Por diferentes causas, las consultas al ginecólogo muchas veces se demoran. Sin embargo, es importante tener presente que la visita al especialista para resolver los problemas ginecológicos más frecuentes es una medida preventiva muy importante para cuidar la salud. Cuáles son las consultas más frecuentes en consultorio y cuáles son las respuestas a esas dudas y los tratamientos posibles para las dolencias ginecológicas más habituales.
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Las consultas más frecuentes en ginecología
Los problemas o consultas que más escuchan los ginecólogos en sus consultorios son:
Alteraciones en el ciclo menstrual
Las anormalidades del sangrado menstrual representan un tercio de las consultas ginecológicas. Según sus características podemos clasificarlas en:
- Oligomenorrea: menstruaciones muy espaciadas (más de 45 días entre ciclo).
- Menometrorragia: demasiado frecuentes (con un intervalo menor a 21 días entre ciclos).
- Hipo o hipermenorrea: según sea poca o demasiada cantidad de sangrado.
- Metrorragia intermenstrual: la que se da fuera de las menstruaciones.
- Su estudio incluye la confección de la historia clínica, el examen físico, estudios de sangre -perfil hormonal completo-, una ecografía para descartar lesiones estructurales, una evaluación del correcto uso de anticonceptivos orales -si los toma- y una evaluación de las posibles causas no uterinas de sangrado. El tratamiento dependerá siempre de la causa detectada.
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Anticoncepción
La consulta se relaciona con cuáles son los distintos métodos disponibles, su seguridad y su uso, su eficacia tanto para prevenir embarazo no deseado como las enfermedades de transmisión sexual (ETS).
Para asesorar se evalúa cada caso en particular, el contexto, los deseos, etc. Es nuestra responsabilidad como ginecólogos ofrecer todos los métodos disponibles, explicar el correcto uso, efectos adversos, duración del método –como por ejemplo en el caso de DIU-, como también los costos y la cobertura en caso de las obras sociales y prepagas. Es importante hacer hincapié en que sólo el preservativo es útil en la prevención de ETS.
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Dolor pelviano crónico
Se llama así a aquel que se presenta por al menos seis meses seguidos, en hemiabdomen inferior –es decir, en la zona por debajo del ombligo- y es lo suficientemente severo como para alterar la actividad habitual de la paciente y requerir tratamiento. Representa alrededor del 10% de las consultas ginecológicas y es una indicación frecuente de cirugía diagnóstica.
Puede tener distintas causas, con mayor frecuencia pueden ser gastrointestinales –como el colon irritable-, urológicas –como una cistitis a repetición-, ginecológicas –como en el caso de la endometriosis o de una adenomiosis-, músculo esqueléticas –como en el caso de alteraciones de la columna o contracturas-, o neurológicas –por ejemplo, por pinzamientos nerviosos-. En estos casos es importante realizar una historia clínica detallada para intentar orientarnos acerca del origen, si es o no ginecológico. En caso de sospechar una causa ginecológica, además de realizar el examen pelviano en consultorio, solicitamos análisis de sangre, estudios por imágenes como una ecografía transvaginal o una resonancia magnética, según el caso. Se puede intentar llevar adelante un tratamiento hormonal y analgésico empírico y, en caso de no haber respuesta o de necesitarlo, la cirugía es una muy buena herramienta.
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Flujo vaginal anormal
Llamamos flujo vaginal anormal cuando difiere del patrón habitual de la paciente, que es a su vez variable. En general, consideramos flujo normal cuando es un fluido blanco o transparente, casi inodoro y no es mayor a 1-4ml.
El flujo puede sufrir alteraciones por distintas causas: con mayor frecuencia por vulvovaginitis, el uso de geles, jabones o cremas, algunos medicamentos -como antibióticos- o la atrofia de la mucosa en pacientes post menopáusicas. La consulta se hace en caso que aumente en cantidad, si tiene distinto color, feo olor o si la mujer presenta síntomas como picazón, ardor, enrojecimiento de la zona vulvar, dolor al tener relaciones o al orinar.
El tratamiento dependerá de la causa, y en general consiste en medidas locales como óvulos y cremas y, en algunos casos, medicación vía oral. Es muy importante no automedicarse y consultar cuando aparecen los síntomas.
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Control ginecológico anual
Hace años que se instaló la necesidad de realizar un control ginecológico anual y, sin embargo, aún muchas mujeres no lo llevan a cabo. Estos estudios que lleva adelante el ginecólogo al menos una vez por año para detectar precozmente y prevenir enfermedades ginecológicas tiene un rol fundamental en la salud de las mujeres.
El chequeo básico de una mujer en edad reproductiva que ya inició su actividad sexual -o es mayor de 21 años- consiste en una citología cervical, más conocido como Papanicolau, una colposcopía, que es un examen pelviano por palpación; un examen mamario, esto significa una mamografía a partir de los 40 años o antes si hay antecedentes de cáncer de mama en la familia, y una densitometria ósea bianual en pacientes en edad menopáusica. Las consultas anuales al ginecólogo permiten a esa mujer cuidar su salud y, en caso de que se detectara algo, actuar precozmente maximizando así los resultados de cualquier tratamiento.
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