Estaba saliendo de viaje el otro día cuando noté que las manos de mi chofer no eran normales. Parecían doblarse con las curvas del volante. Le pregunté si alguna vez había consultado y él me respondió que sí, varios años atrás, pero que luego, desanimado por los resultados, había decidido utilizar medicamentos naturales. Esto, seguía diciendo, lo había llevado a tener que dejar su trabajo como supervisor en una cadena de supermercados y buscar un trabajo más tranquilo como remisero. Notaba que cada vez le era más difícil levantar a su hijo recién nacido, y poco podía jugar con el mayor de 6 años. Se sintió incómodo, sus manos -que él ocultaba detrás de los guantes de conductor- lo habían delatado.
Lo importante es que hay miles de personas que transcurren diariamente con artritis reumatoidea de manos, pies, rodillas y cadera que no reciben la medicación necesaria. El diagnóstico asusta y, ante esto, siempre pareciera que es mejor esconderse. La mayor parte de las veces, los medicamentos naturales no alcanzan y, a menos que la tratemos, avanza inexorablemente.
Lo que el paciente nos relata también es cierto. Durante años hubo pocas oportunidades para los pacientes con esta enfermedad. La artritis reumatoidea es una enfermedad autoinmune (es decir, el organismo produce anticuerpos que atacan a sus propios órganos) que se da más en mujeres que en hombres, entre la tercera y cuarta década de la vida. Comienza en forma lenta con hinchazón y dolor articular que casi siempre es simétrico y puede afectar tanto grandes como pequeñas articulaciones. Muchas veces el primer síntoma es la rigidez matinal. Se acompaña de anticuerpo positivos para el factor reumatoideo y, más recientemente, por los anticuerpos anti-citrulina (anti péptidos citrulinados) en los análisis de sangre. La eritrosedimentación y la proteína C reactiva se elevan.
Hoy sabemos que estas personas deben ser tratadas lo antes posible para evitar alteraciones articulares que luego se tornan irreversibles. En países desarrollados hay sistemas para detectar tempranamente a estos pacientes. En la Argentina ya son muchos los centros médicos que tienen clínicas de artritis temprana.
La idea es comenzar con lo que llamamos un medicamento modificador de la enfermedad, dentro de los cuales el más común es el metotrexato. Si no hubiera respuesta a este medicamento o se presentase intolerancia, hay algunos otros medicamentos dentro de este grupo. Desde el año 2000, existen en la Argentina opciones mucho más específicas para el tratamiento. Se denominan medicamentos biológicos y cambiaron radicalmente el curso de la enfermedad permitiendo que los pacientes regresen a sus trabajos, evitando erosiones y destrucción articular.
Como todo lo bueno, viene con un precio: un mayor riesgo de infecciones, ya que son importantes inmunosupresores. Existen varios en la actualidad y difieren en su modo de acción.
Le terminé diciendo a nuestro remisero que él no se podía permitir no tratarse, por él, por su familia y, por sobre todo, por sus hijos. Una semana después lo vi en el consultorio. Comenzamos inmediatamente con el tratamiento. Puedo contarles con satisfacción que hoy, dos meses más tarde, ya está un 50% mejor. Como siempre, en medicina uno nunca sabe, como médico, quién va a responder y a qué droga. Esta vez tuvimos suerte y llegamos a tiempo. El diagnóstico y tratamiento temprano cambian la enfermedad.
Por: Eduardo Mysler, médico reumatólogo.
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