Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), se entiende por inequidades sanitarias las desigualdades evitables en materia de salud entre grupos de población de un mismo país, o entre países, que están estrechamente vinculadas a las desigualdades en el seno de las sociedades y entre sociedades.
Técnicamente, cualquier aspecto cuantificable de la salud que varía entre individuos o grupos socialmente relevantes puede denominarse una desigualdad en salud. No se trata de juicios morales, sino de disparidad en el acceso a la salud: hablamos de una diferencia injusta en el acceso a la salud.
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Cuando las diferencias en salud son prevenibles e innecesarias, el permitir que persistan es injusto: se trata de inequidades que podrían evitarse con medios razonables
Argentina tiene un sistema de salud fuertemente segmentado, fragmentado, heterogéneo y con desigual calidad en la atención. Esto hace que el tipo de cobertura, el acceso y la calidad de los servicios de salud dependan de las características culturales, económicas y sociodemográficas de la población, así como de factores territoriales.
A pesar de que la Argentina invirtió más en salud que otros países de la región, no logró dotar de equidad al sistema. Esto se debe, fundamentalmente, a que la salud quedó descentralizada: las provincias se hicieron cargo de su prestación, dificultando la unificación de políticas. En concreto, el Ministerio de Salud de la Nación se relaciona con las 24 provincias del país por medio de programas, manteniéndose ajeno a la regulación de las políticas de salud en cada una de ellas.
Con el crecimiento de la expectativa de vida es fundamental empezar a sanear la inequidad que existe entre los que tienen o no acceso a la salud
Los desafíos que tenemos por delante son claros, y tienen que ver con superar tres tipos de fragmentación que obstaculizan la construcción de un sistema de salud equitativo: la de los derechos, la regulatoria y la territorial.
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Para ello, debemos fortalecer la educación en la Argentina con perspectiva de futuro, bajando la conflictividad social y haciendo una distribución más equitativa de los recursos.
Un carnet, un slogan o un programa fragmentado no podrá garantizar la salud, ya que los determinantes sociales juegan el rol más importante en el bienestar y la salud de todos nosotros.
Es clave pensar en la Salud como parte de todas las políticas sociales y económicas (Health in allpolicies): que nadie se enferme por ser pobre. Que nadie se empobrezca por estar enfermo.
Como mínimo, todos merecemos las mismas oportunidades, porque todos contamos con los mismos derechos. La función del Estado es la de proporcionar ese piso de derechos universales
Debemos definir cuáles son nuestras urgencias y nuestras prioridades sanitarias. Una enfermedad evitable es un fracaso. Y una muerte evitable es una tragedia inútil
La historia en temas de salud en la Argentina nos viene mostrando que las “oportunidades” de cambio han pasado y solo podemos discutir aquellas “oportunidades perdidas”. Aprender de ese pasado puede cambiar nuestro futuro en Salud.
- Por Alejandro Risso Vazquez. Maestrando en Economía y Gestión de la Salud.
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