Todos sabemos que es un mimo que hace bien, que nos ayuda a sentirnos reconfortados y alivia dolores y contracturas. Pero los beneficios del masaje relajante van más allá de lo muscular. Conocer las técnicas que existen te ayudará a entender por qué pueden reemplazar la medicación y devolverte el bienestar de manera más natural.
Es claro que el masaje es una manera de darse un mimo o tratarse bien. Pero sus bondades exceden ese placer momentáneo. Es una poderosa herramienta que puede ayudarte a potenciar tu salud y tu bienestar, tanto en el plano físico como espiritual.
Repasamos las distintas técnicas de masaje que existen y cómo realizarte un automasaje que te ayude a aliviar tensiones.
Beneficios del masaje relajante
Los masajes son un auténtico placer para los sentidos. Algunas de sus bondades nos resultan obvias, pero hay otras que pasan desapercibidas. Enumeramos los beneficios del masaje a nivel psíquico y orgánico.
Es relajante
Cuando atravesamos momentos de nervios y ansiedad el cuerpo produce niveles poco saludables de la conocida hormona del estrés, el cortisol, que dispara un montón de problemas, desde contracturas hasta insomnio y problemas digestivos. Gracias al masaje, el cuerpo entra en modo recuperación y bajan los niveles de cortisol, potenciando sentimientos duraderos de relajación y mejor ánimo y humor.
El masaje alivia las tensiones y colabora con la flexibilidad y oxigenación del cuerpo.
Reduce el estrés
Sesiones periódicas de esta técnica pueden aumentar los niveles de energía, reducir el dolor y estimular a las personas tanto a nivel físico como emocional.
Ayuda a disminuir la presión arterial
Tomar sesiones de manera regular ayuda a reducir los niveles de presión arterial, bajando el riesgo cardíaco y cerebrovascular.
Mejora la circulación
Una mejor circulación es parte de un efecto “bola de nieve” que se produce en el cuerpo tras varias sesiones de masajes circulatorios. Una buena circulación lleva sangre y oxígeno a los músculos dañados, rígidos y tensos y baja la inflamación.
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Contribuye a la liberación miofascial
Todo el cuerpo está recubierto de un tejido conocido como fascia. La liberación miofascial es una terapia que ayuda a mantenerla en un estado óptimo, para prevenir el dolor y problemas de movilidad. A través de la aplicación de movimientos y presiones sostenidas, todo el sistema fascial empieza a relajarse. Más información: Qué es la liberación miofascial: la técnica que enfrenta el dolor y mejora la movilidad.
Tipos de masajes
Hay diferentes técnicas que, en general, tienen distintos objetivos.
- En la cabeza: está dirigido a reducir la tensión en la cabeza, el rostro y el cuello y el dolor derivado de la tensión. Actúa descomprimiendo los vasos sanguíneos de la zona, aliviando las cefaleas, las neuralgias, el bruxismo y otros problemas.
- Masaje sueco: el masaje sueco es un tipo de masaje cuya principal objetivo es eliminar las tensiones y reafirmar músculos y articulaciones. Tiene un efecto tonificante y relajante, que favorece la circulación sanguínea y linfática.
- Masaje relajante: apunta a eliminar el estrés y la tensión de un día duro de trabajo. Se aplica en todo el cuerpo con énfasis en la espalda y en la parte baja del cuello.
- Shiatsu o Japonés: es una técnica terapéutica que trabaja sobre la ruta de los meridianos de acupuntura y maneja la energía a través de la respiración y la presión. Busca estimular o sedar la energía que fluye por el cuerpo para fomentar la salud y la curación.
- Masaje terapéutico: se centra en la corrección del problemas y trastornos músculo-esqueléticos. En general está hecho por especialistas.
- Cupping o masaje con ventosas: consiste en aplicar ventosas sobre el cuerpo, a las que se les extrae el aire, y que se manipulan con el fin de eliminar toxinas de la sangre y la linfa, o tratar diversas afecciones.
- Reflexología: se basa en la teoría de la terapia de la zona, que sostiene que las distintas partes del cuerpo están reflejadas en las plantas de los pies. De esta manera, masajeando determinadas partes se opera de forma refleja en los órganos, músculos u otras partes del cuerpo que necesiten tratamiento, estimulando los mecanismos autocurativos del propio organismo. Más información: Qué es la reflexología y para qué sirve.
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Masaje con piedras calientes
El masaje con piedras calientes combina técnicas descontracturantes con el uso de piedras calientes, que alivian el dolor y la rigidez, además de mejorar la circulación. Normalmente, las piedras que se utilizan para esta terapia son las de basalto, por su capacidad para conservar el calor.
¿Cómo hacer masajes con piedras calientes? Como mínimo, necesitás dos piedras ovales de unos 20 cm de largo por 15 cm de ancho, y otras siete que entren en la palma de tu mano. Para calentarlas, podés usar un calentador especial o una olla con agua. Como tienen que alcanzar los 40 ºC al momento de utilizarlas, podés colocar un termómetro para caramelo dentro de la olla para vigilar la temperatura.
Al momento de usarlas, conviene poner algún aceite o crema en la zona y alinear las piedras a lo largo de la columna. Luego de un rato, hay que mover las piedras suavemente sobre las zonas rígidas y doloridas. Esta técnica prácticamente no causa dolor, ya que los músculos deben estar bastante relajados por efecto del calor.
Cómo hacer un automasaje
Si dedicás un rato todos los días a aliviar tus tensiones, rápidamente verás los resultados:
- Lo ideal es comenzar con calor. Podés darte un baño tibio o tomar unas toallas, humedecerlas, calentarlas en el microondas y luego envolverte con ellas la cabeza durante unos 10 minutos.
- Luego, empezar a trabajar sobre el cuero cabelludo. Comenzá por los costados, con los diez dedos, moviéndolos hacia la parte superior de la cabeza.
- Continuamos por el cuello. Utilizá los pulgares en la base de la cabeza. Con un pulgar en cada lado, realizá movimientos circulares.
- Ahora nos vamos a concentrar en algunos puntos. Tenés que llevar los pulgares hasta el punto en el que se une la nariz se une con la frente. Una vez allí tenés que presionar levemente, sin sentir dolor, durante 10 segundos. Después descansá un minuto y repetí este mismo ejercicio cinco veces.
- Luego seguí por las cejas. Cerrá los ojos y pellizcá levemente la zona que está justo debajo de tus cejas. De esta manera estamos estimulando la circulación sanguínea. Para esto tenés que tomar durante diez segundos la piel entre tus dedos y soltarla. Repetilo cinco veces.
- Para concluir, podés usar tus dedos para estimular con una leve presión en la zona de los maxilares. Para que sea efectivo tenés que buscar en todo momento “despegar” suavemente los músculos de cada uno de los huesos que conforman esa zona.
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