A comienzos de la década del 90’, el concepto anti-aging aplicado a la alimentación marcó un antes y un después, a partir de la fundación de la primera academia del rubro en los Estados Unidos: la American Academy of Anti-aging Medicine. Desde entonces, las investigaciones en torno al tema avanzaron a pasos agigantados.
Actualmente, sabemos que el envejecimiento biológico está directamente relacionado con procesos de oxidación molecular producidos por los radicales libres: átomos o moléculas inestables altamente reactivos que atacan los enlaces de proteínas de los tejidos. ¿Pero podemos retrasarlo?
Una serie de hábitos de vida saludables, como la dieta y el ejercicio, contribuyen a reducir la producción de los radicales libres y, por lo tanto, a lucir más jóvenes.
“La clave está en comer poco pero bien. La alimentación es la base de cualquier plan antiaging, y debe estar acompañada por una buena hidratación, para proporcionar energía celular y favorecer la reconstrucción molecular. Además, casi todos los programas anti-edad incluyen suplementos de vitamina C y E, magnesio, cromo y betacaroteno”, describe la Lic. Liliana Grimberg, Nutricionista Dietista y Coordinadora del área de Nutrición del Centro Terapéutico Dr. Máximo Ravenna
Otro de los pilares de la alimentación anti-aging son las calorías. Algunos expertos afirman que la reducción de la dieta diaria es el camino para que el hombre llegue a tener una buena vejez, algo ya demostrado por la población asiática: comer pequeñas cantidades alarga la vida.
“Hay que comer de todo, haciendo cuatro ingestas diarias, pero moderadas en cantidad, incluso algunas, como la cena, frugales. Comer un 40% menos pero de todo retrasa el envejecimiento, ya que frena la pérdida de los niveles de DHEA u hormona del crecimiento, la responsable de este proceso”, añade la Lic. Grimberg.
Respecto a las grasas y proteínas, controlar su ingesta es fundamental. Las legumbres, por ejemplo, son una magnífica fuente de proteínas saludables, y también es importante consumir carnes magras, huevo, clara de huevo y quesos descremados, que nos aportan proteínas de buena calidad.
Por otro lado, debemos saber que la herencia genética condiciona sólo en parte cómo nos hacemos mayores: el resto depende en una buena medida de nosotros. Por eso, comer bien es esencial, ya que no sólo cuida nuestro aspecto y la salud física, sino la mental.
Una dieta anti-envejecimiento
A continuación, la especialista comparte recomendaciones para llevar adelante una dieta anti-aging:
- Limitar las harinas refinadas, como productos de panadería, pan, galletitas, snacks, etc.
- Tener en cuenta que las principales sustancias anti-aging son:
- Vitaminas: son los elementos antioxidantes por excelencia, sobre todo las vitaminas A (pescado azul, leche, frutas y vegetales anaranjados), C (cítricos y vegetales) y E (aceite de oliva y girasol, frutos secos, trigo, maíz, melón).
- Minerales: como el zinc y muy especialmente el selenio (carnes, mariscos, leche, cereales integrales y verduras).
- Los Polifenoles y, dentro de éstos, los flavonoides, son poderosos antioxidantes. Los flavonoides no son más que los colorantes de los vegetales, presentes en las más vistosas frutas y verduras. Los podemos encontrar en el té verde, el chocolate (mejor cuanto más porcentaje de cacao), el vino, las verduras y frutas rojizas (frutos del bosque, fresas, remolacha, etc.).
- Zanahoria: los pigmentos que se encuentran en frutas y verduras de color rojo y naranja se llaman beta-carotenos, y ayudan a luchar contra el envejecimiento mediante el aumento de la producción de colágeno, que mantiene la piel firme.
- Pescado: los pescados azules como el atún y el salmón aportan buena dosis de omega-3, un ácido graso que nos ayuda a humectar la piel seca y a prevenir las arrugas. Estos alimentos, además, reducen significativamente la inflamación y otras respuestas inmunológicas a los rayos solares que degradan el colágeno de nuestra piel.
- Naranja: quienes ingieren una considerable cantidad de vitamina C tienen menos arrugas y su piel se mantiene hidratada. Como otros cítricos, esta sustancia es un poderoso antioxidante que puede dejar inactivos a los radicales libres que dañan nuestras células.
- Té verde: ha sido usado por miles de años como una bebida terapéutica que promueve la longevidad y la buena salud.
- Yogurt: es rico en calcio, por lo tanto, colabora a fortalecer los huesos y eso nos mantiene alejados de la osteoporosis. Y como tiene “bacterias de las buenas”, equilibra el sistema digestivo, disminuyendo el riesgo de cualquier complicación o enfermedad intestinal. El yogurt contiene también probióticos que mantienen equilibrado el balance de microbios adentro del intestino.
- Tomate y palta: el tomate ayuda a proteger la piel del daño generado por el paso del tiempo en general, porque contiene vitaminas C y A. La palta posee vitamina E y Omega 3, que aportan a la reparación de las toxinas del organismo y contribuyen a vivir más.
- Kiwi y melón: el kiwi neutraliza los radicales libres asociados con el cáncer y las enfermedades cardíacas, mientras que refuerza la incorporación de potasio y vitamina C, más que las que encontramos en las bananas y naranjas, y también es muy bueno para la piel.