En Japón, se conoce como "Kintsugi" al arte de arreglar algo que está roto para que pueda volver a utilizarse. La técnica japonesa supone dejar visibles las restauraciones para poder verlas. Así, cuando se rompe una vasija, se mezcla con oro para que la reparación sea visible.
Al ver las reparaciones de lo que antes estaba roto, se lo considera como una nueva oportunidad y se convierte en algo por lo que vale la pena estar orgullosos. Por eso, es que la cerámica restaurada y reutilizada se convierte en un símbolo de fuerza y belleza. Es como si fuese un vitreaux que se construye a partir de vidrios rotos.
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Cómo surgió el arte kintsugi
Kintsugi significa "ebanistería en oro" y nació de casualidad. Según cuenta la leyenda, a mediados del siglo XV el shogun Ashikaga Yoshimasa rompió su vasija de té favorita y la envió a China para repararla. Pero, como no quedó conforme con la reparación, le pidió a un artesano japonés que encontrara otra manera de repararla.
Hoy, el kintsugi, es la última tendencia en técnicas para lograr un estilo de vida que promete transformarla. Más allá de que su origen tuvo sus inicios por un motivo de decoración, hoy es visto como una metáfora de vida, según comenta el psicólogo Tomás Navarro.
El psicólogo Navarro después de ser 20 años consejero, se quedó impresionado por la cantidad de personas que hablaban de sentirse "quebrados", "rotos", después de haber sufrido una angustia, un dolor o un trauma.
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Muchas veces en la vida las cosas no salen como lo planificamos o imaginamos. Entonces, lo importante es rescatar de las cosas malas y de los momentos difíciles todo lo bueno y los aprendizajes que dejaron en uno.
Es clave que reconozcas tu capacidad para levantarte de nuevo y seguir adelante, esa fuerza de voluntad para continuar es la resiliencia. Nunca te conviertas en víctima y tomá una actitud valiente para resurgir.
Practicar el kintsugi cada día es aprender a vivir la vida con sus buenas y malas pasadas. También es tratar de ver los errores y dar gracias por poder superar lo que ya pasó y aprender de eso. Nadie dice que es fácil pero vale la pena el intento.
Kintsugi: cómo aplicarlo en la vida
Hay quienes opinan que pensar en el pasado o recordar malos momentos vividos no es bueno. Pero no hay que tenerle miedo a los recuerdos, porque cuando hoy mirás hacia atrás y recordás tu pasado, podés aprender mucho de lo que pudiste superar y de las cosas que seguís repitiendo de la misma manera. Ver y recordar el pasado supone un mejor presente, además que sirve para darle respuesta a algunas cuestiones y actitudes que creíamos sin un motivo.
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Cómo practicar éste arte milenario
- Pedir ayuda. Siempre se busca una forma de encontrar la pieza que nos falta para armar la vasija nuevamente. Tomando esa metáfora, es mejor pedir ayuda a los demás para superar los problemas, sobre todo si hacés las cosas en compañía o con la ayuda de las personas que te quieren, podés lograr resultados mucho mejores.
- Perseverancia y paciencia. Cultivá la perseverancia. Es probable que te desesperes si algo no sale como querés en el momento que deseás, pero cuando hacés un trabajo interno para conocerte mejor y recuperarte de las heridas sufridas, tenés que tener toda la paciencia y constancia posibles. El camino hacía el autoconocimiento e introspección puede ser largo, con algunas curvas y obstáculos, pero es importante nunca bajar los brazos.
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- Descanso y tiempo. Cuando arreglás una vasija, vas a notar que el pegamento necesita un tiempo para cumplir su función de la mejor manera. Es lo mismo con tu vida, en este camino que vas a emprender practicando kintsugi se trata también de tomarte el tiempo para descansar, para dormir y alimentarte bien, hacer hobbies y actividades que te reconforten y te llenen el alma.
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