Una familia estadounidense, la familia Schaub, se atrevió a realizar un experimento en el que ellos serían los “conejillos de Indias” después de haber visto un documental en el que un médico endocrinólogo relataba los distintos efectos que produce el azúcar en nuestro organismo.
Los miembros de la familia se proponían evaluar qué resultado se reflejaría en sus organismos si restringían el consumo azúcar durante un año entero. Pero, conscientes de lo placentero que resulta el consumo de azúcar y para que la prueba no se convierta en una pesadilla, se autorizaron a consumir un pequeño capricho dulce solo una vez a la semana.
Nadie de la familia perdió peso, pero no se desanimaron, porque no era ese el objetivo, de hecho mantuvieron una dieta de consumo de calorías normales para sus rutinas anteriores de alimentación. Lo que les interesaba era descubrir como afectaba la ausencia de azúcar en la percepción del sabor.
Y allí fue donde hubo revelaciones impactantes. Como primer dato, los miembros de la familia descubrieron que ahora no solo no les generaba placer los productos dulces azucarados artificialmente, sino que además los repudiaban.
Otro de los descubrimientos fue que les resultó muy difícil mantenerse firmes en su decisión de no consumir nada de azúcar. Pero no por flaquezas de ánimo, sino porque todo lo que se compra elaborado tiene algún subproducto en su elaboración que ya fue endulzado. Tuvieron que empezar a hornear su propio pan, a elaborar producto de consumo diario y cada compra en el almacén era una tarea complicada, ya que es casi imposible encontrar productos elaborados que no estén azucarados artificialmente.
Pero lo más importante es que poco a poco se fueron sintiendo más fuertes, luego más sanos y como corolario notaron que se enfermaron menos durante todo este periodo sin azúcar.
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