El ejercicio intenso o moderado se asocia con diversos beneficios para la salud, incluyendo una disminución del riesgo de obesidad, enfermedades cardiovasculares, varios tipos de cáncer y todas las causas de mortalidad. Pero, más allá de opiniones y deseos, una investigación de la Universidad de Illinois publicada en Science Daily ha determinado que el ejercicio aeróbico o "cardio" (como el spinning) es lo más parecido que tenemos a un 'medicamento milagroso' para nuestro cuerpo.
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Qué es el entrenamiento cardio
El entrenamiento “cardio” o aeróbico incluye ejercicios de intensidad baja-moderada y de larga duración. Para su realización, el organismo utiliza oxígeno, de ahí lo de aeróbico, para la obtención de energía a partir de grasas e hidratos de carbono. Se pueden incluir aquí actividades como correr, bicicleta, nadar, caminar, saltar la soga, entre los destacados.
Comenzamos a pensar con más claridad, a sentirnos mejor con nosotros mismos, e incluso a construir soluciones intermedias contra el deterioro cognitivo relacionado con la edad. Nuestros pulmones y nuestro corazón también se fortalecen
Pero cardio también puede tener otros beneficios menos obvios. El estudio de la Universidad de Illinois, ofrece la primera evidencia definitiva de que el ejercicio puede cambiar la composición de los microbios en el intestino. Los estudios fueron diseñados para aislar los cambios inducidos por el ejercicio de otros factores, como la dieta o el uso de antibióticos, que podrían alterar la microbiota intestinal.
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La comprobación científica
En el estudio en humanos, el equipo reclutó a 18 adultos sedentarios y 14 obesos, tomaron muestras de sus microbiomas intestinales y los iniciaron en un programa de ejercicios durante el cual realizaron ejercicios cardiovasculares supervisados durante 30-60 minutos tres veces por semana durante seis semanas.
Los investigadores tomaron muestras de microbiomas intestinales de los participantes nuevamente al final del programa de ejercicios y después de otras seis semanas de comportamiento sedentario. Los participantes mantuvieron sus dietas habituales a lo largo del estudio.
Las concentraciones de AGCC, en particular butirato, aumentaron en el intestino humano como resultado del ejercicio. Estos niveles disminuyeron nuevamente después de que los participantes volvieron a un estilo de vida sedentario. Las pruebas genéticas de la microbiota confirmaron que esto correspondía a los cambios en la proporción de microbios que producen butirato y otros AGCC.
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Estos juegan un papel determinante en todo el organismo, pues afecta desde a nuestros niveles de energía hasta la inflamación, un signo clave de alerta temprana de la enfermedad.
"Estos son los primeros estudios que demuestran que el ejercicio puede tener un efecto en el intestino independiente de la dieta u otros factores", dijo en un comunicado Jeffrey Woods, profesor de kinesiología y salud comunitaria de la Universidad de Illinois, quien dirigió la investigación, recoge Business Insider.
Eso podría tener implicaciones importantes para aprender más sobre por qué el ejercicio parece ser tan singularmente capaz de levantar nuestro ánimo y energizar nuestros cuerpos.
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