Un nuevo estudio ha venido a redimir a los perezosos, o al menos a darles una oportunidad más para demostrar que lo suyo no es solo desgano y vagancia sino que tienen una inteligencia superior a la media. Al menos eso es lo que se desprende de una investigación realizada por psicólogos estadounidenses de la Universidad Estatal Apalaches, en Carolina del Norte, y de la Universidad de la Costa del Golfo de Florida, en Fort Myers.
Según el estudio publicado por el Journal of Health Psychology, las personas que prefieren invertirle menos tiempo a pensar tienden a ser físicamente más activas que aquellos que sí disfrutan ejercitando su cerebro.
El estudio parte del supuesto de que las personas con un alto coeficiente intelectual se aburren menos porque tienen más en que pensar y, por tanto, pasan largos ratos ensimismados y gozando de su vida interior, lo que redunda en una menor actividad física.
Los investigadores hicieron un seguimiento de la actividad física de 60 estudiantes de la carrera después de haberlos dividido en dos grupos: aquellos con una alta demanda cognitiva (NFC por su siglas en inglés) y aquellos con baja demanda cognitiva. Los autores caracterizaron el NFC como "una tendencia a engancharse y disfrutar los desafíos cognitivos."
Tras hacerles una serie de preguntas, del tipo de "¿te gusta enfrentarte a situaciones que te hagan reflexionar?", o "¿te divierte pensar?", o "¿te gustan las tareas que, una vez aprendidas, no necesitan que pienses demasiado?", a los estudiantes se les controlo el nivel de actividad física diaria y para ello se les colocó en la muñeca un dispositivo tipo Fitbit que medía sus movimientos en períodos de 30 segundos a lo largo de una semana.
Después de leer los resultados parecería fácil confirmar el estereotipo del "atleta tonto" y los "ratones de biblioteca".
Cuando se compararon los niveles de actividad los investigadores encontraron que la diferencia era substancial: el grupo con un NFC bajo se movía significativamente más, cada día de la semana, que el grupo con alto NFC.
Pero la relación entre los niveles cognitivos y la actividad física son más complejos que eso. Como señala The Independent, la necesidad cognitiva no es una variable que mida la inteligencia: "las personas con un CI bajo pueden disfrutar de una vida contemplativa y de los desafíos intelectuales, por ejemplo. De manera similar, muchas personas con CI alto no disfrutan usar sus cerebros de maneras desafiantes".
Según comenta Todd McElroy, profesor de Florida Gulf Coast University y uno de los autores del estudio, uno de los mayores aportes del estudio es la manera cómo aborda la percepción negativa que se tiene de quedarse sentado. "Parece que eres perezoso o aquello que la gente ha definido como perezoso", dice, "pero puedes estar enganchado en un tipo de actividad intelectual".