Sus libros y redes sociales se han convertido en un espacio de muchísimas personas se miran al espejo, se dan una pausa y se regalan un rato para pensarse, para sentirse y para animarse al dar el paso que, sienten, se deben. Autora de "Curame" y "Rota", Lorena Pronsky vuelve con un libro que convoca a reencontrarse y conectar con el latido más personal para darse la oportunidad de una existencia verdadera.
Hablamos con Lorena sobre "Despierta", su último libro. Compartimos una charla que asomarse a un libro ideal para el verano.
- En el libro anterior hablabas de una mujer "rota" pero resiliente, de los duelos y de la posibilidad de soltar y avanzar. ¿Por qué es este título? ¿Qué implica Despierta y en qué se diferencia este nuevo libro del anterior, que fue tan exitoso?
La diferencia fundamental que subyace a cada uno de mis libros es el momento histórico en el cual estoy atravesando mientras los voy escribiendo. Eso lógicamente hace que el foco de los relatos vaya variando, como así también la evolución personal que fui adquiriendo durante el proceso que inicié con Rota y que culmina con Despierta. Simplemente eso, es lo que estimo que marca la diferencia.
"Rota" da el puntapié inicial para el proceso de varios duelos y "Despierta" es la conclusión a la que pude llegar luego de haber hecho el camino de reencuentro y reconstrucción de mí misma
Despierta, alude a un estado de consciencia a la hora de toma decisiones. Propone un estado de atención plena a los lugares donde nos posicionamos. Donde repetimos. Donde dolemos. Un llamado al autoregistro de lo que sentimos. De lo que deseamos. De lo que queremos. Para, así, poder elegir con mayor criterio de libertad y no condicionados por el entorno. El pasado. El inconsciente. Los mandatos. Los deseos del otro. Y demás.
- "Despierta" tiene una estructura de relato distinta, son capítulos que representan distintos temas o historias. ¿Por qué? ¿Cuál es el objetivo? ¿Cómo surgió esa idea?
Me gusta escribir posicionada en las emociones que cada suceso despierta en mí. Si eso lo relato en forma poética, en forma de cuento o en prosa no es algo que decida de antemano porque no es una meta que me pongo. Escribo libre de encerrarme en un formato literario, porque así lo siento.
Creo que lo que importa es el mensaje y, desde el lugar que está planteado, que es la vivencia. Y, por último, así sin darme cuenta aparecerá el formato, sin haberlo decidido antes. Solo escribo. El nombre de las recursos literarios que voy a precisar para moverme en el discurso no son condicionantes para mí. No hay idea previa.
Hay mucha libertad de jugar con los distintos formatos que pide cada relato a la hora de ser contado. Mucha espontaneidad. En un mismo texto podés encontrar varios estilos literarios y creo que eso es lo que marca la diferencia de la escritura. La imposibilidad de encasillarla.
- ¿Por qué hablás de una existencia verdadera? ¿Qué problemas encontrás en cómo vivimos actualmente? ¿Por qué lo considerás distante de lo verdadero y qué sería eso verdadero que planteás?
Cuando hablo de existencia verdadera me refiero a la que coincide con nuestro deseo actual, que quizá y seguramente no se corresponde con el deseo que tuvimos hace años y, sin embargo, vamos arrastrando como una condena por haber querido algo en otro momento de nuestras vida que hoy, simplemente, cambió.
¿Por qué? Porque la vida cambia. Nosotros con ella. Los sucesos nos modifican. La vida es dinámica. No hay deseos estancos. Tiene que haber un movimiento del deseo que acompañe a los cambios inherentes a nuestra evolución
Abrir los ojos. Hacernos cargo. Tomar nuevas decisiones. Renunciar. Volver a elegir. En fin, aceptar el cambio y actuar en consecuencia. Eso es ser verdadero. Honesto con uno mismo.
- El libro invita a un recorrido personal, íntimo. ¿Cómo se relaciona esa búsqueda del latido propio con el deseo?
El recorrido interior, el viaje emocional, no es más que un encuentro necesario con nosotros mismos. Sin ruidos. Sin otras voces que nos marquen el camino. El autoconocimiento permite conectar con muchas cosas, saber con qué cosas vibramos, latimos y unir inevitablemte nuestra sensación de plenitud con el deseo que la subyace.
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- La velocidad en la que vivimos actualmente nos lleva a una contradicción: hacemos cada vez más y corremos todo el tiempo pero estamos cada vez más lejos del ser y de lo real, de lo importante. En doing mode en vez del being mode. ¿Por qué nos cuesta tanto frenar? ¿Cómo frenar la inercia?
Hacer no tiene nada que ver con ser. Van por dos carriles diferentes. Puedo hacer un montón de cosas y que ninguna se toque con mi esencia. Y eso es verle la cara a la frustración. Es entrar en contacto con la imposibilidad de conquistar el sentido de mi vida, de mis metas más profundas, más hondas, simplemte porque no las escuché por estar inmersa en el ruido exterior y también interior.
A veces se trata de frenar, de flotar un poco, de bajarse de una moto que no sabemos dónde nos lleva porque ella nos maneja a nosotros. Frenar implica respirar, bajar un cambio, replantear el modo que vivo y en el que quiero vivir.
Pensar dónde esta puesto mi deseo, mi placer. Me da la posibilidad de replantear mi modo de ser en el mundo. Y, así, poder evaluar si soy congruente con mis actos. Y después... Habrá que tomar decisiones.
- Más de una vez nos sentimos presos de decisiones que tomamos en momentos diferentes; cambiamos y nuestras viejas decisiones ya no nos representan o dejaron de hacernos felices. ¿Cambiar exige un duelo? ¿Cómo encararlo y cómo enfrentar al entorno que exige que sigamos fieles a lo que fuimos?
Cambiar exige un duelo. En ese duelo tendremos que enfrentarnos a las presiones que nos vienen desde fuera y, también, desde adentro. Se atraviesa como parte inevitable de ese duelo.
La vida es pérdida y cada pérdida trae una nueva ventana por abrir. Quizá, en ese camino perdamos muchos vínculos y será parte inherente del mismo proceso de cambio. No hay forma de encarar un duelo si no es por el camino de la aceptación. Antes de eso tendremos que transitar por muchas resistencias.
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Pasar a un lugar nuevo exige un cambio y todo cambio lleva en sí mismo exigencias. Y no todos están dispuestos a semejantes movimientos, pero sin aceptación no hay inicio de duelo. No se puede hacer un duelo de algo que no se perdió. Entonces, la primera premisa es aceptar esa pérdida que nos toca y, después sí, caminar por ese pasaje lleno de dolor pero, también, de nuevas expectativas y oportunidades. A nuestro tiempo. A nuestro modo.
- Cuando empezamos a terapia o buscamos ayuda muchas veces nos preguntan qué te gusta, qué querés, y no es fácil responderlo porque confundimos mandatos con deseo o elecciones con imposiciones que ya ni siquiera percibimos como tales. ¿Cómo encarar esa búsqueda?
Con momentos de intimidad con nosotros mismos que promuevan la escucha interior. La posibilidad de hablar y decir, escribir o compartir lo que voy sintiendo. Terapia. La que sea y considero que siento que me da herramientas que no tengo. Pedido de ayuda. Libros. Películas. Vivir. Sentir. Abrirme y mirarme sin juzgarme. Solo sentir qué pide mi latido.
Creo en la soledad como una buena compañía para iniciar esa escucha que me está pidiendo el cuerpo, mi psiquismo, mi insatisfacción. Empezaría por ahí. Y creo que no lo terminaría nunca.
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- A veces tememos las consecuencias de asomarnos a nuestro mundo interior porque sabemos que puede tener un gran impacto en nuestra vida, que puede alumbrar la necesidad de cambios que afecten a nuestros seres queridos. ¿Cómo avanzar sin "destruir" y sin dañar?
Sabiendo que es inevitable. El dolor es parte de la vida. Todos queremos salir ilesos de los cambios, cambiar sin que haya heridos ni salir nosotros lastimados. El dolor duele. No hay magia. Hay que tener el coraje de atravesar el camino con el miedo puesto. Sabiendo que la angustia me va a acompañar a mí y a los seres que me rodean. Eso es la vida. Nos pide a cada rato.
Está en nosotros decidir cuánto estamos dispuestos a dar para vivir acorde a la vida que decimos querer. Aunque deje cicatrices imposibles de evitar. No hay cambios sin costos
Algunos lo dan todo. Otros no dan nada y quedan enquistados en vidas miserables. Y otros negociarán el iva de cada factura que nos va a cobrar más de uno, y sobre todo, nosotros mismos. No conozco otra forma que la que exige el camino que decido tomar. No hay trucos. No hay recetas. No hay tips de cómo vivir mejor. Cada subjetividad decidirá qué quiere vivir y cuánto está dispuesto a entregar para llegar a lo que esa persona supone como "la felicidad".
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¿A quiénes está destinado tu nuevo libro? ¿Es para mujeres como el anterior? ¿Qué lectoras lo disfrutarán más o encontrarán allí un espejo útil donde mirarse, o un compañero en este movimiento vital?
Ninguno de los libros que escribo tiene género. El mundo de las emociones nos pertenece a todos. Escribir en primera persona, siendo mi voz femenina, lo hace más identificable para las mujeres. Pero conozco un montón de lectores hombres y lo han sabido disfrutar y sacar el mismo jugo que una mujer.
En ese sentido, encontrará ese espejo quien esté en momento de encontrarlo. No importa el nombre de quién se mire, ni la edad que tiene, ni la sexualidad que lo identifica. Sentir, será suficiente y es el único requisito para leer Despierta.
Y creo que lo van a recibir mejor quienes estén en ese momento evolutivo donde ya hayan salido de un proceso de duelo y, ahora, les toca estar atentos para empezar otra vez. Más conscientes. Más atentos. Más libres. Más despiertos.
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