Si hacemos un pequeño y revelador cálculo, podemos darnos cuenta que aproximadamente un tercio de nuestra vida nos la pasamos durmiendo. Y está bien que sea así porque dormir bien es tan esencial y positivo para el organismo como llevar una buena alimentación o practicar actividad física regularmente
Es importante entender que cada fase del sueño implica la reparación de un área diferente del organismo. Durante el sueño profundo, se produce la restauración física y durante el sueño REM la de la función cognitiva (procesos de aprendizaje, memoria y concentración).
En la actualidad, se ha demostrado que dormir adecuadamente influye en muchas áreas de nuestra vida. Hablamos de rendimiento en el trabajo y en los estudios, bajas médicas, accidentes y todo lo que ello implica.
Por qué es importante dormir bien
Mientras dormimos, el cerebro consolida las memorias y se regula el estado del humor, disminuyendo la agresividad y la ansiedad. Una persona debe dormir al menos 7 horas al día, para mantener el funcionamiento óptimo de sus capacidades mentales.
Pero las ventajas también se perciben en nuestro físico. Al dormir, nuestra piel descansa y las células se regeneran y oxigenan con mayor facilidad. Específicamente en los ojos, la Rodopsina (pigmento sensible a la luz) logra renovarse recuperando el esfuerzo realizado durante el día.
Por otro lado, a un cuerpo que ha descansado convenientemente le resulta más fácil mantener el peso o incluso a perderlo más fácilmente, ya que cuando dormimos poco producimos mayor cantidad de hormona Ghrelina, que aumenta el apetito.
No dormir lo suficiente no solo afecta a nuestro descanso, sino que nuestro sistema inmune también se ve afectado, ya que durante el sueño es cuando se activan nuestros mecanismos de defensa, y, por tanto, si no disfrutamos de este necesario momento reparador que es el sueño, nuestras defensas bajan, haciéndonos más propensos a sufrir enfermedades. Una investigación de la Universidad Carnegie Mellon, en Estados Unidos, encontró que aquellas personas que duermen menos de siete horas por noche son tres veces más propensas a tener un resfriado que las que duermen ocho horas o más.
Seguí leyendo