Durante años creímos que el aumento de peso que se produce durante el invierno podría ser consecuencia de un estilo de vida sedentario y las interminables capas de ropa en nuestro cuerpo. Sin embargo, podría haber otro factor involucrado.
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Un trabajo realizado por investigadores de la Universidad de Alberta en Edmonton, Canadá, reveló un tercer culpable del aumento de peso durante el invierno: la ausencia de luz solar.
Los investigadores examinaron cómo afectaba la luz solar a las células de grasa subcutánea, es decir, las células de grasa blanca que se encuentran debajo de la piel.
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Los científicos descubrieron que la grasa blanca o grasa "mala" almacena calorías que idealmente se queman para obtener energía. Si este proceso no funciona correctamente, este tipo de grasa puede tener consecuencias en el organismo como el desarrollo de obesidad, diabetes y enfermedades del corazón.
Por lo tanto, para ayudar a las personas con diabetes tipo 1, los expertos intentaron manipular genéticamente estas células para producir insulina cuando se exponen a la luz. Accidentalmente, identificaron que la luz azul del Sol reducía el tamaño de estas células.
Los resultados fueron publicados en la revista Scientific Report y concluyeron que al dar vuelta los resultados, se entiende que la exposición insuficiente al Sol durante el invierno puede promover el almacenamiento de grasa. Esto contribuye a generar la clásica "pancita de invierno".
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Si bien la luz solar podría ayudar a quemar grasas, recostarse horas bajo el Sol podría no ser la mejor decisión. En primer lugar, todavía se desconoce qué cantidad de rayos son positivos y en segundo lugar, los rayos UV también conllevan peligros y están muy asociados al riesgo de desarrollar cáncer de piel.