Coinciden todos los especialista que, desde distintos rincones, abordan el tema: se habla de sexo como nunca antes, pero jamás hubo tantos problemas como ahora entre las sábanas. Esto es: no te creas que sólo a vos te pasa que no tenés ganas, que te cuesta meter el deseo en tu vida, o que sos el único o la única a la que el cuerpo le juega una mala pasada a la hora la intimidad. Vivimos estresados, a las corridas, y no es fácil tener el deseo sexual disponible, a mano, todo el tiempo.
Seamos realistas para, precisamente, no caer en frustraciones un tanto infantiles. Aspirar a tener un nivel de deseo sexual estable y frecuente, con independencia de los cambios de pareja, del paso de los años, de la convivencia, de los hijos invadiendo todas las horas y espacios y del estado de ánimo o de salud, es camino seguro a la infelicidad. Es más: es riesgoso, porque podemos interpretar fracaso de pareja allí donde pasan otras cosas.
Es importante entender que todo fluctúa, y que es normal vivir una temporada con mucho apetito erótico y otras donde el deseo es poco o nulo
Según los expertos, por falta de deseo se puede entender la ausencia o disminución de interés por iniciar un encuentro erótico, incluso en presencia de estímulos externos que hasta ese momento se mostraban eficaces. Los factores que operan para que ésto pase son muchos, pero lo importante es, primero que nada, asumir que el deseo fluctúa y que es normal que así sea y que se puede estimular y trabajar.
A veces, la falta de deseo tiene que un origen más fisiológico, como los trastornos hormonales, el consumo de medicamentos o los efectos colaterales de algunas enfermedades crónicas, como diabetes, insuficiencia renal e incluso depresión u otras.
Otras veces las causas son de carácter más complejo y personal: la inapetencia puede hundir sus raíces en problemas de pareja, dificultades eróticas previas, la desmotivación, un bajón en el estado de ánimo o una etapa de dificultades laborales o familiares.
Se puede ser muy feliz y pleno con niveles bajos o nulos de deseo y sexo. Es muy personal el lugar que cada persona le da en su vida. Pero también resulta legítimo querer más y tratar de activar ese pulso vital que tanto bien hace
El deseo hay que cultivarlo, ir a por él. Se pueden trabajar las fantasías sexuales, potenciar la intimidad de la pareja y recuperar espacios y tiempos perdidos. A veces es importante cambiar las costumbres, introducir algún cambio y dejarse sorprender por lo que sentimos.
La falta de ganas no debe ser excusa para no quererse, abandonar el cuidado personal o para no sentirse deseable. Que haya inapetencia en ningún caso convierte a quien la tiene en menos hombre o mujer, pero el deseo también se cultiva mimando el aspecto externo, regalándose un baño relajante, un paseo agradable, una lectura o música, o con cualquier otra actividad que nos haga sentirnos bien.
Hay que recordar todo el cuerpo disfruta de los mimos, que tenemos cinco sentidos y que las relaciones sexuales se pueden iniciar antes de estar desnudos y en la cama
También es fundamental dejarse ayudar por un especialista si uno quiere que el sexo ocupe un lugar más importante en su vida. Y saber que los fármacos representan un recurso que posibilita la respuesta sexual, pero no resuelve la falta de impulso erótico.
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