Es tentador subestimar el alcance del COVID-19. Para la mayoría, los síntomas son leves, como fiebre, tos, congestión nasal o dificultad para respirar. Sin embargo, los expertos advierten que el coronavirus tiene la capacidad de provocar complicaciones que van más allá de una enfermedad respiratoria básica, afectando diversos órganos del cuerpo.
El comienzo del nuevo año trajo consigo un aumento en las hospitalizaciones por COVID-19 en los Estados Unidos, lo que ha llevado a los expertos a recomendar precaución, especialmente para aquellos con un mayor riesgo de complicaciones.
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Los efectos inmediatos del COVID-19 pueden asemejarse a los de la gripe, pero incluso los casos más leves pueden desencadenar el síndrome de COVID prolongado, caracterizado por una variedad de síntomas que pueden persistir durante semanas o meses, y que se han relacionado con más de 200 manifestaciones diferentes.
Aunque el COVID-19 se asocia principalmente con problemas respiratorios, como la neumonía, su impacto va mucho más allá. De hecho, se ha descubierto que esta enfermedad es más que una afección pulmonar, evidenciando su capacidad para afectar tanto al sistema vascular como al neurológico.
No es de extrañar que los expertos describan al SARS-CoV-2, el virus responsable del COVID-19, como un agente complejo, cuyos mecanismos aún estamos comenzando a comprender. Aunque todavía hay muchas incógnitas, se están esclareciendo ciertos aspectos. Una revisión exhaustiva de los síntomas del COVID prolongado, publicada en enero de 2023 en Nature Reviews Microbiology, detalla cómo esta enfermedad puede afectar a todo el cuerpo, incluyendo órganos como el páncreas, los vasos sanguíneos y el sistema reproductivo.
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El SARS-CoV-2 desencadena una respuesta inmunológica intensa que puede resultar en una inflamación generalizada y en una coagulación sanguínea excesiva. Aunque la replicación viral puede comenzar en los pulmones y la nasofaringe, la inflamación que provoca el virus se extiende por todo el organismo.
Áreas del cuerpo afectadas por el virus
A continuación, mencionaremos algunas de las partes del cuerpo que terminan siendo dañadas por los síntomas del Coivd-19.
Sistema gastrointestinal
El mecanismo del sistema gastrointestinal puede diferir ligeramente del que afecta al corazón. Se ha sugerido que el virus puede esconderse mientras el cuerpo combate la infección, y varios estudios han demostrado que el COVID puede persistir en el sistema gastrointestinal durante semanas o meses después de que se haya resuelto en otras partes del cuerpo.
Aunque aún no se ha determinado el lugar exacto donde el virus podría esconderse, los síntomas gastrointestinales son evidentes, incluyendo náuseas, vómitos y diarrea.
Un estudio amplio realizado con veteranos y publicado el año pasado en Nature Communications encontró que las personas que padecieron COVID-19 tenían un mayor riesgo de desarrollar enfermedades gastrointestinales, como el reflujo gastroesofágico y el síndrome del intestino irritable, más de 30 días después de la infección, en comparación con aquellas que no contrajeron COVID-19. Este riesgo se observó incluso entre personas con casos leves de la enfermedad.
Cerebro y el sistema nervioso
El virus y la respuesta inmunológica pueden tener múltiples efectos sobre el cerebro. Aunque las causas exactas de los problemas cerebrales relacionados aún no están claras, parece que no es el virus en sí el que ataca directamente al tejido cerebral. En cambio, la intensificación de la respuesta inmunológica puede resultar en la formación de coágulos que podrían provocar complicaciones cerebrales.
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Muchos pacientes describen esta sensación como similar a una conmoción cerebral, y puede persistir durante varios meses después de la infección por COVID, incluso en casos leves inicialmente.
Además del deterioro cognitivo, se observa un empeoramiento o la aparición de nuevas migrañas. También se reportan nuevas neuropatías en las extremidades, como entumecimiento, hormigueo y dificultades para caminar debido a la neuropatía.
El COVID-19 también podría estar desencadenando o exacerbando otras condiciones neurodegenerativas, como la enfermedad de Parkinson. Se han documentado casos de enfermedad de Alzheimer en personas que, antes de contraer COVID-19, funcionaban normalmente y luego desarrollaron síntomas sin una causa aparente.
Riñones
Los problemas renales son comunes debido a los daños en los órganos después de la infección por COVID-19. Los investigadores no están seguros de si estos problemas renales se deben a la fiebre alta y la consiguiente deshidratación o si el virus, que puede afectar a cualquier parte del cuerpo y causar inflamación, puede provocar una variedad de problemas.
Corazón y vasos sanguíneos
La investigación indica que la infección por COVID-19 puede aumentar el riesgo de problemas cardíacos, como la miocarditis, una inflamación rara del corazón, y la fibrilación auricular, un ritmo cardíaco irregular.
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El riesgo de desarrollar coágulos sanguíneos peligrosos, como la trombosis venosa profunda (coágulos en venas grandes) y los embolismos pulmonares (coágulos en los pulmones), sigue siendo elevado incluso hasta un año después de la infección.
Diversos factores pueden influir en los problemas cardíacos relacionados con el COVID, incluyendo microcoágulos (coágulos sanguíneos diminutos) o una respuesta autoinmune dirigida a las células musculares del corazón. Un estudio reciente publicado en Nature Cardiovascular Research sugiere que el virus puede infectar las arterias coronarias, lo que provoca la inflamación y ruptura de la acumulación de placa, lo que podría desencadenar un ataque cardíaco.
¿Qué recaudos tomar?
No todas las personas que contraen COVID-19 experimentarán estos problemas, pero aquellos que sí presenten síntomas deben consultar a su médico de atención primaria o a una clínica especializada en COVID prolongado.
Todos pueden tomar medidas para protegerse a sí mismos y a quienes los rodean. El primer paso es ser cauteloso si hay un aumento de casos de COVID-19 en la región. Se debe considerar el uso de mascarillas en lugares públicos concurridos, ya que muchas personas pueden estar infectadas sin presentar síntomas.
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En segundo lugar, se recomienda vacunarse. Se insta a todas las personas mayores de 5 años a recibir la vacuna actualizada contra el COVID-19 para reducir el riesgo de enfermedad grave debido al virus.
En tercer lugar, es importante controlar los factores de riesgo cardiovascular, como la presión arterial alta, la diabetes y otras condiciones médicas crónicas. Esto ayudará a reducir el riesgo de complicaciones relacionadas con el COVID-19.
Finalmente, si se presentan síntomas del virus, es fundamental mantenerse alejado de otras personas para evitar ponerlas en riesgo. Se enfatiza la importancia de la vacunación, especialmente para aquellas personas con enfermedades cardíacas o pulmonares, cáncer o sistemas inmunológicos comprometidos.
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