Dos problemas atentan seriamente contra la salud en el siglo XXI: la depresión y la soledad, ambas fuertemente conectadas. A pesar de la globalización y de las tecnologías que achican el mundo como nunca antes, sentirse solo, aislado, sin el sostén afectivo de las redes sociales y familiares que contenían a las generaciones anteriores, es cada vez más común. Y es un peligro porque la soledad enferma.
Desde las neurociencias observan que los daños que genera la soledad pueden ser tan letales como un ACV
"Sentirse solo es un mecanismo biológico como tener hambre o sed, pero la diferencia está en que una persona puede comer o beber y se acaban sus problemas, pero no puede salir a la calle y gritar "quiero tener amigos", explicó el neurólogo Facundo Manes, durante la presentación de su libro "Usar el Cerebro".
Tener una vida social activa es clave para la salud
La soledad enferma
El prestigioso neurocientífico explicó "la soledad hace que la persona sienta emociones intensas que repercuten luego en su organismo".
Manes precisa que "la soledad crónica es incluso más peligrosa que el alcoholismo o la obesidad, y puede llegar a matar a la persona. Aislarse es lo peor que puede hacer un individuo".
Y agrega: "Las personas que viven socialmente aisladas se enferman más y viven menos. Los seres humanos somos básicamente seres sociales. En consecuencia, necesitamos estar en contacto con otros seres humanos. Los afectos y las amistades nos ayudan a enfrentar las situaciones difíciles y reducir los niveles de estrés. Llevar una vida social activa es estimulante para el cerebro".