Muchos creen que tener un cerebro joven o viejo depende en gran parte de la herencia genética de los padres. Pero no es así. En su estudio The disconnected Mind, Ian Deary, profesor de la Universidad de Edimburgo, demostró que no. Al analizar 6.000 factores en un grupo de personas de 79 años a las que siguió desde los 11, el experto encontró que apenas un cuarto del envejecimiento cerebral se debe a herencia genética. El resto tiene que ver con el estilo de vida. Y hay formas muy concretas de mantener agudas las principales funciones del cerebro y mantenerse joven allí donde más importa.
Para evitar que este órgano se deteriore es clave tomar conciencia desde temprano: la idea no es esperar a que la memoria se nuble o la capacidad de atención se deteriore. La fabulosa máquina cerebral se puede ‘aceitar’ y cuidar desde la juventud, y desde allí hacer más lento el ritmo inevitable de su declive.
Un eje básico es mantener el cerebro activo, en aprendizaje permanente, La mayoría cree que solucionar sudokus y crucigramas ejercita el cerebro más que cualquier otra actividad, pero recientemente se ha observado que este tipo de entrenamiento mental no es tan eficaz porque el cerebro se acostumbra a este tipo de desafíos y con el tiempo los comienza a considerar rutinarios.
“Véalo como un músculo: si usted hace lo mismo todos los días dejará de ver resultados”, dice Ali Trelle, investigadora del Cambridge Memory Lab, especializado en el estudio de la memoria.
El cerebro necesita estímulos, retos y nuevas metas. Eso implica estar dispuesto a aprender cosas nuevas, no importa qué, desde bailar hasta pintar
Francisco Mora, neurocientífico español y autor del libro "¿Se puede retrasar el envejecimiento del cerebro?", propone viajar y mantenerse actualizado en materia tecnológica como fuentes de aprendizaje continuo. Exigirse a lo nuevo hace bien: un estudio publicado en la revista Neurology asegura que las personas bilingües tardan cuatro años más en desarrollar demencia que las personas que solo hablan un idioma. Es más: nunca es tarde para aprender otra lengua.
Para Francisco Mora, la actitud lo hace todo y estar motivado e interesado en descubrir nuevas cosas sirve de antídoto para evitar el declive mental. “La emoción nos motiva a querer seguir vivos”. Cuando uno empieza a querer estar en casa y no salir es un síntoma de que han perdido esa chispa. Es un apagón emocional que se deriva que no sentirse útil, de perder la capacidad de disfrutar. Aunque el cuerpo rinda menos, viajar y pasear rejuvenece: basta con bajar la exigencia a la hora de conocer lugares o recorrer una ciudad en pocos días. Pero no hay que parar.
Todos sueñan con el momento de jubilarse. Pero los estudios señalan que trabajar influye más que cualquier otra cosa en la juventud del cerebro. Y no solo se trata de estar ocupado, sino de tener retos laborales que vayan más allá de simples actividades rutinarias.
La sociabilidad también es fundamental. La soledad aumenta un 63 por ciento el riesgo de desarrollar demencia, probablemente porque, al ser criaturas sociales, no estar en contacto con los demás genera un estrés psicosocial que podría incrementar el riesgo de que el cerebro se inflame. Y la inflamación, especialmente la crónica, está asociada a enfermedades.
Reunirse con amigos y participar en grupos comunitarios nos mantiene activos. Cualquier evento social tiene un impacto saludable en el cerebro
También es central bajar el nivel de estrés, enemigo número uno del cerebro. Estar constantemente expuesto a la respuesta neuroendocrina de este estímulo es dañino. Exigirse, o someterse a diario a un estrés positivo, es bueno. Pero el estrés que es crónico y que deja al organismo extenuado hace mal.
La meditación es una gran aliada del cerebro. Un estudio del Harvard Medical School encontró que en personas de 50 años que meditan, la materia gris es igual a la de jóvenes de 25. Practicar yoga, meditar, hacer mindfulness, reduce las hormonas del estrés en el organismo.
Por último, otro gran secreto es dormir por lo menos 6 horas cada noche, ya que permite que el cerebro se recupere. Respetar el tiempo de relajación es clave. Si la calidad del sueño se ha deteriorado con la edad, tomar siestas en el día.
Si dedicás horas a cuidarte la piel, la silueta y el corazón, no te olvides que sin cerebro no hay vida. Ni calidad de vida.
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