Hay ciertos momentos en la vida en que nos detenemos un instante y, corriéndonos de la marea diaria de responsabilidades, rutinas estresantes y carreras alocadas por llegar a tiempo quien sabe a dónde, podemos hacer un balance minucioso y replantearnos algunas cosas.
Al observarnos encontraremos, como todos, objetivos cumplidos, metas logradas, situaciones inesperadas resueltas con éxito y también algunas otras que no hemos llegado a realizar o que no hemos podido resolver del modo que hubiéramos querido.
Nunca es tarde
Sin embargo nunca es tarde para enfrentarnos a aquello que alguna vez hemos anhelado y, gracias a que las barreras de los prejuicios se van superando, hoy en día la edad ha dejado de ser un impedimento para lanzarse a aprender algo nuevo o a iniciar o retomar una actividad que nos daba satisfacciones pero tuvimos que dejar.
En función de determinadas situaciones como puede ser por ejemplo que los hijos ya han crecido lo suficiente como para alcanzar cierto grado de independencia, los cincuenta años tienden a ser un momento en el que los adultos se quedan con más tiempo libre.
El poder de los deseos pausados
Allí es cuando pueden surgir esos momentos renovadores de crisis, balances y replanteos y enfrentándose con las deudas pendiente uno se plantea cómo tomar las riendas de ese deseo y concretarlo, ya sea terminar los estudios, hacer una carrera o cultivar el interés en algo que siempre estuvo ahí pero nunca hubo tiempo.
Tomar la decisión de empezar algo nuevo no solo tiene que ver con saldar deudas del pasado sino también con generar mejores y más saludables perspectivas físicas y emocionales de cara al futuro.
“Hoy sabemos que aprender “cosas nuevas” favorece nuestro sistema cerebral, que no solo aprende sino que al ser estimulado produce químicos que nos hacen sentir bien, mental y físicamente. En estudios de neurociencias se afirma que activar las diferentes zonas de nuestro cerebro genera caminos que antes no existían, que se puede modelar y que hay capacidad de aprendizaje más allá de la edad que tengamos” nos explica la Counselor Laura Crotti, miembro de la Asociación Argentina de Counselors, entidad que nuclea a los profesionales de esta disciplina.
En este contexto particular, donde hay tareas que ya no se realizan, y el ritmo cotidiano empieza a generar nuevos espacios vacíos, cada integrante necesita tiempo para reencontrar su propia forma de atravesar este “despegue del nido”.
El nido vacío, repleto de oportunidades
“Para la pareja es un nuevo tiempo también, ya que es el reencuentro de “ellos”, solos, sin hijos de por medio, después de años de compartir con todos.” Nos cuenta Crotti y agrega que “Si bien en la actualidad los adultos maduros viven estas experiencias también es factible que no sea vivido como algo problemático, ya que hoy hay múltiples oportunidades de desarrollarse, y reencontrarse con uno mismo para hacer cosas nuevas o aquellas que quizás quedaron pendientes en algún momento.”
Crotti nos cuenta que en las consultas dentro de espacios de Counseling, las personas comparten el deseo de:
- Retomar alguna actividad del pasado
- Empezar una nueva carrera, curso o seminario
- Retomar los estudios a un ritmo más tranquilo sin presiones
- Buscar actividades para expresarse, realizar salidas, viajar, emprender un negocio
“Comenzar a estudiar significa retomar un ritmo que quizás quedó muy alejado de nuestro presente, necesitamos paciencia para aprender lo nuevo, acostumbrarnos al lenguaje técnico, atravesar los exámenes, superar el miedo al “ridículo” y animarnos” explica Crotti quien además aclara que los motivos por los cuales se toma una decisión trascendental como esta siempre es algo personal, subjetivo, es decir que no es algo dado por el exterior, “sino que cada persona decide el sentido que da a sus vivencias o elecciones.”
Darse la oportunidad, no importa la edad, es una buena elección favorable ya que todo lo que nos genera bienestar, creatividad, aun cierta ansiedad constructiva, nos ayuda a sentirnos mejor con nosotros mismos y nuestro entorno. Puede ser un tiempo nuevo, de disfrute, de aprendizaje donde las experiencias se capitalizan para uno mismo y también en la relación con