento más recomendadas en consulta psicológica:

  • Practicar la gratitud. Centrar la atención en el momento con el foco en lo que tenemos favorece el agradecimiento. Registrar las cosas por las que podemos sentirnos agradecidos en un diario ayuda a cambiar la perspectiva.
  • Buscar soluciones. Hacer, por ejemplo, una lista de posibles acciones para mejorar una situación nos da una sensación de control y reduce la frustración.
  • Prestar atención a nuestras palabras. La psiconeurolingüística nos enseña que ser consciente del lenguaje que utilizamos y modificarlo para que sea más positivo o neutral nos puede ayudar a cambiar el patrón de pensamiento.
  • Establecer límites con los demás. Se trata de un mecanismo de protección. Supone, por ejemplo, evitar conversaciones que se centren demasiado en lo negativo o proponer un enfoque más constructivo para los problemas.

Sin duda, ser consciente del hábito malsano de quejarse sin descanso e intentar cambiarlo es esencial para mejorar la calidad de vida. Es un objetivo que forma parte del crecimiento personal de cada individuo y que se puede reforzar con el apoyo de la terapia psicológica.

Antes de quejarse otra vez, tenga en cuenta los efectos cerebrales, emocionales y sociales que conlleva. Y recuerde: la queja no es negativa si no se cronifica. No somos perfectos, somos humanos.

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