
“No quiero que pienses como yo, solo quiero que pienses”
Frida Kahlo
"NO quiero tener sexo sin entender lo que hago".
"NO quiero cargar a mi compañero porque es gordo y no es bueno en los deportes".
"NO quiero emborracharme como condición para pasarla bien".
“NO quiero robarle el whisky a mi papá porque mis amigos me lo piden".
¿Cuántos NO quedan atrapados en la mente de nuestros niños? ¿Cuántos SÍ tibios y temerosos salen de sus labios por no tener la valentía, autoestima, estructura yoica necesaria y suficiente para enfrentar la presión de pares, el efecto de la manada, el aluvión del grupo?
Hoy los padres estamos en deuda, entre tantas otras cosas, por no poder ayudar a nuestros jóvenes para que dispongan de un puñado de NO suficientes y necesarios para que puedan usar cada vez que los precisen
Hoy la distribución de SÍy NO es despareja e injusta, sobre todo con nuestros pequeños. Los NO se utilizan puertas adentro de las casas, distribuidos en toda la rebeldía saludable y necesaria del crecimiento exogámico, el despegue del nido.
El problema es que estos NO quedan atrapados y no replican en el afuera, allí donde, a través de los múltiples y defectuosos canales de comunicación, las vías se multiplican para buscar como tesoro innegociable la aceptación del entorno.

Puedes leer: Crianza: por qué endulzar el crecimiento es mejor que allanar el sufrimiento
En tiempos donde el placer inmediato es la valía más infinita, se pierde el cuidado por uno mismo, se pierde el saludable instinto de preservación, se pierde el tesoro más preciado que tenemos: LA LIBERTAD.
Lo digo una vez más: nuestros hijos no nos oyen todo el tiempo, pero no dejan de mirarnos. Nuestros hijos no podrán ejercitar el NO si conviven con nuestro doble discurso... Parejas infelices que perduran a pesar de los pesares, negociaciones insoportables que poco tiene que ver con lo saludable, desencuentros infinitos entre almas que habitan el mismo ¿hogar?
¿Qué firmeza podrán tener nuestros hijos al pararse frente a la vida, frente a los conflictos, o a los avatares del querer, si nos miran tibios e inseguros desde que son pequeños? ¿Cómo podrán estar seguros ante un NO si nosotros mismos, adultos, no sabemos cómo fijar posición en un chat grupal o una reunión por miedo a ser cancelados, cuestionados, cuando no despellejados? ¿Cómo enseñarles a ser diferentes cuando es toda una batalla sostener esa diferencia aún siendo adultos?
Los chicos ven, los chicos hacen… Los niños construyen su identidad a partir de los grupos que van forjando fuera del hogar primario. Es natural y saludable que la necesidad de aceptación sea esencial para ellos. Todos queremos y necesitamos ser queridos y valorados.

Puedes leer: Padres separados: lo que los hijos sí necesitan y lo que no
El precio de pertenecer
En un mundo ideal, valores como la solidaridad, la empatía, el don de gente, el cuidado por el otro y por el propio cuerpo deberían ser los patrones para manejarse en las relaciones humanas, pero estamos lejos de ello. Hoy, los valores de aceptación (y en esto los adultos tenemos una responsabilidad enorme porque los chicos van construyendo toxicidad desde los agujeros que dejamos desde nuestro desconcierto), están muy lejos de lo saludable.
Vivimos tiempos en que el “precio” para pertenecer viene de la mano de los riesgos absurdos, de anestesias y muletas para animarse a crecer
Nuestros chicos, para aprender el libre ejercicio del pensamiento, NECESITAN tener enfrente adultos libres, con menos miedos y más claridad que habiliten el SÍ y el NO como opciones del vivir. No es fácil, pero es una pulseada que se puede sostener y se puede ganar si se planea en red, en familia, en comunidad. La batalla no está perdida.
- Alejandro Schujman es psicólogo especializado en familias. Director de "Escuela para padres". Autor de "Generación Ni-Ni", "Es no porque yo lo digo" y coautor de "Padres a la obra".
Puedes leer:
- Erotización temprana: los riesgos de separar mente y cuerpo en la adolescencia
- "Prefiero que mi hijo tome en casa": el riesgo de las previas en hogares liberados
- Herramientas para padres: lo que ayuda a crecer a los hijos (y lo que no)
- Por qué no debemos naturalizar el consumo de marihuana en los jóvenes
- La Alegría de Quedarse Afuera": el nuevo remedio para la adicción a las redes sociales
- ¿Tu hijo se llevó hasta el recreo? Para ayudarlo, evita estas actitudes
- Fiestas de egresados: coquetear con la muerte con permiso de los padres










