La inteligencia o el intelecto – como conceptos tradicionalmente definidos— no son suficientes para tomar las mejores decisiones en la vida, por eso tantas personas se encuentran atrapadas en una vida que los asfixia y los llena de responsabilidades y preocupaciones. ¿Cómo podemos revertir esto?
Sucede que para alcanzar un mayor bienestar necesitamos, además, desarrollar otras habilidades y recursos, necesitamos desarrollar la “inteligencia para el bienestar”, concepto propuesto por el médico psiquiatra y terapeuta Pablo Hirsch, que la define como la capacidad de una persona para mejorar su experiencia de vida presente y futura.
Para lograrlo, las personas deberán gestionar su mundo interno, interpretar adecuadamente las circunstancias del entorno e intervenir activamente en él. ¿Cómo empezar? El doctor Pablo Hirsch, en su libro “Inteligencia para el bienestar. Vivir mejor tienen su ciencia”, plantea y describe cinco pilares para el desarrollo de la inteligencia para el bienestar:
- Autoconocimiento de aspectos positivos: aprenderemos a identificar los recursos, rasgos y atributos de nuestra personalidad y cómo esto define qué necesidades específicas tenemos para el desarrollo de nuestro bienestar.
- Regulación y desarrollo emocional: conocer los distintos tipos de emociones para poder controlarlas y utilizarlas de una manera más asertiva.
- Habilidades interpersonales: explorar las propias habilidades de comunicación, persuasión y negociación que nos permitan cumplir con nuestros objetivos vitales asociados al bienestar.
- Toma de decisiones: aprender a focalizarnos en las decisiones importantes y elegir las opciones que mejor se ajusten a nuestras posibilidades.
- Cambio de hábitos: identificar aquellos hábitos que no contribuyen al bienestar y llevar adelante el proceso de cambio, como así también, identificar nuevos hábitos para mejorar y aumentar el bienestar.
Todos los pilares se complementan y generan sinergia para contribuir al bienestar de un individuo. Sin embargo, “para algunas personas puede resultar más interesante o más útil trabajar en un pilar particular. Por ejemplo, entrenase en desarrollar habilidades de comunicación para hablar con su jefe o adquirir un nuevo hábito asociado a la alimentación saludable”, explica el doctor Hirsch.
En los últimos años la ciencia ha avanzado mucho en entender qué factores contribuyen al bienestar y en la actualidad contamos con mejores recursos para mejorar nuestra experiencia vital.
Para emprender el camino del desarrollo de la propia inteligencia para el bienestar se necesita flexibilizar algunas creencias respecto a qué aspectos de nuestra vida contribuyen a la felicidad, adquirir las herramientas específicas y tener la motivación para cambiar. Puede ser de gran utilidad generar un mapa de las propias habilidades y fortalezas, con esa guía resulta más sencillo implementar las estrategias específicas para sentirse mejor.
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En este sentido Hirsch explica: “Una forma sencilla para empezar es seleccionar uno o dos conceptos simples y comprometerse a aplicarlos en forma sostenida. No conviene intentar llevar adelante todas las estrategias al mismo tiempo.”
Es importante comprender que regular y gestionar las emociones es fundamental para desarrollar inteligencia para el bienestar. No hay emociones más importantes que otras, pero sí es fundamental entender para qué sirven las emociones negativas y positivas. A través de ejercicios, la persona puede aprender también a identificarlas y desarrollarlas.
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Por último, destaca el especialista que: “El bienestar no es un objetivo en sí mismo, es un proceso que puede ser inestable y atravesar distintas etapas. Depende de muchos factores, entre otros, la curiosidad, el esfuerzo, el tiempo dedicado y la motivación de cada persona. Sin embargo, si logra poner en práctica algunas estrategias y realiza los ejercicios de forma sostenida, es mucho más probable que se sienta mejor.”