Hay un lugar, más allá de las creencias generalizadas, donde es posible estar en paz independientemente del revuelo exterior. Ese lugar es el Ser. El espacio más profundo dentro de nosotros donde no existe ni el pasado, ni el futuro: sólo el eterno presente.
En el acelerado ritmo de hoy en el que vivimos, es posible que, alentados por el sobreestímulo de las ciudades, el vértigo de las comunicaciones, la irrupción por lo general de “malas noticias” y de la volatilidad de muchos vínculos, es interesante preguntarse cómo lograr la paz pese a todo lo que ocurre alrededor.
La paz es un proceso activo. Dista mucho de estar sentado esperando que Dios (La Luz, el Ser Superior, la Conciencia Divina, Mi Abuelito que me acompaña, Mi Papá que me guía desde el cielo y cualquier otro acompañante que queramos tener en el camino) nos ilumine, nos marque el camino y nos diga, con voz profunda y resonante: “Es por aquí el camino”.
Como relato, tiene sin dudas un gran valor. ¿Cuántos de nosotros lo hemos utilizado para contar una historia a alguien más chico, o imaginado que hay alguien que, mágicamente, nos indica por dónde avanzar?
Sin embargo, esa voz somos nosotros mismos. La intuición, la introspección, el silencio, el no-juicio hacia las situaciones que me desafían, conforman un articulado, como un gran damero de ajedrez, que llevará al resultado. Un resultado incierto, en verdad, aunque a la distancia veremos que es el más indicado en el proceso de crecer, aprender y avanzar.
A eso que llamamos paz podemos alimentarla y construirla exclusivamente desde adentro hacia fuera
A eso que llamamos paz podemos alimentarla y construirla exclusivamente desde adentro hacia fuera. Es poco probable que debamos estar todo el tiempo enganchados a lo externo para obtener estas experiencias. Son tan íntimas, personales y profundas que hasta se dificulta expresarlas en palabras.
A veces aparece como una profunda respiración que llena nuestra capacidad al máximo y nos hace ver todo con más claridad, con colores brillantes y en foco. Y en esa mirada, puede estar la respuesta que anhelamos.
Otras, se produce mediante la sintonía del Ser con el fluir natural de las cosas, sin forzarlas, y entregándome (rindiéndome) a lo que se va presentando. El rendirse, una vez más, no es claudicar ni dejar de tener una actitud proactiva y positiva hasta los acontecimientos. Es, simplemente, recobrar esa sensación que tenemos –por ejemplo- cuando estamos cansados luego de un día agotador, llegamos a casa, y, simplemente, nos tiramos en la cama para dormir una siesta. ¿Podés reconocer ese instante de calma y de absoluta conexión íntima con vos mismo?
Moviéndome hacia la paz
Las claves de movimiento, involucramiento y acción son también decisivas en lo que recibiremos en consecuencia: la paz. Esto parece un contrasentido cuando muchas corrientes espirituales impulsan la quietud, el silencio y la sintonización incluso ayudados de estímulos externos, como puede ser un rico aroma, música suave, una lectura que nos enfoque en el momento presente, y tantas otras formas de equilibrarnos. Y todo esto, también se hace verdad si para vos funciona.
Pero la idea del movimiento alude a que el desafío de esta experiencia espiritual mientras vivimos en el planeta tiene que ver, exclusivamente, con cómo hacer lo que es nuestra misión; descubrirla, pulirla y desarrollarla tanto como uno quiera y pueda; y atraviese ese sendero en la calma que da la certeza y el silencio. El silencio interior.
Puede haber ruido alrededor –por ejemplo, cuando voy a una gran fiesta y la música tiene un volumen alto- y, sin embargo, estar centrado en mi paz. Y desde ese lugar de movimiento activo interno, proyectarla hacia mí y las demás personas.
¿Has visto la paz de una mascota cuando se te acerca para darte cariño sin pedir demasiado a cambio? ¿Has podido descubrir la paz observando detenidamente una puesta de sol? ¿Pudiste experimentar ciertas revelaciones o respuestas que buscabas de la forma más casual, por ejemplo, al escuchar sin querer una conversación de desconocidos que, justo, dijeron las frases apropiadas para tu momento de vida? Así funciona.
Quizás puedas experimentar que sólo podemos estar sintonizados en esa energía cuando limpiamos las barreras que me separan de mi propio Ser, de mi Yo Interno profundo, sabio y verdadero. Cuando dejo de lado las ilusiones del mundo –los espejismos, como en un extenso desierto interno-, y sigo andando, paso a paso, con la certeza de estar en el camino que es el apropiado para mí, se produce ese estado interno, en movimiento, que podemos sentir como la paz.
Finalmente, la paz está alejada del proceso mental: cuanto más desgargue mi mente de pensamientos innecesarios, de quejas, desidias, crítica, chismes, justificaciones, insultos y maltratos, estaré mejor preparado para vivir conectado la mayor parte de cada instante, enfocado en lo único y verdadero: mi propio Ser, eso que permanece aún más allá de esta experiencia física en el mundo.