Combinar bebidas energizantes y alcohol puede ser muy peligroso para los adolescentes y jóvenes, porque los efectos estimulantes de la cafeína pueden enmascarar las consecuencias que el alcohol está sembrando en el cuerpo.
Las bebidas energizantes contienen sustancias estimulantes prometiendo disminuir la fatiga y el agotamiento. Según señala la Sociedad Argentina de Cardiología, son muchos los jóvenes y adultos que las utilizan para reemplazar al café u otras sustancias estimulantes durante los momentos de entretenimiento, como las fiestas electrónicas. Otros las emplean para aumentar el rendimiento cognitivo en el trabajo y el estudio. También las consumen después de hacer deportes.
Es clave recordar que el alcohol es un sedante muy potente, deprime el sistema nervioso central y anula las funciones cerebrales, y que el efecto en cada persona depende de su metabolismo. En la adolescencia el cerebro se encuentra en una fase de “poda neuronal”, que implica que las neuronas que no se consolidan se eliminan. O sea, el cerebro ‘elige’ aquellas que son más eficaces para transmitir información. Para ello las neuronas atraviesan un proceso conocido como mielenización, que es una sustancia que recubre los axones (prolongaciones por las que circulan los impulsos nerviosos).
El alcohol no mata las neuronas pero sí que perjudica el desarrollo de estas sinapsis, las conexiones que se encargan de reforzar funciones como la memoria y el razonamiento lógico.
El alcohol tiene graves efectos en el cerebro de un adolescente. Su consumo perjudica las áreas del cerebro involucradas en el aprendizaje, la memoria y las funciones cognitivas
Las campañas de marketing de este tipo de productos los presentan como suplementos dietarios e invocan como beneficios el incremento de la actividad intelectual y física, además del aumento del estado de alerta debido a sus elevados contenidos de cafeína, taurina y guaraná. Cócteles explosivos, adormecedores y tóxicos para la salud.
El peligro de mezclar energizantes con alcohol
“Una de las prácticas comunes entre los jóvenes de diecisiete a cuarenta años de edad, es la utilización de bebidas energizantes asociadas al alcohol. Así, mezclan una lata de energizante con bebidas de alta graduación alcohólica, como por ejemplo vodka, para contrarrestar los efectos iniciales de la embriaguez y de esta manera sentirse más estimulados y enérgicos”, señala Juana Poulisis, psiquiatra que se especializa en trastornos alimentarios.
Diversos estudios indican que la combinación de estas bebidas puede resultar un cóctel riesgoso para la salud. Al ser combinadas con alcohol, estas bebidas pueden provocar un consumo excesivo con sus consecuencias asociadas porque el efecto del alcohol y sus niveles en sangre son los mismos o mayores a los alcanzados sin tomar este tipo de bebida energética, pero al producir una falsa sensación de control, lleva a seguir bebiendo, con sus peligros asociados.
Poulisis explica que la mezcla de alcohol con energizantes aumenta exponencialmente el riesgo de intoxicación. Tanto la cafeína presente en estas bebidas estimulantes, como el guaraná entre otros componentes, demoran la aparición de los síntomas más molestos que se presentan al beber en forma de atracón: náuseas, dolor de cabeza, debilidad, sequedad de boca, alteraciones del habla, mareos y el malestar en general.
Los efectos estimulantes de la cafeína
En relación con la cafeína se observó que actúa como estimulante y no energizante por aumento de la adrenalina y otros neurotransmisores activadores. Su mecanismo de acción a nivel cerebral se asemeja al de la cocaína. Al finalizar el efecto estimulante deviene la depresión.
“Al contrarrestar los efectos iniciales del alcohol, las bebidas energizantes motivan a tomar más. No se siente estar alcoholizado y esto invita a pensar que se está en condiciones de seguir bebiendo. Es importante aclarar en este punto, que los niveles de ebriedad se incrementan aún sin el alerta de las señales físicas. Al disminuir abruptamente el efecto del energizante sobreviene el estado de alcoholización y el posible coma alcohólico, debido a un elevado nivel de alcoholemia”, advierte la psiquiatra.
Las combinaciones de bebidas energizantes y alcohol ponen en riesgo la salud de los adolescentes
Nuevas investigaciones sugieren que el consumo de bebidas con altas concentraciones de cafeína, como los energizantes, se asocia a un elevado riesgo de dependencia al alcohol. Los energizantes hacen que se potencie en la persona el efecto placentero que provoca el alcohol. Entonces experimentaría más necesidad de este tipo de bebidas y de esta manera más ansias de beber. Todavía se desconoce el mecanismo generador de este circuito.
El saldo es altamente negativo porque al anestesiar los síntomas mediante los cuales el organismo expresa el efecto de toxicidad que el alcohol le está produciendo, se anulan las posibilidades de una rápida respuesta en caso de riesgos.
Impacto en el comportamiento y la memoria
Los estudios realizados con ratas en laboratorio permiten inferir qué otros efectos tiene el consumo desmedido del alcohol en los cerebros de los adolescentes. En los ejemplares juveniles se descubrieron daños considerables en el córtex prefrontal.
Los procesos neomadurativos en esta zona se extienden hasta los 30 años, y el impacto del alcohol tiene “importantes repercusiones en funciones cognitivas”, como la planificación, la toma de decisiones, el control del comportamiento, la memoria de trabajo y los procesos de atención, detalle Fernando Cadaveira Mahiá, catedrático de Psicobiología en el Departamento de Psicología Clínica y Psicobiología de la Universidad de Santiago de Compostela.
Según precisa este experto, el abuso de alcohol se asocia con que el córtex prefrontal tenga un menor volumen, una consecuencia que llegará a la adultez.
La alegría por el alcohol tiene consecuencias
El alcohol produce desinhibición, y muchos adolescentes beben porque en plena etapa de socialización pueden aparcar sus temores e integrarse más fácilmente con sus pares. Pero otra de las consecuencias es que esta supuesta liberalización significa una hiperactividad para el cerebro, “donde hay mucho gasto de energía y poco rendimiento”. En los estudios con ratas, se midió la estimulación del hipocampo, y se comprobó que una excesiva carga de ellos satura al cerebro, por lo que el aprendizaje se ralentiza.
Todo es cuestión de equilibrio: para poder recibir información, procesarla y guardarla como aprendizaje, tiene que haber un balance entre estímulos e inhibiciones: la descompensación hacia una de estas acciones altera el proceso.
La puerta a otras adicciones
“Con el alcohol se modifica la estructura que define el sistema de premios y castigos, lo que atrae y lo que se rechaza”, detalla el catedrático. Por ello el cerebro necesita más estímulos y es la puerta de entrada a otras adicciones, como el cannabis y las drogas más duras, “que multiplican los efectos negativos del alcohol”.
La sensibilidad que tiene el hipocampo en su proceso de desarrollo lleva a que el consumo de bebidas en exceso perjudique la formación de memoria. Los adolescentes que acumulaban al menos 100 episodios de consumo intenso y en un breve período de tiempo, obtuvieron peores rendimientos en tests de aprendizaje, memoria y funcionamiento visuoespacial.
Según Cadaveira, otras pruebas revelan que las personas que tuvieron una adolescencia marcada por excesos acarrean un bajo desempeño académico incluso cuatro años después de haber dejado de beber con intensidad.
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