"El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. La sentencia -en ambos sentidos- es perfectamente aplicable a la relación del ser humano con las infecciones. Enfermedades que estaban prácticamente erradicadas vuelven con bríos renovados gracias al movimiento antivacunas". Así arranca un interesante artículo de Iñaki Berazaluce en su blog Strambotic. Y recupera una nota publicada en Buena Vibra para ilustrar el daño que generan: en Rumanía, por ejemplo, ya son 32 los muertos y 8.000 los contagiados de sarampión en los últimos 10 meses, después de que la tasa de vacunación de esa enfermedad cayera del 95 al 89%.
Los casos se multiplican: en Venezuela hay 447 casos de difteria, en Italia los movimientos antivacunas están abriendo la puerta al regreso de enfermedades erradicadas y lo mismo pasa en Francia, Alemania, Australia y otros países.
Las vacunas son un hito en la historia de la medicina y la salud pública: su impacto supera el de los antibióticos. "Hace sólo un siglo, la mayor parte de la gente moría por enfermedades infecciosas como la tuberculosis o la neumonía, tal y como se recoge en este gráfico interactivo elaborado por la Oficina Estadística del Reino Unido", escribe Berazaluce. "Sólo a partir de mitad del siglo XX, las infecciones dejan de ser la primera causa de muerte, y lo que nos empieza a matar son… los accidentes de tráfico y los ataques al corazón".
Un antes y después de las vacunas
El gráfico es más que elocuente. Al ver de qué moríamos hace un siglo y de qué morimos ahora, vemos el valor inmenso de las vacunas.
¿Qué sucedió en torno a 1950 en los países con una sanidad más desarrollada? "Muy fácil: campañas de vacunación masivas que desterraron para siempre enfermedades como la viruela y convirtieron en simples dolencias incómodas enfermedades antes letales, como la gripe o el tétano".
Curiosamente, la epidemia de los accidentes de tráfico también fue superada, o al menos contenida, a finales del siglo XX, aunque sigue siendo la principal causa de muerte entre los jóvenes.
"¿Y qué nos mata ahora? Pues básicamente el cáncer, especialmente entre las mujeres, y las enfermedades coronarias y el suicidio, entre los hombres -sigue Berazaluce-. El cáncer era antaño mucho más infrecuente por la simple razón de que la mayoría de la gente moría antes de un sarampión o de una tuberculosis y no solía alcanzar la provecta edad de nuestros abuelos".