
Durante los últimos años, la ciencia comenzó a mirar al intestino como un actor central en la salud física y emocional. Este interés creció gracias a estudios que muestran que los billones de microorganismos que componen la microbiota intestinal no solo participan en la digestión, sino que también intervienen en procesos hormonales, inmunológicos y neurológicos. Entre esos hallazgos surge una pregunta clave: ¿el equilibrio intestinal puede influir en las adicciones, incluso en el consumo problemático de alcohol?
La respuesta avanza hacia el sí. Varios equipos de investigación han observado que las personas con adicción al alcohol suelen mostrar una microbiota más alterada, con menor diversidad bacteriana y presencia aumentada de especies vinculadas a inflamación crónica. Este desbalance (llamado disbiosis) podría afectar el estado de ánimo, la gestión del estrés y los niveles de dopamina, todos factores relacionados con las conductas adictivas.

El eje intestino-cerebro, un sistema de comunicación que conecta al sistema nervioso central con el aparato digestivo, juega un papel clave. A través del nervio vago, hormonas y metabolitos microbianos, el intestino puede influir en circuitos cerebrales asociados al placer y a la recompensa. Este mecanismo podría explicar por qué ciertos patrones de microbiota favorecen mayor búsqueda de sustancias, entre ellas el alcohol.
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Microbiota y alcohol: qué encontraron los estudios más recientes
Los trabajos publicados en revistas de neurogastroenterología y adicciones coinciden en tres puntos principales:
- La microbiota de personas con dependencia alcohólica suele presentar menor variedad de bacterias beneficiosas. Esa baja diversidad se ha asociado con mayor ansiedad, peor regulación emocional y mayor vulnerabilidad a recaídas.
- La inflamación intestinal generada por el consumo excesivo de alcohol altera la barrera intestinal, permitiendo que pasen a la sangre compuestos que aumentan la inflamación en todo el cuerpo. Este proceso afecta al sistema nervioso y refuerza conductas adictivas.
- La producción de neurotransmisores se ve comprometida. Algunas bacterias producen sustancias relacionadas con serotonina, GABA y dopamina. Cuando ese equilibrio se pierde, se altera la forma en que el cerebro gestiona el estrés y la recompensa.
Estos hallazgos no implican que la microbiota “cause” la adicción de manera aislada, pero sí sugieren que forma parte de un ecosistema biológico que puede potenciar o reducir el riesgo de consumo problemático.

Por qué la microbiota importa en la prevención y el tratamiento
La adicción al alcohol es un fenómeno multifactorial que incluye genética, entorno, historia emocional y hábitos. Sin embargo, la salud intestinal comienza a ser vista como un componente que puede ayudar a prevenir recaídas y mejorar la respuesta a tratamientos psicológicos y médicos.
Una microbiota equilibrada puede:
- Favorecer una mejor regulación del estrés.
- Reducir inflamación sistémica, que suele agravar los impulsos adictivos.
- Apoyar el funcionamiento del eje intestino-cerebro.
- Colaborar en la estabilización del estado de ánimo.
Por eso algunos equipos de investigación están explorando intervenciones complementarias como probióticos, prebióticos, dieta rica en fibra, ácidos grasos saludables y reducción de ultraprocesados. Estos cambios no reemplazan tratamientos profesionales, pero pueden reforzar los resultados.

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Qué recomienda hoy la ciencia
Aunque todavía se investiga el grado exacto de influencia de la microbiota en las adicciones, organismos como la Organización Mundial de la Salud y centros de investigación del NIH coinciden en tres recomendaciones clave:
- Proteger la barrera intestinal. Limitar el alcohol, evitar excesos y priorizar una alimentación rica en fibra ayuda a reducir daño e inflamación.
- Fomentar diversidad microbiana. Consumir frutas, verduras, legumbres, fermentados y alimentos integrales colabora con un ecosistema intestinal más robusto.
- Abordar la salud mental como parte del proceso. El estrés crónico y la ansiedad afectan tanto al cerebro como al intestino; el tratamiento integral es la vía más efectiva.

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Un campo en expansión
La relación entre microbiota y adicción al alcohol aún está en desarrollo, pero los avances marcan un camino: el intestino no solo influye en nuestra digestión, sino también en cómo gestionamos emociones, recompensas y hábitos. Cuidar este equilibrio puede convertirse en una herramienta más para acompañar procesos de recuperación y reducir el riesgo de recaídas.
En un contexto donde las adicciones siguen creciendo, entender el rol de la salud intestinal abre una oportunidad: trabajar desde un enfoque más integral, en el que cuerpo y mente se acompañan mutuamente.
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