La lucha contra el cáncer es un desafío físico y emocional para los pacientes y sus familias. Además de los tratamientos médicos, los pacientes oncológicos deben prestar atención a su alimentación para mejorar su calidad de vida y aumentar sus posibilidades de recuperación.
Durante los tratamientos oncológicos, los pacientes pueden experimentar diversos efectos secundarios como náuseas, vómitos, diarrea, pérdida de apetito y cambios en el sabor de los alimentos. Estos efectos secundarios pueden afectar la capacidad del cuerpo para absorber nutrientes y, a su vez, debilitar el sistema inmunológico.
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Es por eso que la nutrición es un componente importante en la lucha contra el cáncer. Un plan de alimentación personalizado puede ayudar a minimizar los efectos secundarios de los tratamientos y mejorar la calidad de vida de los pacientes oncológicos. Cada paciente es único y tiene necesidades nutricionales específicas.
Por lo tanto, se recomienda trabajar con un profesional de la nutrición para diseñar un plan de alimentación adaptado a cada paciente, evaluando los requerimientos nutricionales del paciente, su estado de salud actual y sus preferencias alimentarias para diseñar un plan que satisfaga sus necesidades nutricionales y minimice los efectos secundarios.
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Algunas recomendaciones generales para los pacientes oncológicos incluyen:
- Mantener una alimentación equilibrada que incluya una variedad de alimentos. Priorizar las frutas, verduras, granos enteros, proteínas magras y grasas saludables puede ayudar a proporcionar los nutrientes necesarios para mantener la energía y fortalecer el sistema inmunológico.
- Si el apetito se ve afectado, se recomienda comer varias comidas pequeñas durante el día en lugar de tres comidas grandes. Esto puede ayudar a mantener un aporte constante de nutrientes y evitar la sensación de saciedad temprana.
- Beber suficiente agua es esencial para el buen funcionamiento del cuerpo. Si el tratamiento provoca náuseas o vómitos, se pueden probar otras opciones de hidratación, como infusiones de hierbas o agua con sabor.
- Los alimentos procesados y con alto contenido de azúcar pueden afectar negativamente la respuesta del cuerpo al tratamiento y disminuir la energía. Es mejor optar por alimentos frescos y naturales.
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- En algunos casos, puede ser necesario utilizar suplementos nutricionales para asegurar una ingesta adecuada de nutrientes. Sin embargo, siempre es importante consultar con el médico o un nutricionista especializado antes de iniciar cualquier tipo de suplementación.
- Controlar los efectos secundarios de algunos tratamientos oncológicos que pueden afectar la alimentación, como la mucositis, la disfagia o la diarrea. Trabajar de cerca con el equipo médico y buscar la ayuda de un nutricionista puede ayudar a encontrar estrategias para aliviar estos síntomas y mantener una ingesta adecuada de alimentos.
- Escuchar al cuerpo ya que cada paciente es único, por lo que es importante prestar atención a las necesidades individuales del cuerpo. Si un alimento en particular causa molestias o si hay cambios significativos en el apetito o el peso, se debe informar al médico o al equipo de atención médica.
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Para los pacientes que padecen ciertos tipos de linfomas y reciben quimioterapia como parte de su tratamiento, es crucial consultar siempre con su médico. Esto se debe a que la dieta puede variar considerablemente según el medicamento administrado. Por ejemplo, algunos pacientes deben evitar alimentos crudos, comidas picantes, embutidos, ensaladas y verduras crudas y frutas peladas, entre otros alimentos similares. Por esta razón, desde la Asociación Civil Linfomas Argentina (ACLA), se recomienda encarecidamente a los pacientes que siempre busquen el asesoramiento de un equipo médico y nutricionistas especializados en oncología. De esta manera, podrán encontrar un plan nutricional adecuado que complemente su tratamiento oncológico
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