La práctica de mindfulness se extiende en Occidente gracias a sus bondades para reducir el nivel de estrés y gestionar mejor las emociones. La ciencia confirma día a día sus bondades, demostrando de qué manera incide esta técnica en el funcionamiento y hasta la morfología del cerebro.
Precisamente la investigación se está centrando en los cambios neuroplásticos que se producen con mindfulness en la estructura y en la función de algunas áreas del cerebro, como las relacionadas con la atención, la emoción y la conciencia de uno mismo.
Mindfulness desarrolla técnicas de atención plena con el fin de vivir con toda intensidad y de forma plena el presente, sin que las emociones nos arrastren a una vida que nos hace sentir fuera de control.
El entrenamiento de la atención plena de manera constante reporta importantes cambios en la vida de una persona, sobre todo porque reduce los niveles de cortisol
La alarma de que los niveles de cortisol son elevados salta cuando la persona sufre cambios en su comportamiento habitual, como irritabilidad exacerbada o arranques de ira, y algunos síntomas físicos que frecuentemente se reflejan en dolores de cabeza, palpitaciones e hipertensión.
Cuando una persona comienza a incorporar a su vida las técnicas de atención plena, se siente mucho menos estresada en su rutina diaria. Y eso es porque la liberación de cortisol se reduce de forma significativa con mindfulness.
La ciencia ha demostrado que el entrenamiento de la atención plena tiene una repercusión altamente positiva en la gestión de las emociones y los estados de ánimo. Además, mejora la calidad del sueño al ayudar a regular los niveles de melatonina, que es una hormona que el cuerpo segrega con la oscuridad y que regula el ciclo del sueño.