La empatía es la intención de comprender los sentimientos y emociones, intentando experimentar de forma objetiva y racional lo que siente otro individuo. La palabra empatía es de origen griego “empátheia” que significa “emocionado”.
Pero más allá de esta definición, está claro que no todos empatizamos de la misma manera con los demás. Por eso, la diferenciación que realizamos las personas sobre cómo vemos la vida y cómo tratamos a los demás, siendo más racionales o más emocionales, va aún más lejos de esta simple apreciación.
Recientemente investigadores de la Universidad de Monash, en Australia, han encontrado diferencias físicas en el cerebro de las personas que responden de forma más emocional frente a los sentimientos de los demás (empatía afectiva), en comparación con aquellos que responden de forma más racional (empatía cognitiva).
Diferencias sustanciales
Este estudio ha revelado que las diferencias consisten en variaciones en la densidad de la materia gris en determinadas áreas cerebrales. Las variaciones fueron detectadas gracias a una técnica de análisis de neuroimagen que permite la investigación de diferencias focales en la anatomía del cerebro: la morfometría basada en voxel (VBM).
Con la VBM, los científicos australianos examinaron el grado de densidad de materia gris en 176 participantes, a los que además evaluaron sobre sus niveles de empatía cognitiva y de empatía afectiva o emocional.
“Las personas que tienen niveles altos de empatía afectiva son a menudo los que sienten bastante miedo cuando ven una película de miedo, o comienzan a llorar durante una escena triste. Por el contrario, los que tienen alta empatía cognitiva son más racionales, por ejemplo, cuando un psicólogo aconseja a un paciente”, afirma Robert Eres, líder del estudio.
“En conjunto, estos resultados proporcionan la validación de que la empatía es una construcción de múltiples componentes, tanto la empatía afectiva como la empatía cognitiva poseen diferencias morfológicas cerebrales, lo que proporcionar la evidencia de que la empatía está representada por diferencias neuronales y correspondencias estructurales”, sugiere el estudio.
¿Podemos desarrollar la empatía?
A la luz de esta investigación, la pregunta que surge es si pueden incrementarse algunos tipos de empatía mediante ‘entrenamiento’ cerebral. En estudios anteriores se ha demostrado que la empatía se puede potenciar artificialmente, con resonancias magnéticas. Esto lo han conseguido científicos brasileños con una sofisticada herramienta computacional que permite modular la actividad cerebral relacionada con emociones de afiliación, y mejorarla.
Robert Eres y su equipo planean ahora profundizar en la causalidad: probar si la realización de tareas relacionadas con la empatía puede provocar cambios en las estructuras cerebrales mencionadas; y si lesiones en dichas estructuras, como consecuencia de un derrame cerebral, por ejemplo, pueden ocasionar una pérdida de empatía, como sucede en el caso de los psicópatas.
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