La mayoría de la gente sufre contracturas musculares. Por el estrés o por las malas posturasen el día a día o en el trabajo: la computadora, la mala posición al sentarse, el stress o el mal descanso nocturno, entre otros, producen un acortamiento muscular y se generan esos dolores tan molestos, que afectan la calidad de vida. Te contamos qué hacer cuando tienes una contractura y no se va.
Te contamos cómo aliviar el dolor de espalda, cuello u otras partes del cuerpo cuando tienes una contractura fuerte y no logras relajar la tensión muscular.
Qué hacer cuando tienes una contractura
El nombre médico de una contractura es síndrome de dolor miofascial y se define como el conjunto de síntomas causados por los puntos gatillo que incluyen dolor, debilidad muscular, limitación del movimiento, incoordinación, fatiga muscular y retardo en la relajación.
La contractura también vuelve más lenta la recuperación de los músculos después de su actividad.
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Para identificar un síndrome miofascial se toca el músculo doloroso y se detecta una contractura (banda tensa muscular), dentro de esa banda tensa se palpa en el centro un punto de mayor dolor (punto gatillo) que habitualmente reproduce el dolor de la persona y cada músculo tiene un patrón de dolor identificado.
Para simplificar qué es una contractura en la espalda podemos resumir que se trata de una contracción de los músculos que se produce por haber realizado un esfuerzo excesivo o repetitivo que ha ido inflamando los músculos de la zona
Cómo aliviar una contractura en la espalda
En general una contractura no está asociada a un trastorno musculoesquelético sino a la tensión muscular. Por ello el abordaje debe ir en esa dirección:
- Desinflamar la zona con calor: el calor es un excelente aliado porque ayuda a relajar la musculatura tensa o contraída. Es importante aplicar calor en periodos cortos (unos 15 minutos), tres o cuatro veces al día. También un baño caliente o una ducha caliente ayudan a relajar y calmar el dolor.
- Masajes: hay distintos tipos de masajes y cada uno tiene distintos objetivos. Un masaje descontracturante puede ser el mejor punto de partida, para luego ir a opciones más suaves.
- Luego, cuando las contracturas musculares se vuelven crónicas, la primera línea de tratamiento son los antiinflamatorios y los relajantes musculares.
- Las terapias manuales como la osteopatía y la reeducación postural global (RPG) sirven para corregir la postura y por ende alivian la contracción muscular mediante elongaciones. Estas terapias son efectivas para este tipo de patologías y la primera línea de tratamiento para los síndromes miofasciales.
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Qué hacer si la contractura no se va
Pero, ¿qué hacemos cuando la terapia manual no nos termina de ayudar? En la práctica médica se utilizan dos tipos de técnicas para “descontracturar” el músculo: la punción con aguja seca, que consiste en el empleo del estímulo mecánico de una aguja como agente físico (acupuntura), o la infiltración, inyectando de manera local con una aguja también muy fina con dextrosa (glucosa) en la zona de dolor muscular.
La dextrosa funciona sobre los nervios disminuyendo el dolor y permitiendo una buena elongación. De esa manera, cuando el paciente esté realizando osteopatía, reeducación postural u otra técnica de terapia manual mejora mucho más rápido.
En el momento donde la aguja ingresa al músculo y contacta el punto gatillo se genera una respuesta denominada espasmo local, que produce una contracción instantánea en el músculo para luego devolverle su tamaño normal
De esa manera, el músculo recupera la elongación normal y disminuye la contractura. Es común sentir molestias hasta 24 horas después del procedimiento hasta el cuerpo se adapte.
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Causas de las contracturas en espalda y cuello
Hay distintas causas que pueden llevar a una contractura en la espalda o en el cuello. Generalmente están relacionados con actividades que llevamos a cabo cada día y que generan un efecto acumulativo.
En general, las causas de las contracturas están relacionadas con factores biomecánicos de sobrecarga o sobreutilización muscular o microtraumatismos repetitivos
También el factor emocional influye en el estado de nuestros músculos, tensándolos y volviéndolos más propensos a sufrir contracturas en el cuello, la espalda e, incluso, la mandíbula. Algunas de las causas son:
- Mala posición. Por ejemplo, el inclinar demasiado la cabeza para mirar el ordenador (El mal del cuello roto: los celulares hacen que “carguemos” 25 kilos todo el tiempo.
- Repetir con frecuencia un mismo movimiento a veces nos lleva a una tendinitis o contractura.
- Sobre-esfuerzo o ejercicios mal realizados en los que movemos bruscamente un músculo de la espalda.
- Falta de estiramiento después de hacer deporto o falta de calentamiento antes de hacerlo.
- Movimientos bruscos.
- Estrés y tensión acumulada en las cervicales y en la musculatura de la espalda.
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