Por qué las vacaciones son buenas para el cerebro de tus hijos

Algunos padres no están tranquilos si sus hijos no tienen las manos sobre un violín, los ojos sobre un libro de chino, y la cola apoyada en una clase extraescolar. Sin embargo, numerosos estudios reflejan que el niño se beneficia de desconectar y cómo las vacaciones pueden ser tremendamente beneficiosas para su cerebro. Aquí tienes algunas razones para ello.

  • Mejorar la memoria. La memoria se beneficia de estar en entornos novedosos y realizar actividades nuevas. Las vacaciones sacan al niño de la rutina y le exponen a toda una serie de situaciones nuevas que estimularán a su cerebro para que aprenda y recuerde toda esa nueva información. Seguro que tú también has experimentado este efecto; ¿Has notado como los primeros días de vacaciones tus sueños son más vívidos? Eso ocurre porque tu cerebro hace un mayor esfuerzo por la noche para memorizar todas esas experiencias nuevas. Posiblemente tú también hayas notado como muchos de tus recuerdos de la infancia como aprender a montar en bici, jugar con tus primos o aprender a nadar aparecieron durante el verano.
  • Más desarrollo cerebral. Es una realidad. Los niños en verano se mueven más y hacen más ejercicio. Esto estimula la producción de una proteína (BDNF) que favorece el desarrollo de conexiones cerebrales. A nivel intelectual la traducción de este dato es muy clara; cuantas más conexiones cerebrales, mayor desarrollo intelectual.
  • Mayor autonomía. El verano es la época en la que muchos niños alcanzan mayor autonomía en muchos ámbitos de su desarrollo. En general, los niños en verano disfrutan de más libertad y eso les permite ganar autonomía; pero además es la época perfecta para entrenar a los más peques a usar el orinal y librarse del pañal ya que llevan menos ropa y cuesta menos cambiarle si se hace pis encima. También es un gran momento para dejar el chupete de lado porque al pasar más tiempo contigo sentirá menos su ausencia.
  • Respirar aire puro. Los entornos vacacionales reducen la exposición del cerebro a dióxido de carbono (CO2). El dióxido de carbono presente en las grandes ciudades ha demostrado tener un efecto inflamatorio sobre el cerebro aumentando el riesgo de déficit de atención y reduciendo el desarrollo intelectual del niño. El efecto es pequeño, pero respirar aire puro es sin duda más beneficioso para el cerebro del niño que respirar aire contaminado.
  • Más flexibilidad mental. El niño se expone en vacaciones a nuevas situaciones, nuevos amigos, nuevos horarios e incluso nuevas comidas. Salir de su rutina y exponerse a estas situaciones facilitan que desarrolle su flexibilidad mental.
  • Mayor confianza. En vacaciones los niños pasan más tiempo con sus padres. Juegan, ríen, se tumban sobre su espalda y se bañan con ellos en la piscina. Todo ese contacto estimula la producción de oxitocina haciendo que los lazos entre vosotros sean más estrechos y aumente su confianza. Además el hecho de aprender nuevas habilidades como nadar, bucear, montar en bici o simplemente aprender a hacer un castillo de arena con sus manos ayuda al niño a sentir más confianza en sus propias habilidades.
  • Un vínculo más estrecho. Las vacaciones son el momento ideal para estrechar lazos con tus hijos. Ellos además harán migas con sus primos o amiguitos del lugar donde paséis las vacaciones. Estrechar esos lazos potenciará el vínculo entre vosotros y eso, a su vez le permitirá sentirse seguro en el mundo cuando sea un adulto.
  • Más vitaminas. El cerebro necesita de vitaminas para generar los neurotransmisores que permiten a tus hijos aprender, recordar y experimentar un estado de ánimo positivo. Las frutas veraniegas como el melón, el albaricoque o el melocotón son especialmente ricas en vitamina A y C. Además los rayos de sol estimulan la creación de vitamina D que se ha demostrado beneficiosa para el desarrollo cognitivo. A pesar de sus beneficios, no olvides proteger a tus hijos del sol con una protección adecuada (Factor 50) durante todo el verano.

 

Álvaro Bilbao es Doctor en Psicología de la Salud y Neuropsicólogo. Padre de tres hijos y autor de El cerebro del niño y del curso online sobre Maternidad y Paternidad.

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