Esta columna comenzó con una charla que mantuve con mi querida amiga Agustina D'Andraia (periodista, influencer y ex columnista de Para Ti), sobre cómo impedir que la panza te crezca descaradamente. Sí, así como lo escuchan, me dijo una gran frase: "La panza suele ser la gran delatora de tu estilo de vida".
Con ello se refería a que si no realizamos ejercicio físico, tomamos mucho alcohol y comemos sin cuidarnos, seguramente mantenernos en buen estado será algo difícil. En el fondo, lo que me decía también es que hay que aprender a renunciar a la gula y el placer y optar por esforzarnos con la actividad física para balancearnos.
Elegir una alimentación más saludable implica renunciar al consumo en exceso de productos que no lo son
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Es que durante la pandemia y producto de los cambios emocionales creo que todos hemos experimentado esto de no poder lidiar bien con algunos límites. La renuncia tiene que ver con ello, con aprender a lidiar con lo que nos cuesta pero sabemos es necesario soltar.
La última prueba del Buda
Se dice que cuando el Buda Gautama estaba a punto de iluminarse tuvo que pasar por la prueba más difícil a manos de Mara (que representa el deseo, la avidez y el placer).
En mi libro "Mindfulness, la Meditación Científica" menciono esa historia a través de Sherab Chodzin Kohn, quien la describe así en su libro "La vida de Buda": "Gautama hizo un juramento y resolvió no moverse del sitio hasta haber alcanzado la iluminación, aunque le costara la vida. Cuando se sentó firmemente en la postura de meditación con las piernas cruzadas, Mara también se dio cuenta que había llegado el momento crucial y tembló (...) Una vez dispuesto a quedarse y transformar su corazón, el Buda no se dejó tentar ni derrotar. Toda la tierra tembló y sus truenos ahogaron los gritos de los acólitos de Mara. En un momento todas sus huestes huyeron. Y Mara mismo, derrotado, partió sigilosamente".
El nuevo Evangelio cristiano describe a Jesucristo pasando por una prueba similar en las tentaciones del diablo. Y aparece también en él la fortaleza de la renuncia.
¿Cuál es el significado de esta acción para el crecimiento espiritual, para la nutrición de nuestro Ser más profundo? ¿Por qué la renuncia es tan importante?
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Ponderar lo virtuoso en lugar de resentirnos por lo perdido
La renuncia es una elección. Es una toma de decisión frente a un abanico de posibilidades que se nos presentan. ¿Por qué la llamamos renuncia a esta elección? Pues porque dejamos de lado otra/s posibilidad/es que nos brindarían satisfacción, placer.
La renuncia es, al fin y al cabo, rechazar la satisfacción del ego, la avidez que nos invade la mente pero también se manifiesta en el cuerpo. En mi caso, la opción más hedonista y sencilla sería comer con gula y sin cuidado a pesar de que mi cuerpo no lo necesite y sabiendo que eso impactará en mi bienestar físico y mental (no sólo en mi panza).
Claro que no es sencillo esto, y más en los tiempos que corren, sometidos a tanto estrés e incertidumbre. No se trata de ser duros con nosotros mismos pero sí reflexionar más allá de lo inmediato:
- ¿Necesito esto?
- ¿Es conveniente para mi cuerpo, para mi mente y mi corazón?
- Incluso las palabras que escucho y que uso diariamente: ¿son palabras que nutren, que alimentan a los demás, o son más bien un empacho espiritual?
En cientos de historias los grandes líderes abandonan algo, renuncian a una comodidad o statu quo en busca de nuevos horizontes.
¿Será que la renuncia también nos mueve de la comodidad del lugar en el que nos encontramos?
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Reconocer los apegos y desarraigarlos lentamente
En la práctica del Mindfulness, la secuencia para poner en práctica pedacitos de renuncia saludables en nuestras vidas es la siguiente:
- Reconocer a qué me apego: ¿personas, situaciones, comodidad, alimentos, entre otras cosas?
- Observar su impacto en nosotros: ¿siento que la avidez invade mi mente y perturba mi razonamiento? ¿Cómo pienso cuando me siento atraído vorazmente por un estímulo específico? ¿Puedo detectarlo en el cuerpo? ¿Puedo tomar distancia levemente de ese estímulo?
- Comenzar a trabajar con la renuncia: de aquello que siento más manejable y trazar un plan de cómo hacerlo. Ese plan debería considerar un motivador importante y también una secuencia conductual posible.
- Valorá mucho cada pequeño paso que das. Si existe un amigo o persona cercana a quien puedas reportar tus avances, ¡mejor aún! Siempre es positivo comunicarlo, le da más énfasis a tu motivación.
Claramente, renunciar a los pequeños placeres egoicos supone una mente atenta, una mente con una intención muy arraigada en el corazón: la de estar desprovista de deseo efímero, que sólo produce insatisfacción.
- Martín Reynoso es psicólogo, director de Train Your Brain Argentina y autor de "Mindfulness, la meditación científica".
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