La palabra “debate” denota controversia e intercambio de opiniones contrapuestas. Así que me permitiré disentir respecto de una editorial publicada en El Mercurio (Chile), titulada “Debate sobre la falta de médicos geriatras”. El escrito, sin firma, denota no solo un posicionamiento arcaico y de carácter flexeriano que aún moldea la educación médica, sino una falta de conocimiento sobre cómo los países más avanzados planifican y gestionan sus modelos de sistemas sanitarios, en gran medida, orientados por la estrategia de cobertura universal de salud recientemente propiciada por OMS.
El autor parte argumentando que la falta de geriatras en Chile no debe sorprender ya que existe una pública y conocida carencia de médicos especialistas. Ante esa situación, prosigue, “la atención de los mayores no dependerá de la cantidad de geriatras sino de los médicos capaces de tratarlos”; ante lo cual propone al médico internista que –sin más especialización– está perfectamente preparado para atender todas las patologías de los mayores (sic); y agrega que “la práctica de este profesional consiste en eso, ya que es baja la frecuencia de enfermedades en los jóvenes”. Para finalizar, por si no fuera lo suficientemente claro, justifica “siempre serán los médicos internistas quienes tendrán la responsabilidad principal de su atención profesional”.
El autor debería saber que la formación y gestión de recursos humanos de salud es una de las grandes preocupaciones en la agenda de OMS, no una preocupación local, y menos aún lo es la falta de geriatras. Resulta preocupante el gran desequilibrio entre especialistas/no especialistas según la OCDE para Chile, situación que se da en un alarmante contexto de desigualdad -Chile es el país más desigual de la OCDE-. Esta condición en un país con un sistema de salud mixto como es Chile hace que el acceso a servicios y atención de calidad sea problemático para gran parte de la población. Chile tiene el “gasto de bolsillo” más alto junto a México en la región.
Quien entiende algo de salud y recursos humanos sabe que la formación del médico internista responde a un modelo de atención centrado en hospital y de cuidados agudos e intermedios.
Algunos conceptos a debatir
La especialización en medicina interna tiene la misma jerarquía y relevancia que la medicina familiar. Ambas son especializaciones médicas. Solo varían contenidos, el objeto de estudio y el entorno. Mientras para el primero es fundamentalmente hospitalario, para el segundo es comunitario. Mientras el internista fija su foco de interés en el medio interno, el médico de familia tiene una aproximación ecológica, integral y de carácter longitudinal. Decir “sin más especialización” podría dar lugar a dejar de lado la formación médica continua, esa actualización permanente y necesaria a lo largo de la carrera profesional que los médicos hacemos y necesitamos sea cual fuere nuestra especialidad. Hoy los países más avanzados tienden a fortalecer la figura del médico de familia o atención primaria con alto arraigo en la comunidad sin por ello despreciar el hospital.
El autor tiene razón en que la mayor parte de los hospitales registran mayor ingreso de adultos mayores en lugar de jóvenes. Esto es debido al mayor peso relativo de los mayores en la comunidad, no es que los jóvenes no se enfermen… Solo que sufren y mueren de otros problemas de salud. Clasificamos por comodidad, pero los que nos atañe son los problemas, demandas y desafíos de la población, en este caso la salud.
No “siempre” serán los internistas quienes atiendan a los mayores: el lugar de trabajo del internista es el hospital, mientras que la gran mayoría de los adultos mayores viven en la comunidad. Mucho menos aún, dar lugar a pensar que el resto de los profesionales, colegas sin más, son menos “profesionales” por no ser internistas.
El posicionamiento del escrito parece responder a un absolutismo hegemónico que denota no solo falta de visión y conocimiento, sino un aparente desprecio encubierto del trabajo en equipo y el resto de las disciplinas que hacen al cuidado y la atención de las personas, no solo de los mayores.
Pensar un modelo centrado en atención hospitalaria es desconocer la orientación actual de sistemas y servicios de salud como los desafíos de la protección social frente a la transición demográfica en Chile y el mundo. Esto llevará a la necesidad de mayor atención primaria, cuidados crónicos e integrados con gran peso de la responsabilidad del paciente y la familia. Algo tan sutil y básico, como saber que vejez no es sinónimo de enfermedad.
Declaración de conflicto de intereses: estoy en contra de todo lo que intente colocarse como verdad absoluta, especialmente cuando se trata de salud y personas.
- Diego Bernardini es médico, especialista en adultos mayores y envejecimiento. Es autor del espacio Nueva Longevidad en Buena Vibra, y autor del libro “De Vuelta”.
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