Saber que no sabés y que el otro te enriquece: la urgente necesidad de otros liderazgos

En estos tiempos tan complejos y turbulentos nada mejor que la palabra de un Educador llamando a la serenidad y el consenso. Bernardo Blejmar descarta que haya verdades indiscutibles y cuestiona el valor de un liderazgo sostenido en el fracaso del otro.

"Me reconforta saber que jamás partí de la convicción autoritaria de que tengo una verdad indiscutible a imponer. Por otro lado nunca dije ni sugerí que lo contrario de tener una verdad que imponer era no tener nada que proponer". Paulo Freire- Antonio Faundez, “Por una pedagogía de la pregunta”
En la vereda de enfrente
están los dueños de la verdad escriturada
los propietarios de la seguridad
del ignorante
De este lado estamos nosotros
los dueños de las dudas
sentados a una larga mesa en llamas
Somos
los que sabemos que no sabemos
los que sabemos que no es luz esta claridad
que este permiso no es la libertad
que este mendrugo no es el pan
y que no existe una sola realidad ni una única verdad
Eliahu Toker, fragmento de “Los Dueños de las dudas”

“Elogio de la Serenidad y otros escritos morales” es el título de un libro de ensayos de Norberto Bobbio, en el que se propone reflexionar en torno a la que él llama la más impolítica de las virtudes.

En momentos de tensiones extremas predominan gritos, indignaciones e impugnaciones sostenidas en una pretendida posesión de la verdad. Eso se convierte en la negación no sólo de las ideas sino de todo Otro que no sean los Míos. Por eso es necesario hacer un Claro, un espacio donde detenernos y volver al ejercicio de pensar con ese Otro diferente y opuesto.

La serenidad de Bobbio, el cuidado, la dignidad en la obra de Tzvetan Todorov, el respeto analizado por Richard Sennet, constituyen esas virtudes ciudadanas blandas, alternativas a aquellas duras y glorificadas en torno a la épica del héroe, la valentía, el coraje, la arrogancia y el saber que han sido enaltecidas pedagógicamente en  nuestra histórica cultura escolar.

No hay prensa ni estatuas para los que escuchan, los que cuidan, los que respetan, los que contienen, los que curan y educan en torno al otro más allá de sí mismos

La condición para el despliegue de estas virtudes es la declaración freireana, la admisión de que carecemos de una verdad indiscutible a imponer. A la vez reconoce, sin embargo, la legitimidad política de proponer cuando no la de decidir desde la legalidad de los cargos.

En educación, todo maestro sabe en el fondo que su condición de educador se fertiliza no sólo en su saber sino en sus vacíos, aquellos que estimulan, por ausencia, la curiosidad y el deseo de saber de sus alumnos

Su máxima donación y logro es saberse prescindible con el crecimiento de su alumno. Allí donde alguien se erige en Todo, sólo queda Nada para los demás.

Asumir esa incompletud existencial no es solo demanda del educador sino condición de gobierno y democracia. Nadie convoca ni interactúa con otros cuando se siente suficiente y poseedor de toda razón

Es muy bueno creer y liderar un proyecto de gobierno validado por un colectivo  para llevarlo a cabo, lo malo es creer que es el Único y que contiene todas las respuestas a las múltiples y diversas demandas de ese mismo colectivo.

La complejidad de esta pandemia atravesada por dilemas sanitarios, económicos educativos y emocionales, desborda cualquier pretensión de soberbia certidumbre. Los datos, las evidencias científicas, iluminan lo existente y sólo pueden orientar un futuro que persiste en su imprevisibilidad.

Se requiere entonces de la confianza y comprensión en las conducciones para que puedan explorar, aprender y finalmente decidir a riesgo. Son también estas conducciones las que tienen que construir, honrar esa confianza y comprensión de gestionar lo desconocido.

La credibilidad será un combustible sostenido en convicciones políticas pero alimentado por la serenidad, la escucha y el respeto al diferente más como posibilidad que como obstáculo

Desde Aristóteles y su distinción entendemos que el poder puede girar en beneficio de quienes lo detentan o en instrumento para el bien de los dirigidos.

La mayor perversión del liderazgo es sostener su pretendido éxito en el fracaso del otro, cuando en el medio está una comunidad que vive y sufre el impacto.

Lo sabemos: palabras, gestos e imágenes pueden agregar mayor toxicidad ambiental al sufrimiento de la tragedia que ya vivimos o por el contrario mitigarla. La gestión no se valida en los resultados sólo por las decisiones fácticas, sino que se amplía al clima emocional en que éstas se ejecutan.

Ante el fuego, Serenidad, tan lejos de la compulsión a la acción agitada como de la   peligrosa procrastinación decisoria.

Dudar, escuchar, conversar, aprender, contener y aun errar en intentos informados, no serán entonces signos de debilidad sino afirmaciones de gobiernos requeridos, así sean en un país, una comunidad o una organización.

Como Eliahu Toker, mi recordado amigo, prefiero sentarme en el lado de enfrente de los dueños de la verdad escriturada.  Yo dudo.

Es probable que más de una vez te haya pasado: de pronto, por un motivo conocido o ajeno a vos, por un conflicto o una diferencia de opiniones o criterios, alguien te castigó con el silencio. La indiferencia, la cancelación, o "simplemente" ignorarte. Puede ser una pareja, algunos de tus padres, un amigo o hasta un jefe. Te deja de hablar, no responde, te clave el visto, te ignora. Seguramente la experiencia fue por demás de desagradable. Quizá dolorosa, quizá irritante. Probablemente sentiste violencia y tenés razón: los expertos en salud mental lo confirman.

La frialdad emocional es una violencia invisible que destruye a las personas

En esta nota vamos a abordar un tema que viven muchas personas, de distintos géneros y edades y en diferentes vínculos. Te contamos por qué ignorar es un tipo de violencia psicológica, qué consecuencias tiene y cómo defenderte.

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El silencio como forma de violencia psicológica

La pregunta se impone. ¿Ignorar es violencia? "Sí, dejar de hablar o ignorar a alguien se considera violencia. El silencio es una forma de violencia psicológica, dentro de una relación de pareja, cuando tiene como fin castigar o manipular al otro", destaca la licenciada Adriana Rivas, psicóloga y comunicadora, especializada en terapia cognitivo-conductual.

"Cuando una persona adopta esta forma de agresión recurre a la indiferencia, al silencio y al desprecio. Uno debe tener mucho cuidado frente a estas actitudes tóxicas porque pueden tener consecuencias psicológicas graves. Incluso peores que la violencia física", destaca la especialista.

El trato silencioso provoca dolor, frustración y ansiedad. Llega a ser más agresivo que la violencia verbal o física. Es una poderosa y cruel herramienta para manipular y castigar

La Ley del Hielo: la violencia de ignorar al otro

La Ley del hielo, o trato silencioso, consiste en que el otro te ignore. Responda con silencio e indiferencia cuando le hablás, cuando proponés resolver las cosas hablando, cuando se impone una charla o algún tipo de intercambio, aunque sea práctico.

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"Es una de las herramientas de manipulación más agresivas con las que un abusador cuenta para ejercer presión y dominio sobre las emociones de su víctima", asegura la licenciada Rivas. "Mediante el uso de silencios prolongados en momentos específicos dentro de la relación, el abusador se asegura de provocar sentimientos de inseguridad, desesperación e incertidumbre al otro", destaca.

El castigo del silencio lleva a una situación que para el otro puede volverse angustiante y difícil de sobrellevear. La víctima empieza a preguntarse qué fue lo que hizo mal, qué piensa el otro, por qué puede fácilmente sacarte de su vida y seguir así, como si nada. Es la cancelación del otro y duele

Lo más terrible es que el otro, al pararse en ese lugar, define las condiciones del vínculo. Deja al otro sin libertad. Todo será como él/ella decida. La famosa ley del hielo es una forma de violencia psicológica encubierta, una estrategia de manipulación del otro que puede llevar una persona a un dolor psíquico desesperante.

Al aplicar la Ley del Hielo no solo se ignora al otro: lo hace “desaparecer”. No le habla, no lo mira, no le responde. "Todo se convierte en pura y dura frialdad emocional, en indiferencia. El receptor se siente denigrado, desorientado, no entiende el motivo de tal castigo", explica Rivas.

Los comportamientos que delatan esa frialdad emocional son:

  • Negarse a mantener una conversación y dirigirle la palabra a la persona que se está “castigando”.
  • No responder a sus preguntas o hacerlo con monosílabos.
  • No mostrar afecto, ignorando conscientemente las necesidades emocionales del otro, que quedan insatisfechas en el marco de la relación.
  • Evitar el contacto físico y visual, haciendo como si la persona no existiera, de manera que se sienta invisible e insignificante.
  • Mostrar un marcado desinterés por todo lo relacionado con la otra persona.
  • Negarse a colaborar en diferentes tareas para generar frustración y malestar en el otro.

“A veces, la indiferencia y la frialdad hacen más daño que la aversión declarada” (J. K. Rowling)

J. K. Rowling)

Tomar conciencia del daño

Es importante tener en cuenta que, a veces, la persona que opta por el silencio desconoce la toxicidad y consecuencias negativas que tiene para la otra persona su actitud.

La licenciada Rivas explica que "este tipo de personalidad abusiva siempre tiene en su base un trastorno de personalidad narcisista: quiere siempre tener el control. Cualquier petición que hagamos para equilibrar la relación o llegar a un acuerdo será recibida como una amenaza directa a su frágil y endeble integridad".

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