Escuchar al cuerpo puede hacer una diferencia enorme en la salud. Registrar algunas señales puede incluso ser determinante en tu posibilidad de accionar sobre tu riesgo de muerte prematura. Lo dice la ciencia: el estilo de vida que lleves puede tener el potencial de sumar o restar años a tu vida o estirar tu longevidad.
En concreto, el comportamiento sedentario, definido como la inactividad física o falta de movimiento, se ha acabado convirtiendo en uno de los principales factores de riesgo de muerte prematura (dentro de las enfermedades no transmisibles), hasta el punto de que se le han atribuido 1,6 millones de fallecimientos anuales en países de renta media.
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"Cada año podrían evitarse entre 4 y 5 millones de muertes si todas las personas se mantuvieran más activas físicamente", ya que la actividad física regular es un importante factor de protección para la prevención y el tratamiento de enfermedades no transmisibles como las cardiovasculares, la diabetes de tipo 2 y varios tipos de cáncer, informa la OMS.
Además, distintas investigaciones científicas han advertido de los riesgos de una muerte temprana que pueden conllevar determinados comportamientos y hábitos, o la ausencia de ellos. Esto no supone que hacer —o no hacer— algo provoque directamente la muerte, pero podría interpretarse como un posible factor con el potencial de inclinar la balanza en algún momento futuro.
1. No ser capaz de sostenerte sobre una sola pierna
Un nuevo estudio, dirigido por científicos de la Clínica de Medicina del Ejercicio Clinimex (Brasil) y publicado este martes 21, ha encontrado un vínculo entre el equilibrio y el riesgo de muerte prematura, aunque no explica qué puede estar causando el riesgo.
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Para ello, ha observado a 1.702 adultos mayores brasileños (entre los 51 y los 75 años), a los que ha pedido que completaran una prueba básica de equilibrio, consistente en sostenerse sobre una sola pierna durante 10 segundos, sin usar las manos ni apoyarse sobre ningún objeto (conocido como la postura del flamenco).
Los investigadores han encontrado que los participantes que no pudieron completar la prueba tenían un 84% más de probabilidades de morir por cualquier causa durante los próximos 10 años de seguimiento que aquellos que lograron completar con éxito el ejercicio.
Además, el estudio apunta a que el equilibrio merma con la edad: los sujetos tenían menos probabilidades de completar la prueba a medida que envejecían (el 5% de las personas de 50 años suspendieron la prueba, en comparación con el 54% de más edad).
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Del informe se puede extraer que las pruebas de equilibrio podrían ser una forma conveniente y económica de señalar los riesgos para la salud, en combinación con otras pruebas médicas de rutina, concluye la investigación, con carácter puramente observacional.
2. Caminar lentamente
Un estudio publicado en 2009 en British Medical Journal (BMJ) ya apuntaba desde su título una de las posibles señales de muerte prematura: "Velocidad de marcha lenta y muerte cardiovascular en adultos mayores con buen funcionamiento".
En él, se realizó un seguimiento de 3.208 hombres y mujeres de 65 años o menos durante un promedio de algo más de 5 años, a los se midió en 3 momentos diferentes mientras caminaban por un tramo de 6 metros de longitud.
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"Los participantes que se encontraban en el tercio inferior de la velocidad de marcha inicial tenían un mayor riesgo de muerte en comparación con los tercios superiores. Los análisis de las causas específicas de muerte mostraron que los participantes con baja velocidad de marcha tenían un riesgo aproximadamente 3 veces mayor de muerte cardiovascular en comparación con los participantes que caminaban más rápido. No hubo relación con la mortalidad por cáncer", recoge.
"La velocidad de marcha lenta en las personas mayores está fuertemente asociada a un mayor riesgo de mortalidad cardiovascular", concluían los autores, que señalan que los caminantes más rápidos podrían estar más en forma y beneficiarse de una mejor salud cardiovascular, informa Mail Online.
3. Caminar poco
Además de la velocidad, la cantidad que se camina también tendría el potencial de influir sobre la vida y la muerte, según un reciente metaanálisis de 15 estudios sobre unas 50.000 personas que viven en 4 continentes.
De acuerdo con esta investigación, el riesgo de mortalidad en mayores de 60 años se redujo en un 50% para los que aumentaron sus pasos diarios desde unos 3.000 hasta alrededor de 7.000, mientras que dar más de 8.000 no proporcionó ningún beneficio adicional para la longevidad.
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Por otra parte, vieron que el riesgo de muerte prematura para los menores de 60 años se estabilizaba entre los 8.000 y los 10.000 pasos diarios. Eso sí, en este estudio no encontraron una asociación definitiva respecto a la velocidad.
Entre los 3 grupos más activos que daban más pasos al día, había un riesgo de muerte entre un 40% y un 53% menor, en comparación con el grupo del cuartil más bajo que caminaba menos pasos, según el metanálisis.
4. Subir escaleras en un corto periodo de tiempo
Subir y bajar escaleras, de 3 a 5 días a la semana, favorece el flujo sanguíneo e incrementa la sensación de bienestar al liberar endorfinas.
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En 2018, la Sociedad Europea de Cardiología reveló un estudio con el que iba más allá y afirmaba que subir enérgicamente 4 tramos de escaleras en un corto período de tiempo sirve para evaluar la salud y los indicios de muerte temprana de una persona por enfermedades cardiovasculares y oncológicas, entre otras.
Como indica la investigación, la mayor parte de las personas es capaz de replicar fácilmente esta prueba en casa sin ningún equipo médico: si eres una persona sana, deberías poder completar la prueba en menos de un minuto.
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Por el contrario, si obtienes un mal resultado subiendo las escaleras deberías acudir al médico para recibir el diagnóstico apropiado. Además, sería un incentivo para adquirir una mejor forma física y comenzar a realizar ejercicio de forma más regular, previniendo otros múltiples problemas como las afecciones ortopédicas, la depresión y los problemas musculares.
5. Agacharte y levantarte con problemas
Otra investigación de la misma sociedad pidió a 2.000 personas de entre 51 y 80 años, descalzos y con ropa holgada, que bajaran hasta el suelo y cruzaran las piernas sin utilizar las manos, rodillas, codos o laterales de las piernas como apoyo, para luego volver a ponerse de pie, también sin ayudas.
Los investigadores evaluaron de 0 a 10 el desempeño (restaban puntos si perdían ligeramente el equilibrio o si se apoyaban) y registraron 159 muertes durante los 6 años del estudio.
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Los resultados mostraron que las personas con más dificultades para completar la prueba (puntuación de 0 a 3) tenían 5,4 veces más probabilidades de morir, en comparación con los que lo consiguieron con facilidad, recoge MailOnline.
"El estado físico musculoesquelético, evaluado por el SRT [test de sentarse y levantarse, por sus siglas en inglés], fue un factor predictivo significativo de la mortalidad en sujetos de 51-80 años de edad", concluyen los autores.
"La aplicación de una herramienta de evaluación sencilla y segura como SRT, en la que influyen la fuerza muscular y la flexibilidad, en los exámenes de salud generales podría añadir información relevante sobre las capacidades funcionales y los resultados en adultos no hospitalizados", añaden.
6. Poca fuerza para agarrar
La fuerza que tienes para agarrar algo con la mano también podría ser una señal de riesgo de morir antes, al menos según lo que se sugiere en un estudio publicado en 2018 en BMJ, que analizó la fuerza de agarre de 500.000 voluntarios de 40 a 69 años, a partir de una enorme base de datos del Reino Unido.
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De acuerdo con este, y como informa Daily Mail, las personas con un agarre débil tienen hasta un 20% más de probabilidades de morir prematuramente. Además, por cada caída de 5 kg en la fuerza de agarre de los participantes, su riesgo de morir por cualquier causa, enfermedad cardiovascular y cáncer aumentó en una quinta parte.
"Una mayor fuerza de agarre se asoció con una variedad de resultados de salud y una mejor predicción de una puntuación de riesgo basada en el consultorio. Se necesita más trabajo sobre el uso de la fuerza de agarre en las puntuaciones de riesgo o la detección de riesgos para establecer su posible utilidad clínica", concluyen los autores.
7. Cuesta realizar unas pocas flexiones
¿Te cuesta horrores hacer solo unas pocas flexiones —lagartijas—? Eso también podría ser una señal de advertencia según un estudio que, eso sí, realizó la prueba con bomberos.
Un equipo internacional pidió regularmente a 1.100 bomberos que completaran tantas flexiones como pudieran entre 2000 y 2010 en una clínica médica local, mientras medían la cantidad, el tiempo y las pulsaciones por minuto.
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A lo largo de esa década, a 37 de ellos se les diagnosticó una enfermedad cardíaca; sin embargo, quienes podían realizar más de 40 flexiones tenían un 96% menos probabilidades de sufrirla en comparación con los que hacían menos de 10, según los resultados, publicados en Jama Network.
8. Consumir bebidas azucaradas de forma habitual
Tomar constantemente refrescos podría estar acortando tu vida. Así se desprende de un estudio sobre población europea, que concluye que beber con frecuencia bebidas gaseosas o azucaradas puede conllevar un mayor riesgo de muerte prematura, incluso si se trata de bebidas endulzadas artificialmente.
El estudio, publicado en 2019 y el mayor de ese tipo realizado en Europa hasta la fecha, contó con más de 450.000 personas de 10 países europeos, incluido España.
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Las conclusiones obtenidas de la investigación hallaron que existía "una mayor mortalidad relacionada con cualquier causa entre aquellos pacientes que habían afirmado consumir más de dos vasos diarios de refrescos, ya fueran azucarados o endulzados artificialmente".
9. Beber demasiado alcohol
El estudio “Los riesgos de cruzar el umbral de la consumición de alcohol”analizó en 2018 los datos de 83 investigaciones relacionadas, con las que recopilaba el comportamiento de unas 600.000 personas bebedoras.
Las conclusiones destacaron que un consumo elevado del alcohol, independientemente del género, aumenta las posibilidades de un ataque al corazón, un aneurisma, problemas cardíacos y muerte prematura.
¿Qué se entiende por consumo elevado de alcohol? Así lo señalaron:
- Adultos que beben entre 7 y 14 bebidas alcohólicas por semana: pueden tener una disminución de la esperanza de vida en 6 meses.
- Adultos que beben entre 14 y 25 bebidas alcohólicas por semana: disminución de la esperanza de vida de entre uno y 2 años.
- Adultos que consumen más de 25 bebidas alcohólicas por semana: reducción de la esperanza de vida de entre 4 y 5 años.
10. Ver la tele más de una hora al día
Este caso tampoco tiene que ver con el ejercicio físico, pero sí con el sedentarismo. Independientemente de la composición genética de la persona, pasar menos tiempo frente al televisor estaría relacionado con un menor riesgo de cardiopatía coronaria, según una investigación publicada en BMC Medicine en mayo de 2022.
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En concreto, apunta que el 10,9% de los casos de cardiopatía coronaria podrían prevenirse si el tiempo de visualización de la televisión se redujera a menos de una hora diaria, suponiendo causalidad, explican los autores, que señalan que esta enfermedad "es una de las causas más importantes de muerte prematura".
La cardiopatía coronaria conlleva un estrechamiento de los vasos sanguíneos que puede terminar impidiendo que el corazón reciba la sangre necesaria. Representa la causa principal de muerte de hombres y mujeres en EEUU y una de las primeras causas de mortalidad, morbilidad y coste sanitario en España desde hace décadas.
11. La soledad
Durante años, la ciencia ha analizado la conexión entre la muerte prematura y la soledad, es decir, sentirse solo o sola incluso aunque objetivamente se cuente con compañía.
Una de las investigaciones más recientes, del Instituto Nacional del Envejecimiento, ha concluido que el aislamiento social es más letal que la obesidad o que fumar 15 cigarros al día.
Según los avances de la doctora Stephanie Cacioppo al respecto, la sensación de soledad activa automáticamente una serie de procesos biológicos y de comportamiento que contribuyen a una muerte prematura. Este cambio en la forma de actuar se asocia a una ausencia de propósito y de misión en la vida.
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