Cuando me incorpore a la Organización Mundial de la Salud, en Washington DC, y durante los tres años en que fui parte de ella, noté un fenómeno que, en ese momento, creí que era un hecho aislado. En realidad, era un fenómeno que presagiaba lo que hoy, doce años después, se repite una y otra vez: profesionales que, por normativa internacional, eran retirados a sus 62 años y que, al día siguiente, aparecían como consultores internacionales freelance de vasta experiencia en la red social LinkedIn.
Profesionales, trabajadores, que "retiran" del mercado cuando tienen, todavía, muchísimo para dar y para recibir. Hoy este fenómeno trasciende las diferentes formas de reinvención personal en la segunda mitad de la vida. Están quienes emprenden, asumiendo riesgos personales, financieros y hasta familiares. Están quienes, habiendo sido parte de la cultura corporativa, sumado a las crisis personales que todos solemos atravesar, se erigen como coach de vida luego de un curso de los tantos que pululan a diario. También están los más presuntuosos, que suman algún apellido más aristocrático: executive coach.
Mucho de esto lo vemos en las redes sociales, donde se mezcla sin rigor alguno el rol de influencer con el de líder de opinión y donde el éxito – real o aparente– nos salpica en cada posteo.
Mi amiga Claudia Sirlin, directora ejecutiva de Xeniors.org, una organización basada en Montevideo y líder en América Latina sobre emprendimientos después de los 50, lo dice claramente: “emprender después de los 50 es un acto de supervivencia”. ¡Vaya si lo es! En Argentina la tasa de empleo formal después de los 65 años es de apenas 2.5%, según el INDEC. Sin embargo, esta situación contrasta con los datos de Reino Unido, que muestran que la tasa de empleo formal en las personas mayores de 65 años pasó del 5.6% en 1990 al 10.9% en 2019.
Puedes leer: La segunda mitad: guía básica para vivir la nueva longevidad
España e Italia registran los mayores índices de desempleo senior, entre los 55 y los 69 años de la Unión Europea, según el II Mapa de talento senior. Uno de cada tres desempleados en España es mayor de 50 años y uno de cada dos parados seniors es
de larga duración.
Por otro lado, un informe de 2020 de la consultora Mercer estimó que antes del 2030 serán más de 200 millones de personas mayores de 65 años las que seguirán activas a nivel laboral.
La nueva longevidad y su implicancia en vidas laborales más extensas es un fenómeno sin precedentes y las empresas y empleadores, así como la mayoría de los gobernantes, no tienen un mapa de ruta sobre cómo aprovechar las ventajas de una fuerza laboral de trabajadores experimentados.
Las últimas investigaciones nos están mostrando el valor agregado que aportan los trabajadores o colaboradores en su segunda mitad de la vida a una organización o equipo de trabajo. Son más empáticos con el propio equipo, brindan perspectiva, tienen menos ausentismo y mayor fidelidad a la organización, sin olvidar que transmiten cultura y memoria institucional. ¿No parece poco, cierto?
La nueva longevidad que nos toca disfrutar en este nuevo siglo nos dice que los que estamos alrededor de los 50 años muy probablemente festejemos nuestro cumpleaños 95, la mayoría en condiciones aceptables de salud.
Aquí es donde vale recordar el dicho popular de nuestros abuelos y abuelas que decían que el trabajo (o estar ocupados, algo
más acorde a la segunda mitad) es salud. Por ello, necesitamos un cambio en la forma de ver las cosas, en particular el mundo del conocimiento actual. Necesitamos revisar cómo pensamos y planificaremos una vida longeva.
Puedes leer: La maratón de la vida: por qué es clave repensar y re-llenar últimos tramos
En ello van las oportunidades que, como sociedad, podamos ofrecerles a quienes llegan a la edad del retiro y desean seguir trabajando. Lo necesitamos por el bien de ellos y el de todos, de quienes deseen emprender o de quienes nos saturan de tips, como si en ello fuera la vida. Por todos ellos y por nosotros hacemos un llamado a la solidaridad para pensar, entre todos, una cultura de nueva longevidad donde el aporte de las personas se mida por su vigencia y experiencia. Un llamado a la solidaridad para que podamos comprender la riqueza que la diversidad de nuestros perfiles aporta a la sociedad del nuevo siglo.
¿La productividad? Bien, gracias. Eso no solo es cosa del siglo pasado, sino que es una visión parcial de lo que hace al bienestar de las personas y lo que puedan aportar.
- Por Diego Bernardini. Médico, especialista en adultos mayores y envejecimiento. Es autor del espacio Nueva Longevidad en Movida Sana y de los libros "De Vuelta" y "La segunda mitad".
Te puede interesar:
- De qué hablamos cuando hablamos de “nueva longevidad”
- Por qué los adultos mayores deben hacer ejercicios con pesas
- Estar triste y sentirse solo no es parte de la vejez: los desafíos de la nueva longevidad
- ¿Los 65 de ahora son los 55 de antes? La edad biológica en la nueva longevidad
- Post 60, el futuro es largo: por qué es clave aprender a envejecer
- El sexo en tiempos de nueva longevidad: el placer en los adultos mayores
- Médicos de familia: guardapolvos sin pedestal para pacientes que son personas
- Diabetes: el desafío personal y estatal de prevenir y atacar una gran amenaza
- Decisiones compartidas: el deber de la humildad en la era del paciente activo
- Sociedades y ciudades “age friendly”: un deber y una oportunidad