Comer con sal es habitual, pero no “natural”. Las necesidades diarias de sal recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) son de 4 a 6 gramos por día, lo que equivale a 1,6 gramos de sodio. En cuanto a las personas con hipertensión, se recomienda 2 gramos. En Argentina, según datos del Ministerio de Salud de la Nación, el consumo de sal por persona ronda los 12 gramos diarios, el doble del valor máximo recomendado.
Desde chicos, vamos adquiriendo un “gusto” por sobrecargar de sal nuestro organismo y, si uno está genéticamente predispuesto a no poder soportar esa sobrecarga, puede provocar hipertensión arterial. Se estima que a los dos años de edad los niños empiezan a ser influenciados en sus hábitos de alimentación.
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la niñez es el mejor momento para educar el paladar. En ese momento podemos empezar a acostumbrar a los chicos a consumir las cantidades recomendadas
La presión arterial elevada puede presentarse en la niñez. Aquellos niños que con presión alta por encima del percentil 90 tienen altas chances de ser hipertensos en edad adulta. Es por esto, que es de vital importancia controlar los niveles de sal en la alimentación infantil. Una pequeña disminución de las cifras de presión arterial logra reducciones significativas en las consecuencias asociadas a la hipertensión arterial. Una baja de 2mmHg de presión arterial diastólica (presión más baja que se ejerce en una arteria cuando el corazón está en reposo) resulta en una reducción de un 14% en el riesgo de ataque cerebral y de 6% de enfermedad coronaria.
Existe una relación casi lineal entre el consumo de sal y la presión arterial. la prevención debe comenzar precozmente con cambios en el estilo de vida
Existe una relación directa entre la cantidad de sal de la dieta y los valores de presión arterial, es por ello que debemos estar atentos a la cantidad de sodio que indican las etiquetas de los alimentos y bebidas, ya que estos valores sumados a la sal que se agrega al ser consumidos, pueden superar los niveles saludables indicados por la OMS. Por ejemplo, en 100 gr la carne contiene 65 mg de sal, mientras que el huevo 122 mg y el pescado 140 mg. Una rodaja de pan contiene 114 mg, cuatro fetas de panceta 548 mg. y tres medialunas tienen toda la cantidad de sal que una persona con hipertensión arterial puede consumir en una semana.
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Incluso el agua tiene sodio. Existen dentro de las aguas embotelladas dos grupos: las que tienen alto y bajo contenido de sodio. Si nos remitimos a los dos litros que son recomendados incorporar por día para lograr una hidratación adecuada, es importante destacar que el aporte de sodio de las aguas mencionadas en primer lugar sería de 256 mg por día, mientras que el de las bajas en sodio alcanzaría los 20mg por día.
Consultado por este tema, el doctor Claudio Majul, miembro de la Sociedad Argentina de Cardiología, expresó que la 3° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, llevada a cabo por el Ministerio de Salud de la Nación Argentina en el año 2013, reflejó que existe una disminución en la cantidad de gente que le agrega sal a las comidas después de la cocción (23,1% en 2005 a 17,3% en 2013). Pero si bien es cierto que es un indicador de mayor concientización, el 70% de la sal que se consume proviene de los alimentos procesados o industrializados, por lo cual será necesario monitorear la situación posterior a la implementación de la ley N°26.905, que entró en vigencia en diciembre de 2014 y que fija valores máximos de sodio que deberán alcanzar los grupos de alimentos.”
Por otro lado, los determinantes genéticos juegan un rol muy importante en el desarrollo de la hipertensión pediátrica. Es importante no solamente identificar a los niños que ya tienen presión elevada, sino centrar las medidas de prevención en los que tienen la presión normal y tienen riesgo de ser hipertensos, generando hábitos desde jóvenes para que se mantengan durante toda la vida y promoviendo acciones saludables. En edad pediátrica la prevención debe comenzar desde los primeros meses de vida, con indicaciones de alimentación saludable, control de peso, talla y tensión arterial, por lo menos desde los tres años.
Fuente: Dr. Jorge Tartaglione. Médico Cardiólogo – Miembro Titular de la Sociedad Argentina de Cardiología
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