Una amiga psicóloga solía repetir que la salida no era el aeropuerto cada vez que alguien le contaba que quería dejar todo y viajar. Lo que intentaba remarcar era que nuestras angustias también se suben con nosotros al avión y que estar al otro lado del mundo no las hace desaparecer por sí solas.
Nuestros problemas personales nos acompañan a la playa, a la montaña e incluso a algunos les divierte aparecer en los museos. Nuestras tristezas, miedos y ansiedades se van con nosotros, pero, ¿por qué tienen que volver?
Esa es la premisa del viaje-terapia. No se trata de una peregrinación mágica que desaparece nuestros problemas de forma instantánea, sino de un proceso para dejar lo que nos hace mal, que puede estar acompañado de un paisaje lejano.
Millas de viajero interior
Quizá acabas de cortar con tu novio, tu trabajo no te motiva o te peleaste con una amiga de toda la vida. La vida nos pone a prueba constantemente y a veces lo único que queremos es parar. Un viaje podría ser la solución, pero no es tan fácil, hace falta juntar millas antes de comprar el pasaje.
Apartarnos de nuestra cotidianeidad puede ser beneficioso para nuestra salud mental. Sin embargo, antes de partir tenemos que tomarnos el trabajo de definir lo que nos está angustiando, es decir, "juntar millas" y empezar a pensar cómo vamos a resolverlo.
El viaje debe ser una herramienta más dentro de ese proceso y no una solución rápida. De esta forma, se transforma en una oportunidad de redescubrimiento personal lejos de las miradas o presiones de nuestra familia o amigos.
El destino eres tú
La terapia tradicional consiste en un proceso de búsqueda personal realizado en un espacio neutral, libre de prejuicios, que te ayuda a descubrirte y a mejorar tu vida. Un viaje puede funcionar de la misma manera.
Es un proceso de introspección que lleva esfuerzo, pero una vez que lo logramos vamos a sentirnos libres y conformes con nosotros mismos
Al estar alejados de las presiones cotidianas, podemos aprovechar para redescubrir nuestra propia personalidad, cuáles son nuestros miedos, nuestras limitaciones y fortalezas. El destino eres tú mismo.
La clave está en no confundir la sensación de novedad con bienestar, porque de esa forma vamos a volver a casa con todas nuestras angustias en la valija. Es un proceso de introspección que lleva esfuerzo, pero una vez que lo logramos vamos a sentirnos libres y conformes con nosotros mismos.
Equipaje en mano
Podemos aprovechar ciertas herramientas de la psicología para aprovechar mejor este viaje. Te contamos qué tienes que incluir en tu valija si estás dispuesto a explorar tu personalidad.
- Diario de viaje: tener un cuaderno que te guste a mano, te puede permitir tomar apuntes cuando estés inspirada o anotar nuevas ideas que surjan durante la odisea. Escribir ordena nuestros pensamientos y destraba nuestras inseguridades.
- Una playlist: la música tiene la capacidad de sanar. Puedes armar una lista con las canciones que más te gusten, te representen o inspiren. Cuando necesites energía, extrañes o sientas que no puedes seguir, ponte los auriculares y deja que la música te acompañe durante el recorrido.
- Sin mapa: a veces necesitamos perdernos para encontrarnos. Recorrer las calles de una ciudad desconocida sin rumbo puede ayudarte a pensar, a derribar estructuras que tenemos arraigadas hace mucho en la cabeza y no logramos sacar. Además, tener un plan genera una falsa sensación de seguridad. Improvisar te va a permitir conectarte con tus verdaderos deseos.
- Lista de agradecimientos: antes de dormir o una vez que te levantes, repasa en tu cabeza cosas por las cuales estés agradecido. Se consciente de las pequeñas cosas y mira tu vida desde otra perspectiva.
Libro de viaje
Los libros son compañeros. Elegir un material de lectura apropiado puede ayudarnos a conocer nuestras emociones e identificar nuestras presiones. Existen clásicos viajeros como Hacia rutas salvajes de Jon Krakauer, En el camino de Jack Kerouac o Walden de Henry Thoreau.
También podemos explorar una versión más reciente de libros sobre viajeterapia como Comer, rezar, amar de Elizabeth Gilbert o El síndrome de París de Aniko Villalba. Incluso, hay blogs sobre autoconocimiento y viajes que podemos recorrer si pensamos llevar computadora o teléfono con acceso a internet.
Lo importante es hacer la travesía a tu propio ritmo, deteniéndote en aquellos lugares que te ayudan a sentir paz interior y explorando esos sentimientos. A la larga, vas a volver a casa y dejando un mundo de distancia entre vos y tus problemas.
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