El mindfulness es una práctica que nos permite desarrollar recursos que todos los seres humanos tenemos desde que nacemos, pero que con el paso del tiempo utilizamos cada vez menos y, por tal motivo, se encuentran disminuidos. Estos recursos tienen la capacidad de bajar el alto impacto del estrés y permiten regular las emociones con mayor eficiencia. Si tomamos conciencia de cómo alimentamos nuestra ansiedad, miedo y angustia con la manera en que pensamos, sentimos y actuamos sobre lo que nos sucede, podríamos entender por qué mindfulness genera exactamente lo contrario.
Qué vas a encontrar en esta nota:
Mindfulness: el fitness mental de cada día
Qué pasaría si cuando estamos en un semáforo en lugar de mirar el reloj, chequear los llamados y mensajes, maldecir por cómo se nos vuela el tiempo, tomáramos, ese tiempo, para hacer consciente nuestra respiración, percibir la respiración en nuestro cuerpo, registrar cómo cuando inspiro abro y expando mi cuerpo. Hacer consciente de cómo al exhalar mi cuerpo se relaja, afloja, se distiende.
Aprovecho el instante en el que paro y conecto con el aquí y ahora, con cómo está mi cuerpo, para reconocer qué es lo mejor para mi bienestar y calidad de vida, o tal vez para elegir cómo quiero manejar hasta el próximo semáforo.
En general en el momento presente la mente nunca está. Una gran parte del aquí y ahora lo desarrollamos en piloto automático
En qué consiste la práctica de mindfulness
La práctica de mindfulness consiste en entrenar nuestra atención, trayéndola constantemente al momento presente. Sin hacer juicios. Este entrenamiento requiere desarrollar la capacidad que todos tenemos de PARAR y de OBSERVAR para percibir el momento presente. Realizar este ejercicio nos entrena en algo bien diferente a lo que estamos acostumbrados a hacer. Habitualmente la mente está pensando en algo y va saltando de tema en tema sin detenerse nunca.
Va del pasado, recordando situaciones, trayendo información, al futuro, proyectando posibilidades diversas. Pero en general en el momento presente la mente nunca está. Una gran parte del aquí y ahora lo desarrollamos en piloto automático. Todas aquellas actividades del presente que ya nos son conocidas las haremos en mayor o menor medida automáticamente, liberando a nuestra mente para que haga lo que quiera. Este tipo de actividad mental es natural para nuestra mente, se la llama mente de mono. Una mente activa inquisitiva, voluntariosa e impaciente, reactiva.
La práctica de la conciencia plena nos abre la posibilidad de equilibrar la balanza y entrenar una mente más calma focalizada, curiosa, abierta, flexible, que permite que las cosas sean, se procesen, sin intentar controlar nada, aceptando, desarrollando la paciencia, en lugar de la reactividad. No es que un tipo de mente esté mal y la otra bien; se trata de encontrar un mejor equilibrio entre ambas, son mentes complementarias.
El ejercicio de mindfulness requiere que paremos y observemos el momento presente con actitud de principiante, como si fuera la primera vez que experimento el aquí y ahora, desarrollando la curiosidad, la apertura y la aceptación. Capacidades que todos tenemos.
La observación que entrena la práctica de mindfulness requiere mantener una distancia óptima con lo observado. Una distancia que me permita observar, sin identificarme con lo que sucede. Desarrollando la capacidad de estar en el presente sin apegarme ni tampoco rechazar lo que ocurre (ya sea del mundo interno o del mundo externo). Manteniendo un espacio de libertad entre lo que sucede y yo, y permitiendo que lo que sucede suceda tal y como es.
Beneficios del mindfulness
Algunos de los beneficios de esta práctica:
- Baja los niveles de ansiedad y frustración.
- Es beneficiosa tanto para nuestra mente como para nuestro cuerpo y la manera en que respondemos conductualmente.
- Potencia la creatividad al momento de buscar respuestas adecuadas.
- Fortalece el sistema inmunológico, mejora los dolores musculares trastornos digestivos, gastritis úlceras y colon irritable, y todos aquellos síntomas y o enfermedades relacionadas con el impacto del estrés.
- Reduce el cortisol y la presión arterial, genera un impacto en el sistema límbico (centro cerebral de las emociones), reduciendo la actividad de la amígdala, modulando así la respuesta al miedo y el estrés. Las personas con una amígdala muy activa tienden a desregularse frente al estrés con ansiedad y depresión.
- Aumenta el funcionamiento del la corteza prefrontal del cerebro ( la zona llamada cingulada anterior) relacionada con la empatía y la toma de decisiones. Gracias a esto aumenta la estabilidad emocional y disminuye la reactividad emocional, (nuestra respuesta emocional involuntaria).
- Disminuye la rumiación mental, aumentando la capacidad de atención y concentración.
- Reduce la reactividad emocional y aumenta la capacidad de recuperación de situaciones difíciles.
- Desarrolla nuestra capacidad de empatía y de compasión tanto hacia uno mismo como hacia los otros. Mejorando las relaciones humanas.
- Revierte las situaciones problemas en situaciones de aprendizaje.
- Con tan solo dos meses de práctica diaria logra cambios significativos reduciendo los niveles de estrés.
Centrarnos en el presente y ser consientes de lo que nos sucede aquí y ahora nos distancia del cómo deben ser las cosas y nos acerca al como son/somos en realidad. Por eso también se la llama la práctica del discernimiento, ser mas consiente y realista. De esta manera nos ayuda a sentirnos mejor con nosotros mismos y nuestro autoconcepto.
La práctica del mindfulness nos brinda la posibilidad de fortalecer y mejorar nuestro cerebro. Generando una reserva personal de equilibrio, energía y bienestar. Desde donde tomar elecciones más conscientes respecto a lo que es más saludable y satisfactorio para nosotros y nuestra vida.
Fuente: Lic. Solange García Bardot. Instituto Sincronía. Especialistas en estrés, ansiedad y emociones
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