Está de moda: conocemos cada vez más gente que se suma a la movida CrossFit. Se trata de un sistema de entrenamiento de fuerza y acondicionamiento basado en ejercicios funcionales variados y realizados a una alta intensidad. Su foco es desarrollar y ampliar las capacidades físicas y está basado en el entrenamiento militar.
Aunque muchos gimnasios o centros deportivos ofrecen clases colectivas que siguen una filosofía similar, el CrossFit se practica exclusivamente en el box. Un espacio diáfano de techos altos sin máquinas, televisores ni espejos considerado como un auténtico templo. Porque si hay algo de lo que hacen gala los devotos de esta religión, además de todas las capacidades físicas que se desarrollan con su práctica, es de la comunidad que se forma en torno a ella.
Trabajás para vos mismo, pero allí se comparten cuerdas y balones medicinales al tiempo que se animan y retan entre ellos sin que intervengan los egos. "Cada día compartimos clases con personas que se juntan para superar entrenamientos pensados para sacarles todos sus recursos. Ellos celebran que un compañero acabe el entrenamiento como si fuera algo propio. Se genera euforia por compartir esa experiencia, respetando el nivel de cada uno y queriendo ayudarnos entre todos”, explican los expertos.
Qué es el CrossFit y quién puede practicarlo
- Se trata de una disciplina que bebe de otras más tradicionales como la gimnasia, el atletismo o la halterofilia a través de series de ejercicios con un denominador común: la intensidad.
- Entrenamientos funcionales de una hora de duración en los que se trabaja coordinación, velocidad, flexibilidad, potencia, fuerza, agilidad, equilibrio, precisión y resistencia.
- Un programa considerado casi un entrenamiento militar pero cuya capacidad de adaptación permite que cualquiera pueda empezar a practicarlo sin importar su edad ni su estado físico. De hecho, se trata de uno de los pilares fundamentales por los que aboga su creador: “Las necesidades de los deportistas olímpicos y las de nuestros abuelos difieren en grado, no en modo”.
- Todo el mundo parte de un punto de forma y a partir de ahí comienza la mejora. Según los expertos, no hay que obsesionarse con los objetivos puramente estéticos porque éstos llegarán solos. Tampoco se trata de una cuestión de cantidad sino de calidad de las sesiones.
- Para un principiante en el mundo del deporte, 3 días a la semana serán suficientes para ir mejorando la forma y ser capaz de adaptarse a las agujetas. La clave está en ir trabajando en los niveles de intensidad adecuados y en exigirte salir de tu zona de confort.
Si tenés ganas de meterlo en tu agenda, dedicale dos minutos a estas claves:
- La competencia es contra vos mismo: es decir, tenés que desafiar tus propios límites. La cuestión del asunto es la progresión del cuerpo, el avance. Lo más importante es moverse bien, seguir las instrucciones de los que más saben y, así, ir mejorando poco a poco.
- No te hagas el héroe. Para hacer esta actividad, debés conocer tu cuerpo y sus límites. El desafío es escalar para que ir superándote y, con el correr de las clases, mejorar físicamente.
- Cuidate con las comidas. La nutrición es lo más elemental en la vida de las personas, de nada sirve hacer constantemente clases de crossfit si después no te cuidás con los alimentos. Tené en cuenta que lo que importa no es la cantidad de comida sino la calidad.
- No tengas miedo de preguntar. Una clase de crossfit mal hecha puede ser perjudicial para la salud y para el cuerpo. Ante cada ejercicio que desconocemos, es muy importante preguntarle al coach y así evitar dolores y lesiones.
- Crossfit no es todo. Empezar este deporte no significa que no podés hacer otra cosa. La esencia de esta actividad es el hecho de poder sentirnos bien con nosotros mismos. Sirve para tonificar el cuerpo y marcarlo, pero no por eso hay que dejar de hacer otras actividades como correr, caminar o hacer algún deporte.
- Siempre duele menos. Muchas personas han empezado y dejado rápido por el dolor que produce en los músculos. Tené en cuenta que hay zonas del cuerpo que no estaban acostumbradas al esfuerzo: bancate la transición. El cuerpo se acostumbra y luego podrás disfrutar de las clases.
- No todos los días son buenos. El hecho de ir durante meses a Crossfit no hará que el cuerpo deje de sentir agotamiento o dolor para siempre. Como el esfuerzo es progresivo y en aumento, la reacción de tu cuerpo tendrá que ver con la rutina que hagas. No hay que desanimarse. Es importante descansar y volver la próxima vez con ganas y la decisión de entrenar como se debe.
- Hay que divertirse. Ninguna actividad que no nos produzca cierta felicidad hace bien. Si te resulta un peso extra en tu vida, no podrás sostenerlo. Tomalo como un lugar para “desenchufarte” del mundo exterior y, así, poder disfrutar la clase y el grupo de entrenamiento.
- Todos somos tragafuegos. “Firebreather” fue el término que utilizó Greg Amundson (pionero del Crossfit) para referirse a los que hacen esta actividad. ¿De qué se trata? Define a la gente apasionada con desafiar sus límites. Con eso ya sos un “crossfitero” nato.
- Respetá el descanso. Si vas al límite todos los días, todas las semanas, todos los meses, en algún momento van a aparecer las lesiones. Por eso lo ideal es ir 3 o 4 veces por semana y, el resto de los días trotar, andar en bicicleta o, simplemente, descansar para recuperar los músculos antes de afrontar una nueva clase.
Según los entrenadores, con esta actividad cada día encontramos la satisfacción de haber dado todo, aceptando quiénes somos y hasta dónde llegamos, arropados por un ambiente que no juzga y que apoya para evolucionar.