El café, lejos de incrementar el riesgo de desarrollo de enfermedades muy graves y potencialmente mortales, parece ser muy beneficioso para la salud. De hecho, un estudio reciente concluyó que el consumo de café aumenta, y mucho, la esperanza de vida.
Un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Oporto (Portugal) muestra que, comparadas frente a aquellas que nunca consumen cafeína, las mujeres con diabetes que toman a diario infusiones que contengan cafeína, caso del té –la otrora llamada ‘teína’ es en realidad cafeína– o del café, tienen un riesgo hasta un 66% inferior de fallecer por cualquier causa.
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Como explica João Sérgio Neves, director de esta investigación presentada en el marco de la Reunión Anual 2017 de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD) que se está celebrando en Lisboa (Portugal), "nuestro trabajo muestra un efecto protector dosis-dependiente del consumo de cafeína sobre la mortalidad por cualquier causa en mujeres".
Cafeína protectora
De acuerdo con las estimaciones, más de un 80% de los adultos de todo el planeta consumen cafeína a diario, siendo las fuentes principales el café y el té. Un consumo medio que, dependiendo de la edad y el país, se establece entre los 100 mg y los 300 mg diarios. Y si bien existen numerosos estudios que han mostrado un efecto beneficioso del café sobre el riesgo de mortalidad de la población general, poco se sabe del papel que puede jugar la cafeína en el caso de las personas con diabetes.
Para llevar a cabo el estudio, los autores siguieron durante un período promedio de 11 años la evolución de más de 3.000 mujeres y varones que tomaron parte entre los años 1999 y 2010 en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (NHANES), trabajo en el que, entre otros muchos datos, se recogieron los datos sobre el consumo diario de cafeína –especificando, además su origen, ya fuera el café, el té o los refrescos.
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Nuestros resultados muestran un efecto protector dosis-dependiente del consumo de cafeína sobre la mortalidad por cualquier causa en mujeres.
Concluído el período de seguimiento, 618 participantes habían fallecido. Y de acuerdo con los resultados las mujeres con diabetes que tomaban más de 100 mg diarios de cafeína –lo que equivaldría a una única taza de café– tuvieron, frente a las ‘abstemias’ y con independencia de otros factores como la edad, el nivel educativo, el tabaquismo, el índice de masa corporal (IMC), el consumo de alcohol, el nivel socioeconómico o la hipertensión arterial, una probabilidad un 51% inferior de morir por cualquier causa.
Un efecto positivo que, además, es de tipo ‘dosis-dependiente’: a mayor consumo diario de cafeína, mayor reducción de la mortalidad, estableciéndose en un 57% en caso de tomar entre 100 y 200 mg al día, y en hasta un 66% en caso de tomar más de 200 mg diarios.
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Es más; parece que, junto con la cantidad, la fuente de la cafeína también es muy importante. Y es que si bien la cafeína en general redujo la probabilidad de deceso por cualquier causa, el beneficio se explicó mayoritariamente por una disminución de la mortalidad cardiovascular en el caso del café y por una reducción de los fallecimientos por cáncer en el del té.
De hecho, y tras dividir a las participantes en cuatro grupos de función de su consumo de té –ninguno, bajo, medio y alto–, aquellas que bebían mayores cantidades de esta infusión tuvieron un riesgo hasta un 80% de padecer cáncer que las que no tomaban nada.
Como refiere Davide Carvalho, co-autor de la investigación, «el efecto sobre la mortalidad parece depender de la fuente de la cafeína, con un efecto protector del consumo de café sobre la mortalidad por cualquier causa y la mortalidad cardiovascular, y un efecto protector de la cafeína del té sobre la mortalidad por cáncer en las mujeres con diabetes».
En definitiva, y a la luz de las nuevas evidencias, ¿puede concluirse, por fin, que la cafeína aumenta la esperanza de vida?
Pues no. Hacen falta estudios prospectivos, esto es, diseñados para evaluar un fin de cara al futuro, no lo que ya ha sucedido en el pasado, para confirmarlo. Como reconocen los propios autores, «nuestro estudio es de tipo observacional, por lo que no puede demostrar que la cafeína reduzca realmente el riesgo de mortalidad. Tan solo puede sugerir este posible efecto protector».
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Y llegados a este punto, ¿qué sucede con los varones? Pues que la cafeína, ya provenga del café o del té, no parece tener este efecto beneficioso observado en las féminas.
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