De acuerdo con los datos aportados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y considerando las cifras del año 2012, los infartos de miocardio y los ictus fueron han sido causa de 17,5 millones de muertes, superando así a los causados conjuntamente por el cáncer –8,2 millones de fallecimientos–, las enfermedades respiratorias –4 millones– y la diabetes –1,5 millones–.
Y para esclarecer el panorama investigadores de la Escuela de Salud Pública de Harvard (Estados Unidos) llevarona delante una investigación y descubrieron que con frecuencia los infartos de miocardio o los ictus suelen ir precedidos de un ataque de ira.
Un fuerte enfado podrían servir como detonante o conllevar un mayor riesgo de sufrir sendas dolencias.
Como explica Andrew Smyth, director de esta investigación publicada en la revista «Circulation», «las emociones extremas y la actividad física tienen un efecto similar en el organismo. Ambas pueden elevar la presión sanguínea y la frecuencia cardiaca, alterando así el flujo circulatorio a través de los vasos sanguíneos y reduciendo el flujo de sangre que llega al corazón. Esto es particularmente importante en los vasos sanguíneos que ya se encuentran estrechados por la placa, que pueden obstruir el flujo de sangre y provocar un infarto».
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De acuerdo con el estudio, las personas que ya tienen factores de riesgo, como antecedentes de enfermedades cardíacas, son particularmente susceptibles.
Los científicos identificaron las dos horas siguientes de una explosión de rabia como un período de máximo peligro.
El estudio fue diseñado para que cada paciente fuera comparado con su propio riesgo de referencia. “Para una persona con enfermedades cardíacas o cardiovasculares preexistentes, el riesgo absoluto en el que incurren es mucho mayor (que el de) una persona sin enfermedades cardiovasculares o factores de riesgo”, dice Murray A. Mittleman, profesor de medicina en la Escuela Médica de Harvard y autor de otro estudio similar.
Según los investigadores, fumar, tener el colesterol alto, presión sanguínea alta, tener sobrepeso y diabetes son todos factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares.
A todo esto deberemos sumarle también los ataques de ira. El problema mayor radica en que el riesgo es acumulativo, lo que significa que las personas propensas a perder el temperamento tienen corren más peligro de sufrir un ataque tras una rabieta.
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A pesar de ello, no está claro la razón por la cual la ira puede ser peligrosa, ya que estos resultados no indican necesariamente que cause problemas cardiovasculares, según explicó la doctora Elizabeth Mostofsky, otra de los miembros del equipo de investigación.
Una de las razones podría encontrarse en que “el enojo causa que nuestro ritmo cardíaco aumente a través del sistema nervioso simpático y causa que nuestras hormonas del estrés se eleven (el mecanismo de lucha o huida)”, según explica la doctora Mariell Jessup, presidenta de la Asociación Americana del Corazón y directora médica del Centro Penn Vascular y del Corazón en la Universidad de Pensilvania en Estados Unidos. “Respiramos más rápido, lo que puede desencadenar reacciones no deseadas en nuestra presión sanguínea o en nuestras arterias” aclara.
De todos modos, Smyth, el director del estudio sostiene que «la actividad física regular tiene muchos beneficios para la salud, incluida la prevención de la enfermedad cardiovascular, por lo que animamos a la población a que siga haciendo ejercicio. Sin embargo, recomendamos que las personas que se sienten enfadadas o iracundas y que quieren practicar ejercicio para ‘despejar’ su mente que no vayan más allá de su rutina de ejercicio habitual».