En los últimos meses, y sobre todo en los episodios que opacaron el mes de diciembre -cuando el Congreso votó leyes que muchos repudiaron con una violencia inédita y otros reprimieron con idéntica "locura"-, el país volvió a verse envuelto en manifestaciones callejeras que dejaron como saldo decenas de personas heridas que requirieron de atención médica, y que fueron asistidos por el sistema de salud en el sentido amplio de su concepción, una cuestión que es invisible para la gran mayoría de la población.
Durante los episodios de violencia de diciembre, las guardias del Hospital Penna inicialmente, del Hospital Ramos Mejía y del Hospital Churruca colapsaron por la gran cantidad de ambulancias con lesionados que eran llevados a las áreas de emergencia de cada uno, con lesiones de diferente magnitud. Por esos días, como tantas otras veces, las salas de emergencias se transformaron en el verdadero lugar donde lo más importante -LA VIDA- se ponía en juego en cada paciente que ingresaba.
Esos invisibles que tienen la medicina como profesión y que ejercen su tarea con enorme vocación, en pocas ocasiones son reconocidos por la mayoría de la población. Tanto los medios como las redes sociales destacan la labor de aquellos que defendieron con su profesión la democracia, intentando cuidar el orden público. Pero nadie habla, en general, de esos invisibles que, además de ejercer su profesión, detrás de escena atienden la salud de muchos lesionados que llegan a hospitales y sanatorios tras haber recibido de una u otra parte una agresión externa que ponía en juego su vida.
En las áreas de emergencia de los hospitales no hay “Buenos” ni “Malos”: todos son pacientes que ingresan para ser atendidos sin mirar qué ideología traen. Solo se ve a la persona que requiere atención médica
Los invisibles en la atención medica requieren de un trabajo en equipo que involucra a muchas personas: desde los camilleros, técnicos, administrativos y enfermeros hasta médicos de diferentes especialidades.
Creo que es reconfortante leer o escuchar que la población reconozca la labor de los invisibles que día a día, en cada emergencia de instituciones públicas y privadas, reciben, cuidan e intentan sanar a toda persona que llega en cualquier circunstancia
Siempre que se pueda debemos reconocer a esos invisibles que están, como decimos los médicos, en la trinchera a la espera de la emergencia y poniendo el cuerpo en la atención pre hospitalaria en medio de la barbarie o en medio de algún incidente masivo que ocurra en algún lugar. Los imprescindibles están siempre ahí, anónimos pero están.
Ser médico es más que una profesión: es una vocación que, a pesar de las condiciones laborales muchas veces precarias e injustas, no resigna su misión, que es esperar un nuevo paciente al cual poder asistir.
Por Alejandro Risso Vazquez. Coordinador Medico Terapia Intensiva Sanatorio Otamendi y Mirolli. Especialista Universitario en Medicina Critica y Terapia Intensiva.